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Espectáculos|Viernes, 28 de febrero de 2003

Para Manoel de Oliveira, “las certezas no existen”

A los 95 años, el director de “Viaje al principio del mundo” sigue filmando sin parar, como un modo de pensar la realidad. A “El principio de la incertidumbre” se sumará en breve “Filme falado”.

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El realizador portugués estará nuevamente en el Festival de Cannes.
Por Teresa Cendrós *
Desde Madrid

Afirma Manoel de Oliveira que cuando tenía 20 años y empezaba a hacer películas no tenía dudas, ni respecto al modo de hacer cine ni de cómo debía vivir la vida. Ahora, en cambio, a punto de cumplir los 95, confiesa dudar de todo. “Es difícil saber dónde está el bien y dónde el mal”, dice con su manera de hablar cansina y su dulce acento portugués. Su único antídoto contra la duda, asegura el director, es “la prudencia”. “La prudencia –repite–, es la expresión de la sabiduría.” Y precisamente del bien y el mal, y de la dificultad en discernir entre el uno y el otro, trata El principio de la incertidumbre, otro ejemplo de cine al margen de las modas que practica Oliveira y que presenta su autor en España, tras haber recalado el año pasado en Cannes, cita anual ineludible del realizador.
Basada en la novela Jóia de família, de la notable autora portuguesa Agustina Bessa—Luís, la película, situada en el Oporto natal del director, se adentra en el mundo de una familia perteneciente a la alta burguesía. Oliveira, que esta semana presentó el film en Madrid y Barcelona, explica que, a través de él, quiso ofrecer “una visión crítica de la vida moderna y de la juventud”, aunque se apresura a agregar que eso no significa que el espectador lo perciba así. “El público es una reunión de individuos: cada uno de ellos piensa, sufre y vive de forma diferente. Su percepción de las cosas puede coincidir con la mía, o tal vez no. Las certezas no existen. Cuando yo hablo pienso en lo que digo, pero eso no significa que la otra persona interprete mis palabras en el mismo sentido que les quise dar”, argumenta justificando así su opción por la libertad, creativa y vital.
A la hora de elegir cartel, el director optó por mezclar a actores veteranos como Isabel Ruth y Luís Miguel Cintra, asiduos de su filmografía, con jóvenes promesas como Leonor Baldaque y Ricardo Trepa, que son los que llevan el peso del protagonismo. Se da la curiosa circustancia de que los dos actores en ciernes son, respectivamente, nietos de la escritora Bessa—Luís y del propio Oliveira. No falta en el reparto la actriz fetiche del veterano director, Leonor Silveira, aquí en un inquietante papel de mujer fatal. Oliveira, un hombre elegante como lo es su cine, comenta que lo que más le sedujo del libro de su gran amiga Agustina Bessa—Luís —cuyo tema le propuso él mismo— fue el juego de las apariencias que encierra. “Me interesa el enfoque, que los personajes actúen de manera extraña, que nada esté claro. Así es la vida, y eso me encanta”, dice. Y Oliveira hace la transposición de ese universo literario al cine sin estridencias, con pleno respeto de la obra y de sí mismo. No hay, por ejemplo, escenas sexuales, ni siquiera un beso. “No me gusta ver en el cine la explotación de los sentimientos, ese es un recurso fácil y malo que sólo se utiliza para atraer público, y en mis películas no cabe”, apunta con convicción el director.
El decano de los cineastas en actividad —seguramente del mundo entero— habla de sus dudas en todos los ámbitos y admite tenerlas también sobre la amenaza de guerra que se cierne sobre Irak. “Ese es un asunto muy complejo”, responde pausadamente. “Es fácil salir a la calle y decir no a la guerra, pero nada hay más vulnerable que la fe en el ser humano, creer que el otro es bueno, eso es muy peligroso.” Y añade: “Sería necesaria la unidad de acción entre Estados Unidos y Europa, porque esa imagen de desunión que se está difundiendo da fuerzas a Saddam. No quiero que estalle la guerra, pero sólo desear que no la haya no la evitará”.
Este director nonagenario, que no lo parece, revela que saca sus energías del trabajo cotidiano. “Lo que me agota es estar parado”, bromea. No hace falta que lo jure. En los últimos tiempos, su promedio no baja de una película al año. La última que rodó, Filme falado (que podría traducirse como Una película hablada), con John Malkovich comoprotagonista, espera que sea seleccionada para el próximo Festival de Cannes, en mayo.
La película, una coproducción lusa, francesa e italiana, sigue la estela del viaje en barco por el Mediterráneo de una profesora, que encarna Leonor Silveira, y su hija. “Es un film sobre nuestra civilización”, resume el cineasta. La película tiene un elenco de lujo: además de los actores citados, intervienen en ella Irene Papas y Catherine Deneuve (que ya trabajaron con Oliveira en Party y El convento, respectivamente), más una actriz novedosa en su obra, la italiana Stefania Sandrelli. Y ya está preparando la próxima: se basará en la segunda obra de la trilogía que planea escribir Bessa—Luís, abierta precisamente con Jóia de família en la que se inspira El principio de la incertidumbre. La siguiente novela de la escritora, ya publicada, se titula El alma de los ricos, y Oliveira ya está escribiendo la adaptación para el cine. Así, con estos bríos, es de esperar que Oliveira llegue a los 100 años.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12

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