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Espectáculos|Miércoles, 12 de marzo de 2003

En el Oscar, ojo con los discursos

La entrega se hace aunque haya guerra, pero todos deberán moderar sus palabras.

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Catherine Zeta-Jones a todo trapo en “Chicago”: el show debe seguir.
Por Rocío Ayuso

Hollywood parece dispuesto a olvidarse de la guerra contra Irak a pesar del peligro de que su comienzo pueda truncar la ceremonia de los Oscar, reconfirmada ayer para el día 23. A diferencia de los certámenes cinematográficos en Europa, en los que se escucharon pronunciamientos en contra del conflicto bélico, las ceremonias de Hollywood prefieren limitar sus comentarios políticos a las bambalinas. “Seguro que afectará a los Oscar –indicó Daniel Day-Lewis el domingo, al recoger el premio al mejor intérprete del Sindicato de Actores–, pero nadie sabe cómo. Sería obsceno pasar por la alfombra roja mientras los soldados caen en combate”, agregó. Sin embargo, durante la transmisión se limitó a hablar de cine y de su pasión por las películas que lo hicieron actor. “¿Qué quieren que diga? Si expresamos nuestras ideas políticas la prensa nos critica”, se justificó mediante el viejo método de culpar a los medios. Catherine Zeta-Jones, que compite por el Oscar a la mejor actriz de reparto, manifestó su esperanza de que la ceremonia se mantenga aun en caso de guerra, porque la gente “necesita soñar en los momentos difíciles; es por eso que pagamos por ir al cine, para escapar a la realidad por un momento”, dijo la actriz.
Gil Cates, productor de la entrega de los galardones de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficos, quiere que esa ausencia de polémica pública se mantenga también en la fiesta de los Oscar del próximo 23 de marzo. De hecho, la organización solicitó a todos sus presentadores, de Salma Hayek a Cameron Diaz, Halle Berry y Denzel Washington, Harrison Ford o Jennifer López, y a todos los que colaborarán en la ceremonia, que se abstengan de comentarios políticos en el transcurso de la velada y se ciñan a lo previsto en el guión. En cuanto a las intervenciones de los ganadores, explicó: “Son 45 segundos que preferiría que invirtieran en el premio que ganaron, pero es su tiempo y éste es un país libre”. No sería la primera vez que la ceremonia de los Oscar se ve politizada con comentarios de los presentadores llamando la atención sobre conflictos como la guerra de Vietnam, los refugiados haitianos o el maltrato a los indios. Ya se habla de una insignia que recuerde la postura de diferentes intérpretes contra la guerra: un broche inspirado en la paloma de la paz de Pablo Picasso y que candidatas como Meryl Streep, nominada como mejor actriz secundaria por El ladrón de orquídeas, aseguraron que llevarán.
Cates no se mostró impresionado. “Mi trabajo es asegurar que sea un buen espectáculo televisivo”, afirmó. “Si sacan un papelito y empiezan a leer una lista de nombres están acabados”, advirtió a nominados como Nicolas Cage, Nicole Kidman, Zeta-Jones, Reneé Zellweger y Michael Caine. “La orquesta comenzará a tocar y tendrán que salir del escenario, e incluso si no sacan un papelito, sólo pueden citar cinco nombres.” Las estrellas se echaron a reír al conocer las nuevas normas, pero Cates reiteró que habla en serio: “Son medidas severas pero necesarias”.
El mayor problema para los Oscar puede ser el propio comienzo de la guerra, que comprometa la celebración de la ceremonia. La Academia prefiere evitar el tema recurriendo siempre a la misma frase –the show must go on– que resume su espíritu de seguir adelante contra viento y marea. “La ceremonia se celebrará en un ambiente seguro al que yo mismo pienso llevar a mi familia”, aclaró Cates, que eludió hablar de una posible cancelación si la guerra comienza el mismo día de la entrega. Aunque los Oscar nunca fueron cancelados, sí hubo tres aplazamientos. En 1938 el retraso fue de una semana por culpa de las inundaciones que vivió la ciudad de Los Angeles, mientras que en 1968 se aplazó dos días con motivo del funeral de Martin Luther King. La última vez que el Oscar llegó con retraso a su cita –un día– fue en 1981, tras el atentado contra el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan.

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