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Espectáculos|Sábado, 29 de marzo de 2003

“La censura de la Iglesia era más feroz que la del gobierno franquista”

El español Antonio Muñoz Molina cuenta cómo fue que se convirtió en escritor proviniendo de una casa de casi analfabetos, en un programa en que explica por qué su generación fue marcada por el autoritarismo.

Por Verónica Abdala
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Antonio Muñoz Molina subraya que el franquismo ideó un plan de aniquilamiento de las vanguardias.
“Los jóvenes tienen la suerte de vivir con cierta ligereza el pasado,” plantea en el especial de mañana
Antonio Muñoz Molina –una de las voces más reconocidas de la narrativa española contemporánea– tiene 47 años, pero se siente muy lejos de los menores de cuarenta. No estrictamente por una cuestión cronológica sino porque sostiene que quienes no crecieron, como él, envueltos en la opresión y la muerte que significó el franquismo, pertenecen a “otro universo”, a una época distinta en la que él, dice, no tuvo la fortuna de nacer. “Los más jóvenes creen que la democracia y la bonanza económica estuvieron siempre. Tienen la suerte de vivir con cierta ligereza su relación con el pasado. Los que vivimos en carne propia ese pasado, en cambio, y además hemos perdido muchas cosas buenas que alguna vez tuvimos, tenemos a su vez la suerte de saber valorar lo que hemos conseguido.”
Los recuerdos que el escritor dedica a los años de su niñez y juventud, transcurrida durante los años ‘60 y ‘70, y las ideas que van regando el diálogo que mantiene con su entrevistadora (Angeles Mira), en esta nueva producción de Eliseo Alvarez, se llevan buena parte de los escasos treinta minutos que dura la emisión dedicada a su figura, como parte del ciclo “Perfiles de España”, que Canal (á) emitirá mañana domingo a las 14.
En ese marco es que el autor de Invierno en Lisboa (1987, Premio Nacional de Literatura), Beatus Ille (1986), El jinete polaco (Premio Planeta 1991 y Premio Nacional de Literatura), Las otras vidas (1988), El dueño del secreto (1994), Plenilunio (1997), Pura alegría (1998), Carlota Fainberg (1999) y Sefarad (2001), entre otras obras, dice cosas como éstas:
- “Soy hijo de una pareja de analfabetos, casi: mis padres aprendieron a escribir de adultos. Eramos muy pobres, ellos no tenían cultura, pero me inculcaron la certeza de que la educación es liberadora, y de que en ella residía la posibilidad de nuestra salvación. Ahora hay mucha negligencia con respecto a eso, y es bastante absurdo. Fui criado de otra manera.”
- “Estoy convencido de que la añoranza de la calidez y contención de la familia que tenemos los adultos es uno de los mayores capitales con que contamos para enfrentar los avatares de la vida.”
- “El franquismo fue un plan sistemático de aniquilamiento de las vanguardias españolas de la época, en distintos ámbitos. Un programa metódico y sostenido para borrar del mapa a quienes pensaban de modo diferente. En ese sentido, y en vistas de lo que duró, fue mucho más grave que los golpes de Estado que sufrieron otros países.”
- “La Iglesia era la que impulsaba y llevaba adelante el proyecto y el adoctrinamiento ideológico del franquismo. Tuvieron una actuación sistemática, opresiva, perversa. Incluso la censura de la Iglesia era más feroz que la de cualquier gobierno. A menudo una película, por ejemplo, superaba los controles administrativos, pero los curas decidían que no se proyectara y así era. Personalmente, desde los 14 años tuve noción de que yo me encontraba en los antípodas de esos sacerdotes intolerantes, clasistas y fascistas. Eso me ayudó, en última instancia, a no tener miedo de pensar por mi cuenta.”
- “Me reconozco un fanático de las novelas de Osvaldo Soriano, que bajo las formas de la ficción supo enmascarar y describir muchos de los mecanismos típicamente argentinos. Jorge Luis Borges y Bioy Casares por supuesto que también integran la lista de mis preferidos.”
- “A los escritores españoles en Europa se nos exige, como a muchos latinoamericanos, que nos alejemos de lo esperable, de las previsiones. Que cumplamos, en definitiva, con cierto rol asociado al realismo mágico, a un perfil estrambótico. Por eso Gabriel García Márquez e Isabel Allende son vistos como héroes y a Alejandra Pizarnik la reivindica muy poca gente. Los latinoamericanos, como los españoles, estamos asociados, en Europa, a lo irracional, al exotismo.”

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