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Espectáculos|Sábado, 12 de abril de 2003

Un trío excepcional y un programa poco frecuente

Tres integrantes del Ensemble Intercontemporain de Francia tocarán el martes en Buenos Aires y harán obras de Francisco Kröpfl (un estreno mundial), Ligeti, Salonen, Matalón y Webern.

Por Diego Fischerman
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Francisco Kröpfl es un referente de la música argentina.
El Trío Kang-Cazalet-Vassilakis hará el martes una obra suya.
”Después de los ‘60 empecé a pensar que era posible usar cualquier cosa que se me ocurriera porque eso iba a reflejar de alguna manera mi voluntad”, dice el compositor Francisco Kröpfl y puede inferirse que se refiere a una época en que no era así. Una época en la que, cuenta la leyenda, se había inventado un aparato llamado “cotemporaniómetro” que media el grado de disonancia de una obra y su diferencia con ritmos simétricos y regulares y que Pierre Boulez utilizaba para decidir la admisión o no de los compositores al festival de Darmstadt. Una época en la que Kröpfl, fundador del primer laboratorio de música electroacústica de Argentina, admirador del jazz (en particular Warne Marsh, Lee Konitz, Bill Evans y Lennie Tristano) y discípulo de Juan Carlos Paz, ya era un compositor con una trayectoria impactante.
El próximo martes 15, a las 20.30, su música será una de las protagonistas de un concierto extraordinario. En el Auditorio El Aleph del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) tocará un trío conformado por algunos de los mejores instrumentistas del mundo y hará un repertorio sumamente interesante. Hae Sun Kang en violín, el cornista André Cazalet y el pianista Dimitri Vassilakis (todos ellos integrantes del Ensemble Intercontemporain de París) interpretarán una obra especialmente encomendada a Kröpfl (Trío’02) junto a una de las composiciones fundamentales para esa conformación instrumental, el Trío de György Ligeti, Dos formas de tiempo para piano, de Martín Matalón (un notable compositor argentino radicado en París, autor entre otras obras de la música para Metrópolis de Fritz Lang, que se programó en el Colón hace unos años), Lachen Verlernt para violín solo, de Esa Pekka Salonen (el célebre director de orquesta) y las 4 Piezas op.7 para violín y piano de Anton Webern. “Este trío está concebido en tres movimientos con tres solos-cadenzas, uno para cada instrumento, intercalados, y a través de ellos se desarrolla una polifonía polirrítmica”, explica Kröpfl sobre su obra. “El material común a los tres movimientos en un conjunto de cinco tipos de acciones que sustituyen, en cierta medida, la noción tradicional de motivo.”
En un momento en el que resulta cada vez más difícil hablar de “lenguajes de época” e identificar líneas de unión entre los distintos estilos individuales, Kröpfl analiza: “Mi generación empezó a componer a fines de la década de 1940 y a comienzos de la siguiente. En ese momento había una gran homogeneidad de estilos. Empezaba el serialismo integral, estaba todavía el atonalismo libre y, desde ya, la técnica dodecafónica cuyo adalid era Paz (aun cuando él jamás enseñaba música contemporánea; obligaba a sus alumnos a trabajar el contrapunto tradicional y sostenía que el único aprendizaje válido comenzaba con la imitación). Hay un momento en que se da un salto vertiginoso, en Europa, que va de 1954 a 1956. En ese momento, en gran medida debido a una conferencia que John Cage da en Darmstadt. Allí ese tronco homogéneo se astilla. Empieza la música aleatoria. A partir de la influencia de Cage en Estados Unidos surge también el minimalismo, que es una corriente drásticamente diferente a todas las tendencias europeas hasta ese momento. Aparece también un neorromanticismo. Hoy, en realidad, hay una libertad total y, en esa libertad, se notan, también, las imprecisiones de formación y de lenguaje de muchos de los compositores actuales”.

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