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Espectáculos|Sábado, 26 de abril de 2003
LOS PREMIOS DE LA MUESTRA, QUE CULMINA HOY, SE ENTREGARON AYER

Final con ritmo y colores africanos

“Heremakono”, del mauritano Abderrahmane Sissako, fue consagrada por el jurado oficial como la mejor película de la competencia. Gran performance del nuevo cine argentino, con premios para “Ana y los otros”, de la debutante Celina Murga, y “Los rubios”, segundo largo de Albertina Carri.

Por Horacio Bernades
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“Heremakono” (“Waiting for Happiness” en el catálogo) es un film de una rara belleza.
El director Sissako también tuvo otra película en el festival, “La vie sur terre”, su ópera prima.
La consagración de cinematografías prácticamente desconocidas en Argentina y un verdadero pelotón de films locales en el podio surgen como los hechos más destacados del palmarés que el Bafici 2003 dio a conocer ayer. La decisión de los distintos jurados fue lo suficientemente audaz como para dejar afuera films que parecían “números puestos” y elegir otros que no estuvieron entre los favoritos del público. Las tres grandes ganadoras de esta 5ª edición del festival resultaron la película norafricana Heremakono (que el catálogo oficial presenta bajo su título de distribución internacional, Waiting for Happiness), la tailandesa Blissfully Yours y la argentina Los rubios.
Varios jurados sesionaron en el ámbito del festival: al oficial hay que sumarle el que juzgaba las películas argentinas presentadas en competencia oficial y la paralela “Lo nuevo de lo nuevo”, además de representantes de la crítica, la asociación de directores de fotografía, la organización Signis y el jurado Kodak. Sumando las decisiones de todos ellos, Heremakono y Blissfully Yours se llevaron cada una dos premios, mientras que la película de Albertina Carri ganó otros dos (uno de ellos ex aequo) y una mención. Los otros films locales que recibieron premios o menciones fueron, de mayor a menor, Ana y los otros, Nadar solo (ambas presentadas en competencia oficial), Yo no sé qué me han hecho tus ojos y Extraño (ambas, de la sección “Lo nuevo de lo nuevo”), completando una espléndida cosecha para el cine argentino.
Si se compara con el año pasado, lo que ocurrió con Los rubios es muy semejante a lo que sucediera con Tan de repente, de Diego Lerman, que también se había llevado tres premios, otorgados por distintos jurados. Teniendo en cuenta que a partir de ese momento la película de Lerman no sólo desfiló por varios de los más importantes festivales internacionales, sino que además ganó más de uno, a esta altura Albertina Carri y la gente de su equipo deben estar celebrando con champagne francés. Integrado por realizadores, productores, curadores y directores de festivales y cinematecas, la independencia y libertad de criterio exhibidas por los miembros del jurado oficial no hacen otra cosa que sintonizar a la perfección con el propio espíritu del festival que dirige el crítico Quintín, que a la hora de programar se rige por los mismos principios.
El jury dejó afuera películas que desde un primer momento estuvieron entre las favoritas del público (el caso de la brasileña Madame Satâ, que recibió apenas una mención a la fotografía, otorgado por otro jurado) así como otras encumbradas por la crítica, como la mexicana Japón, que debió conformarse con el premio al mejor actor. Más allá de que todo el mundo siempre tiene sus favoritas, difícilmente puedan encontrarse motivos de queja ante las decisiones de los jurados, que sin duda habrán visto muy facilitada su tarea por el alto nivel exhibido por la programación del festival en general, y la competencia oficial en particular. Como dicen que ocurría con los candidatos a integrar la selección durante la época de oro del fútbol argentino, aquí el problema no era tanto qué película incluir sino cuál dejar afuera, y de hecho varias de las premiadas venían ya con su cosecha de otros festivales. Es el caso de Heremakono, Blissfully Yours, Japón y hasta la argentina Extraño, consagradas en Cannes, Río de Janeiro y Rotterdam.
En tal caso, podría argumentarse que –más allá de las películas argentinas, que suelen estrenarse en el marco del festival– quedó poco lugar para descubrimientos en el palmarés del Bafici. Tal vez no hubiera estado mal hacerle lugar a películas con una trayectoria internacional más limitada aunque bien dignas de mérito, como puede ser el caso de la francesa Les jours où je n’existe pas, la coreana Jealousy is My Middle Name, la belga Une part du ciel (debió contentarse con el de mejor actriz)y la china Mang Jing, que recibió apenas el premio a mejor fotografía, otorgado por la asociación que nuclea a la gente de la especialidad. O la propia Madame Satâ, que si bien viene recorriendo festivales desde Cannes 2002, fue menos premiada de lo que merece. Por otra parte, que nada menos que cinco películas locales hayan salido premiadas –entre ellas todas las incluidas en la competencia oficial– no hace más que confirmar al Bafici como la plataforma de lanzamiento para el nuevo cine argentino. No hay ni una de las cinco cuya premiación genere el más mínimo escozor: dentro de “lo nuevo de lo nuevo” que el cine argentino tuvo para presentar este año, éstas fueron, sin duda, lo mejor de lo mejor. Ahora les llega el turno de salir a recorrer el mundo.

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