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Espectáculos|Domingo, 1 de junio de 2003
BJöRK REPASA PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE UNA VIDA DE CUENTO

Una reina helada y superexcitada

La etérea performer islandesa prepara una recopilación de su primera década de carrera y a la vez, mientras gira por Europa, Asia y EE.UU., compone nuevas canciones para un próximo disco.

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Björk editará su nuevo disco, “The Lake Album”, a fin de año.
Por Lourdes Gómez *
Desde Londres

Björk vuelve a su espacio natural, al escenario, en una gira mundial que la llevará a lo largo del verano boreal desde Europa a Japón y Estados Unidos. Con el balbuceo de fondo del último miembro de la familia, Gudmundsdóttir, una niña de siete meses, la artista islandesa, a sus 37 años, habló sobre la exhaustiva serie compilatoria de actuaciones en vivo que está a punto de editar. Pero a la vez está embarcada en la fase inicial de un nuevo proyecto discográfico, algunas de cuyas canciones estrena en esta gira. Björk se declara “superexcitada de no tener un plan concreto por primera vez en cinco años”.
–¿Cómo se siente de vuelta en la ruta?
–Estoy encantada, porque los conciertos son muy importantes para mí. Tuve que ajustar los arreglos de mi viejo repertorio, lo cual me fascina. Y, además, presentamos temas nuevos que aún no grabé. Estas canciones madurarán a lo largo de la gira de forma que cuando regrese al estudio, en el otoño, serán completamente distintas. Estoy muy ilusionada.
–¿Qué forma cree que tomarán los nuevos temas de su próximo disco, The Lake Album?
–Eso se verá a lo largo del proceso de la gira. También puede resultar peligroso. Normalmente prefiero grabar cada canción una vez que tomó forma y rearreglarla para hacerla en vivo. Cuando siento que descubrí el carácter de una pieza, puedo entonces cubrirla con sonidos adicionales.
–¿Le atrae mucho la experimentación?
–Es importante probar cosas nuevas. En mi primera gira ensayé a conciencia, todo estaba inmaculado y resultó divertido durante un par de actuaciones. A partir de ahí se estancó, se quedó medio moribundo. Ahora prefiero dejar flecos sin ultimar para que se moldeen en unos cuantos conciertos. Hay que dejar que la gira descubra su dinámica, que se convierta en su propio animal para que sea realmente buena.
–Con su voz y movimientos, actúa como un instrumento más en el escenario. ¿Es un acto consciente?
–No suelo pensar mucho en ello. Es más intuitivo, algo muy natural en mí. En esta gira trabajo por primera vez con herramientas visuales. Con Lynn Fox interpreté visualmente las letras de temas como “Unravel”, del disco Homogenic, y de un par de canciones nuevas. Tenía ganas de hacerlo desde hace tiempo.
–Está preparando una serie de DVD y discos de sus shows y videoclips. ¿Cómo le resultó la experiencia de revisar sus diez años de carrera solista?
–Fue aterrador, pero también instructivo. Siempre estuve ocupada moviendo la cabeza sin querer mirar atrás. Nunca escuchaba mi música y sólo quería ir hacia adelante. Llegó la hora de parar y escuchar mi repertorio. Me ayudó mucho. Me liberó, me empujó a componer cosas nuevas.
–¿Por qué decidió parar en este preciso momento?
–En 1996 quise hacer dos discos. Quise definir mi música en el contexto del universo. En sus dos versiones: el aspecto extrovertido de mi personalidad y mi mundo interno. El primero, que se materializó en Homogenic, soy yo trabajando en el exterior, en contacto con la naturaleza, las montañas, Islandia, la ciudad... Es un disco volcánico, patriótico, romántico. En el segundo, Vespertine, quise documentar mi mundo interno, eso que una siente cuando se despierta en la soledad de la noche y mira al universo con los ojos cerrados. Me llevó cinco años completar ambos proyectos, y fue entonces cuando pensé que sería saludable revisar todo lo que había hecho. Mirar atrás y hacer una limpieza en profundidad.
–¿Se llevó sorpresas?
–Pasé medio año viendo y escuchando mis actuaciones, la idea más espantosa que pudiera imaginarme. Es bastante molesto escucharse a una misma. Una se vuelve muy crítica y durante unos días todo suena horrible, hasta que de pronto suena una canción que demuestra que vale la pena el esfuerzo. Globalmente no influyó en mi carácter, sigo siendo la misma persona. Es algo más abstracto, más próximo a los sentimientos.
–¿Hacia dónde se orienta actualmente?
–En estos últimos cinco años trabajé de acuerdo con un plan muy estricto. Tenía un proyecto que debía ejecutar: Homogenic, explosivo y violento; Vespertine, pasivo e introvertido. Por fin puedo hacer lo que me plazca. No tengo ningún patrón y puedo componer y escribir las letras que me vienen en gana cualquier mañana. Estoy saboreando esta fase de total espontaneidad. Me motiva no tener un plan concreto.
–Ante la situación mundial actual, ¿cree que debe cumplir un papel especial?
–Hace unos años creí que la humanidad avanzaba hacia una situación utópica en la que predominaría la amistad. No resultó una visión muy realista... En los tiempos que corren me parece crucial entregarme al 100 por ciento en mi trabajo, para demostrar a los políticos que hay más cosas en el mundo que la política. No creo que los músicos vayan a resolver problemas con canciones de corte político. Ayudarían más haciendo mejor música.

* De El País de España. Especial para Página/12.

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