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Espectáculos|Miércoles, 25 de junio de 2003
UN ESPECIAL DE FILMS & ARTS CON LOS HERMANOS COEN

El monstruo de dos cabezas

Inseparables desde su primera película, los realizadores de “Barton Fink” y “Fargo” exponen su particular concepción del cine.

Por Emanuel Respighi
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Ethan y Joel filmaron juntos desde “Simplemente sangre” (1984).
Los hermanos Ethan y Joel Coen tienen sobre sus espaldas una importante carrera cinematográfica, que los une más allá de su lazo filial. Desde su celebradísimo debut en el largometraje, con Simplemente sangre (1984), hasta la reciente El hombre que nunca estuvo (2001), los Coen Brothers nunca trabajaron por separado. “No tenemos necesidad de hacerlo”, afirma Joel, el hermano mayor. Si bien en cada una de las nueve películas que realizaron Ethan figura como productor y Joel como director, a la hora de rodar sus responsabilidades se confunden. “En realidad –cuenta Ethan–, ambos coproducimos, coescribimos y codirigimos. Nos dividimos los créditos individualmente porque ingenuamente creíamos que si uno era el director y otro el productor, cuando fuéramos a pedir financiación los productores nos dirían que serían nuestros productores. Los dos estamos todo el tiempo en el set”, apunta Ethan en la entrevista que el próximo sábado, a las 21.30, se podrá ver por Film&Arts.
En el marco del ciclo “Enfoque independiente”, el crítico de cine Elvis Mitchell, del New York Times, entrevista a la dupla de hermanos a lo largo de un programa que repasa la manera en que los realizadores de Educando a Arizona, Fargo y Barton Fink, entre otros films de culto, conciben el cine. En ese sentido, uno de los aspectos más innovadores que los Coen sumaron al panorama del cine estadounidense fue la de recrear historias y personajes del pasado de Hollywood, pero con una mirada paródica muy particular. “El lenguaje que utilizamos –explica Joel– permite que los films se alejen de la realidad y que se construya el mundo de la película, que organiza un lugar ficticio en las mentes. La mayoría de nuestras películas transcurre en un mundo irreal. Todos los sets de nuestros films son específicos pero no exactamente reales.”
La capacidad creativa de los Coen, según señalan, no está “atada” a las convenciones de la industria ni a los consejos de los grandes estudios. Esa libertad para trabajar fue la que le permitió a la dupla, por ejemplo, afirmar que la comedia ¿Dónde estás, hermano? estaba inspirada en La odisea, el texto épico de Homero. “La incluimos en la película simplemente porque nos gustó esa frase grandilocuente: basado en ‘La odisea’ de Homero”, dispara Joel sin ponerse colorado.
Esa visión irónica que los Coen tienen sobre el mundo y, en algún sentido, sobre el cine no habría podido mantenerse en el tiempo si no hubieran buscado (y encontrado) financiación por fuera del circuito de la industria. “El modelo de producción de nuestras películas retoma la manera en que se financiaban antiguamente los shows de Broadway y que a principios de los ’80 fue retomada por los cineastas de bajo presupuesto: son sociedades en comodato. O sea que nos prestan una suma determinada de dinero, el cual si sobra algo lo devolvemos y el resto lo pagamos en cuotas”, explica Joel. Para Simplemente sangre rodaron un cortometraje con el fin de atraer capitales. “Hicimos un corto de 2 minutos –recuerda Ethan–, una suerte de trailer, con el objetivo de mostrar el tono de la película que queríamos hacer y la síntesis de su historia. Pero descubrimos que cuando pedíamos el dinero los productores nos colgaban el teléfono.”
Sobre el final del reportaje, los realizadores se refieren a las dos películas más reconocidas de su filmografía: Fargo y Barton Fink. “Lo que nos impulsó a escribir Fargo –admite Joel– fue la idea de que la mayoría de los delincuentes son tontos. Hubo un caso paradigmático: en Nueva York un tipo secuestró gente, la encerró en un pozo y pidió rescate. Pero fue a buscar el dinero con su propio auto y su propia patente. Obviamente fue arrestado. El film se basa en estos tipos que, por lo general, son idiotas.” En tanto, Ethan intenta encontrarle alguna explicación más o menos racional a la infinidad de interpretaciones que disparó la satírica Barton Fink. “Lo que ocurrió es que el film no es nada convencional. Creo que la contrariedad en algunas interpretaciones se debió al tono pretencioso con el que lo rodamos, que llevó a que la gente piense que constantemente está pasando algo importante en el film, cuando no lo es”, concluye el productor, sin ocultar una sonrisa burlona.

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