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Espectáculos|Miércoles, 9 de julio de 2003
ESTRENAN EL FILM “LA NOCHE DE LAS CAMARAS DESPIERTAS”

Players vs. Angeles Caídos

El documental de Hernán Andrade y Víctor Cruz, que se verá a partir del viernes en el Malba, está inspirado en un texto de Beatriz Sarlo y recupera un episodio olvidado del cine argentino de los años ‘70, cuando chocaron dos concepciones del arte y la política.

Por Horacio Bernades
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Alberto Fischerman durante el rodaje del film que debía convertirse en un acto contra la censura.
Pretendía ser un acto contra la censura, pero terminó censurado por quienes la habían padecido. Sucedió en 1970, gobierno de facto de Roberto Marcelo Levingston, plena dictadura militar post-Onganía y pre-Lanusse. El peronismo seguía proscripto, Mayo del ‘68 todavía estaba fresco, el Cordobazo y la resonante presentación pública de Montoneros habían tenido lugar poco tiempo antes. En ese contexto, un grupo de cineastas porteños resolvió adherir a una protesta anti-censura –organizada por docentes y alumnos de la carrera de Cine de la Universidad del Litoral– aportando una película que denunciara a la censura. Los cineastas implicados trabajaban en publicidad, adherían al cine de vanguardia y tenían por líder y referente a Alberto Fischerman, que venía de estrenar The Players vs. Angeles Caídos, uno de los hitos del cine argentino de avant-garde.
La propia historia del rodaje de esa película es de por sí insólita y debe tener escasos parangones en el mundo entero. Contactado por Raúl Beceyro, docente de aquella prestigiosa casa de estudios rosarina, Fischerman decidió no sólo adherir a la protesta sino además convocar a sus colegas más próximos, entre los que figuraban el desaparecido Jorge Cedrón (quien poco después realizaría la mítica Operación masacre) y Carlos Sorín, por entonces director de fotografía. Pero además, el realizador de Los días de junio resolvió que, en tanto cineastas, lo que ese grupo (completado por Rafael Filippelli, Jorge Ludueña, Dodi Scheuer y Miguel Bejo) debía aportar al acto rosarino no era su simple presencia, sino una película filmada ad hoc. Claro que todo esto se resolvía un miércoles de noviembre de 1970, y el acto al que estaban invitados se llevaría a cabo el sábado siguiente ...
De cómo un largometraje integrado por un puñado de cortos de 10 minutos se filmó en una única noche, se reveló y montó al día siguiente y se presentó dos días más tarde, en una función que terminó a trompada limpia, es el tema que eligió la ensayista y crítica cultural Beatriz Sarlo para su trabajo La noche de las cámaras despiertas, incluido en el volumen La máquina cultural, que editorial Planeta publicó en 1998. Inspirado en el texto de Sarlo y presentado en la edición 2002 del Bafici porteño, La noche de las cámaras despiertas es también el título del documental que a partir de pasado mañana ocupará el auditorio del Malba, todos los viernes a las 22 y los sábados a las 20. Página/12 dialogó con sus realizadores, Hernán Andrade y Víctor Cruz, que integran el colectivo de trabajo Teykirisi (que anteriormente había producido Tapados, documental sobre las inundaciones en la provincia de Buenos Aires) y debutan con este film.
–¿Cómo surgió la idea de filmar “La noche de las cámaras despiertas”?
–Surgió del texto de Sarlo. Nosotros somos graduados de Diseño de Imagen y Sonido, que se cursa en la Facultad de Arquitectura de Imagen y Sonido de la UBA. El texto de Sarlo era parte de la bibliografía de la materia “Estética y teoría del cine”, y en cuanto dimos con él nos atrapó. Contaba, con enorme vigor, una historia increíble, que era completamente desconocida para nosotros e iluminaba un período muy apasionante del cine argentino, cuando por fuera de la industria chocaban dos concepciones opuestas: la del cine de vanguardia y la del cine político.
–Esas son las concepciones que chocarán en Rosario, ese caluroso día de 1970.
–A las trompadas, para ser más precisos. El enfrentamiento que se produce ese día viene a representar, del modo más crudo, esa batalla de ideas alrededor del cine. Igual, conviene aclarar que esa oposición es bastante simplificadora, ya que muchos de los “vanguardistas” militaban en política, así como en una película como La hora de los hornos pueden percibirse fuertes elementos de arte de vanguardia.
–¿La película de ustedes puede considerarse una versión filmada del texto de Sarlo?
–No exactamente, porque mientras el texto de Sarlo está contado básicamente desde el punto de vista de lo que podría llamarse “Grupo Fischerman”, nosotros preferimos adoptar una posición más distanciada, dándoles voz no sólo a quienes participaron de La noche de las cámaras despiertas sino también a representantes de la otra vereda, como Octavio Getino y Dolly Pussy, actual vicedirectora de la escuela de cine que depende del Incaa.
–¿Qué fue exactamente lo que pasó ese sábado a la tarde?
–Los cineastas porteños irrumpieron en la sede rosarina de la Unión Ferroviaria con una película que resultó irritativa por su atrevimiento. Por un lado, tal como contamos en la película, el corto de Fischerman incluye un desnudo total (del actor Alberto “Tito” Ferreyro, que más tarde terminó haciendo de “malo” en telenovelas) y eso ofendió a algunos de los presentes. Por otro, cierta alusión al Che Guevara en otro de los cortos desató acusaciones de contrarrevolucionarismo. Allí se ve a alguien que hojea una revista porno, y en la tapa de la revista aparece el Che. Pero es el Guevara que Omar Shariff encarnó en ¡Che!, una horrible película de Hollywood. Ahí se fue todo al demonio, y vino la lluvia de insultos y trompadas.

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