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Espectáculos|Sábado, 30 de agosto de 2003

Venecia a dos puntas

La conspiración de diversos poderes, que precedió a una matanza de campesinos italianos en 1947, y el particular homenaje a las viejas salas cinematográficas del malayo Tsai Ming Liang fueron ayer los temas centrales en el Festival de Venecia. Dos formas de afrontar el cine, una para fomentar el debate y otra como visión nostálgica de un cine que agoniza. El italiano Paolo Benvenuti es el realizador y coguionista de Segreti di Stato, que evoca los sucesos de la localidad siciliana de Portela, donde el 1º de mayo de 1947 murieron once campesinos y medio centenar fueron heridos, en una acción ejecutada por una banda criminal de la que nunca se supo quién estaba detrás. Las víctimas acudían a un mitin de un líder comunista siciliano y los hechos fueron declarados “secreto de Estado” por el gobierno, aunque décadas después algunos documentos han sido desclasificados tanto por la Comisión Antimafia italiana como por la Casa Blanca. Se sugiere que la acción favoreció los intereses de los servicios secretos estadounidenses, del Vaticano, de miembros del gobierno italiano, de la democracia cristiana –entre ellos un joven, Giulio Andreotti– y de la mafia siciliana. De un tono completamente distinto es Bu san, del malayo Tsai Ming Liang, afincado desde hace tiempo en Taiwan y que es bien conocido en Venecia, ya que en 1994 ganó el León de Oro a la mejor película por Vive l’amour. “Yo no propongo ninguna historia en esta película. Sólo quiero transmitir mis sensaciones y hablar de los viejos cines en los que fui feliz”, dijo el director en la presentación.

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