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Espectáculos|Viernes, 5 de septiembre de 2003
“IRIS”, DE RICHARD EYRE, CON DAME JUDI DENCH Y KATE WINSLET

Cuando la vida no es para nada bella

El film inglés retrata a la escritora Iris Murdoch de un modo algo cruel, que contrasta la vitalidad y brillantez de sus años mozos con sus últimos días, con la salud minada por el Alzheimer.

Por Horacio Bernades
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Kate Winslet es la Iris esplendorosa de los años de juventud.
La vida de los escritores es una desgracia. Eso es, al menos, lo que parecería pensar el cine. En Carrington, la protagonista se volaba la tapa de los sesos de un escopetazo, y por allí andaba también Lytton Strachey, a quien un cáncer de estómago le hacía vomitar la comida en medio de un banquete. En Tom & Viv, T. S. Eliot aparecía como un tipo retraído hasta niveles insufribles, que además descubría que su esposa estaba totalmente loca. La reciente y sobrevaloradísima Las horas se obsesionaba con una Virginia Woolf fatalmente encaminada al suicidio. Para mantener alta la tradición ahora llega Iris, que hace foco en los últimos años de Iris Murdoch (1919-1999), a partir del momento en que se le declaró un Alzheimer que la convirtió en poco menos que un estropicio.
¿O será que el problema es con los escritores ingleses? De ese origen es Iris, tanto como todos los films mencionados en el párrafo anterior, aunque el todopoderoso y muy hollywoodense sello Miramax participó activamente de la producción. Al inveterado lobbismo de esa productora podría deberse que Iris haya recibido tres nominaciones en la entrega de los Oscar del año pasado, ganando una, la de Mejor Actor Secundario, que fue a manos de Jim Broadbent. El actor de Topsy Turvy y Moulin Rouge encarna al académico John Bayley, compañero de toda la vida de Iris Murdoch, en dos de cuyos libros de memorias se basa la película dirigida por Richard Eyre, director proveniente de la televisión. La Murdoch de los últimos tiempos es interpretada por Dame Judi Dench, mientras que los años mozos quedan a cargo de la gran Kate Winslet. La película viaja continuamente entre la juventud y la madurez y vejez de la autora -considerada una de las más eméritas plumas británicas del siglo XX– con la evidente y discutible intención de comparar los años de plenitud con aquellos otros en los que, víctima de la terrible enfermedad, no da pie con bola.
Vaya si aparece plena Iris Murdoch en sus treinta, sumando, a la brillantez y rigor intelectuales, una portentosa joie de vivre, que vuelca en una sexualidad y libertad existencial que parecerían no aceptar ningún límite. Irradiando tanta transparencia como de costumbre, a la formidable Kate Winslet no le cuesta nada comunicar esa desafiante vitalidad del personaje, que tanto puede llevarla a bailar como loca un mambo de Pérez Prado como a batallar irreductiblemente por el valor de cada palabra y cada pensamiento. A su lado, un torpe, tímido y aniñado Bayley la contempla en estado de arrobamiento, a lo largo de 90 minutos de película y de más de medio siglo XX. Obviamente, resulta un mazazo para el espectador enfrentarse al deterioro de un cerebro tan vivo como el de Murdoch, quien tras unas primeras lagunas mentales llegará al punto de no reconocer ni las palabras más triviales.
Película tan incurable como la enfermedad de la que trata, a partir del momento en que se declara el Alzheimer Iris comienza a girar en círculos, yendo de un bloqueo mental a una conducta inexplicable, para retroceder luego en el tiempo y confrontar a este despojo humano con aquella chicaesplendente. La conclusión que surge es que la vida puede llegar a ser una verdadera porquería. Sabrá el espectador si era necesario que se lo recordaran.

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