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Espectáculos|Viernes, 3 de octubre de 2003

“The office” y “Coupling”, otro poco de humor inglés para I-Sat

Dos nuevas series con estructura de sitcom, realizadas por la BBC de Londres, se sumarán a la programación a partir de hoy.

Por Emanuel Respighi
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“Coupling” se interna en la vida sexual de los treintañeros solteros.
Desde su llegada al país en abril de 1993, I-Sat intentó diferenciarse de las otras señales de cable mostrándose como una fuente de entretenimiento alternativo para un público joven. Apuntando preferentemente a la franja de televidentes que va de los 18 a los 35 años, el canal logró desarrollar un perfil apoyado básicamente en tres pilares que buscan signar su contenido: independencia, innovación y audacia. No es de extrañar, entonces, que convivan en su grilla el absurdo humor de “Cha Cha Cha”, la graciosa sensibilidad de “Queer as folk”, la transparente mirada sexual de “Sex TV” y la tenebrosa narración de “Cuentos de terror”, entre otros ciclos. A partir de esta noche, dos nuevas series inglesas –realizadas por la BBC de Londres– se sumarán todos los viernes a ese peculiar universo catódico. Desde las 21, “Coupling” se introducirá en el explorado y siempre problemático mundo sexual de los treintañeros solteros. En tanto, a las 21.30, “The office” mostrará una ácida mirada sobre los reality shows y las relaciones personales que se tejen en el seno de una oficina.
Concebida como una sitcom (comedia de situaciones) juvenil y dinámica, “Coupling” narra la vida de un grupo de seis amigos de Londres cuya existencia parecería comenzar en un extremo de la cama y culminar en el opuesto. Protagonizado por tres chicas y tres chicos que superaron la barrera de los 30, la asociación con la exitosa “Friends” es inevitable. Aquí también hay cruces de parejas, diálogos rápidos y gags en continuado. Pero mientras “Friends” trató a lo largo de sus nueve temporadas una extensísima variedad de problemáticas bajo una atmósfera sexual, “Coupling” limita su contenido a las derivaciones de sexismo. La masturbación en hombres y mujeres, el tamaño ideal del pene o los pechos femeninos y las fantasías sexuales son algunos de los temas que se abordan en cada capítulo.
Las tres chicas tienen personalidades muy diversas: la rubia Susan representa el estilo de mujer segura de sí misma, que se lleva todo por delante; Sally es la típica joven vulnerable, pendiente de su imagen, que solo regala sonrisas a los hombres solteros, por miedo a que su rostro se convierta en una pasa de uva; la morocha Jane, en tanto, se presenta como “la peor pesadilla del género masculino”. A diferencia de las recatadas Rachel, Monica y Phoebe, las tres muchachas inglesas también se portan mal en cuanto al sexo. Steve, Patrick y Jeff son los tres hombres siempre dispuestos a revolcarse con algún representante del sexo opuesto. Más allá de sus imposturas, todos cargan con complejos y traumas.
“The office”, por su parte, no es otra cosa que una sátira puramente británica acerca de las relaciones que se dan en una oficina. Estructurada como una suerte de falso reality show, la serie de ficción describe descaradamente el ambiente laboral en una sucursal de una empresa de venta mayorista de papel, pero que bien podría ser cualquier otra compañía. Mostrados con cinismo e ironía, en “The office” conviven todos los prototipos de empleados, llevados al extremo: el jefe presumido, incompetente y machista (David), el empleado obsecuente y objeto de todas las bromas (Gareth), la alegría de la oficina (Tim) y la secretaria sensual e histérica (Dawn), entre otros compañeros.
La apariencia de reality –con supuestas cámaras ocultas y otras en los que los trabajadores cuentan “en privado” su parecer sobre diversos temas- le otorga a la serie una fluidez que atrapa al televidente y, por momentos, le hace olvidar que cada cosa que sucede en la oficina está detalladamente guionada. Ensayo cómico sobre las relaciones laborales, en “The office” no hay amistades ni compañerismo: sólo un grupo de personas signadas por el ego, la insatisfacción y la desidia laboral. ¿Situaciones absurdas, grotescas? Puede ser. Pero nada del todo alejado a la realidad diaria del pulcro oficinista ilustrado.

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