Yo iba al cine todos los días en Santo Amaro, donde había sólo dos salas. Nunca me gustaron los films de cowboys, con esos pueblos vacíos, donde vuela el polvo y todo es feo y desagradable. Yo era más femenino en los gustos, prefería los films de amor y los musicales. Y cuando tenía 15 años vi La strada: fue un acontecimiento, un impacto increíble. Mi madre incluso quedó preocupada, porque yo estuve llorando después todo el día. Me acuerdo que la vi un domingo a las diez de la mañana, porque en aquel entonces los domingos había funciones matinales, y quedé golpeado, muy impresionado. Llegué a casa así, extraño, diferente, me fui al fondo, al jardín y me quedé ahí llorando, no quise comer y mi madre se quedó muy preocupada. Esa película me produjo un impacto enorme. El personaje de Zampanó... pareciera que en toda la película nunca mira hacia el cielo y en la última imagen del film, de noche, en la playa, finalmente mira hacia el cielo y es como si lo viera por primera vez. Creo que La strada es eso: un film sobre un hombre que había ignorado el cielo y que al final lo descubre, como una revelación.