Imprimir|Regresar a la nota
Espectáculos|Sábado, 15 de noviembre de 2003
JAVIER MALOSETTI, UN AMANTE DE LAS MUSICAS NEGRAS EN VIVO

“Yo no podría ser un Danger Four”

Músico de Spinetta, improvisador nato y reacio a los encasillamientos, el bajista actúa con su trío los sábados de este mes.

Por Cristian Vitale
/fotos/20031115/notas/NA25FO01.JPG
Javier Malosetti es uno de los mejores bajistas argentinos.
“Con este disco me gustaría zafar de las bateas del jazz. No sé si es fácil, porque algunos me siguen viendo como un músico de jazz que histeriquea con el rock, pero eso es injusto. Soy un músico de ningún estilo. Y no histeriqueo: yo me curto a todos los estilos.” Así de visceral, Javier Malosetti definía ante Página/12 Spaghetti Boogie, su segundo disco, publicado en 2001, luego de una prolongada espera de ocho años que lo separaban de su debut –un álbum titulado con su propio nombre– de 1993. Dos años, diez meses y catorce días pasaron de aquella frase y el tiempo no hizo más que confirmar la coherencia de su contenido... editó dos discos más –Villa (2002) y el reciente Malosetti Vivo–, y en ambos le hizo el amor a todos los géneros, y con especial fiereza a los sonidos negros más antiguos.
“Me gusta ir hacia ese lugar donde patrón y esclavo eran casi lo mismo, donde los negros cantaban con esa cosa medio tirolesa propia del blanco; y los blancos tocaban un blues increíble, medio country. De ahí mi admiración por Ry Cooder”, explica mientras ultima detalles para las presentaciones que está ofreciendo con su flamante trío en La Trastienda, todos los sábados de noviembre. “Voy a tocar varios temas que estarán en mi próximo disco, que pienso editar en mayo de 2004”, avisa. El repertorio incluye un cincuenta por ciento de música propia y otro tanto de músicas del mundo: por ejemplo The Beatles, Joni Mitchell o ciertos “standards olvidados” de jazz. “Estoy como esos cantantes de tango que ya no quieren cantar ‘Volver’ y necesitan recurrir a otros clásicos no tan famosos, tal vez por difíciles o comercialmente poco seguros. Son los standards a los que apunto hoy.”
–¿Le sigue molestando que lo definan como un músico de jazz?
–Definir es una cagada, yo no le quiero poner un nombre a mi música. Lo mío es jazz y blues del que me sale. Algunos temas son como de jazz, pero también prevalecen otros géneros. Es más, casi sin buscarlo, cada día giro más hacia el blues. Igual me satisface la definición: el jazz es una de las músicas más grossas que hay, desde el momento que contiene la armonía sofisticada de la música clásica y el ritmo más endiablado de la raza negra.
–¿Cuál es el balance que hace de sus últimos tres discos?
–En Spaghetti... se notan mis ansias de grabar muchas cosas, luego de siete años sin hacerlo. De ahí su eclecticismo. Es bastante cocoliche, puntero, y fue un crack en mi carrera. Está grabado en cinta análoga, algo que hoy no puedo hacer porque cada carrete de 15 minutos de música cuesta 700 pesos. Grabar en cinta tiene su magia, su sonido más maderoso, antiguo. Villa, en cambio, tiene una unidad de criterio. Era el quinteto, sin otro crédito más que Nico Cota. Lo mismo ocurrió con el disco en vivo.
Javier Malosetti es hijo de Walter, uno de los músicos de jazz de mayor trayectoria en el país, y también es un elegido de Luis Alberto Spinetta, con quien grabó buena parte de su mejor cosecha (Don Lucero, Pelusón of Milk o Para los árboles, entre otros). “Es difícil desprenderse de ellos; me enorgullece que me reconozcan por ser el hijo de Walter o que inclusive me llamen por su nombre”, argumenta. “Y con Spinetta, igual. Es mi ídolo desde que era niño y lo sigue siendo. Además, es inevitable que ocurra. La gente necesita reseñar tu vida y mi reseña es esa... ‘soy el hijo de Walter y comparto escenario con Luis’. Además, con el flaco tengo una deuda muy grande. El me abrió una puerta e incluso subió el volumen del bajo en las mezclas, para que se me oyera.”
–¿Hay otras influencias cercanas?
–Mi madre, por supuesto. Mi viejo es más cabeza, no escucha otra cosa que jazz. En cambio mi vieja era más abierta, tenía un gran oído musical. Cantaba tangos y boleros, y tenía una memoria increíble, era como un realbook vivo. Los discos más deformes que había en casa eran de ella... Joao Gilberto con Stan Getz, Sara Vaughan, Count Basie, Troilo-Grela, Salgán. Me influyó lo que tarareaba mientras hacía huevos fritos. Y mi hermana también. Fue la que trajo a Los Beatles a casa.
–¿Por qué decidió desarmar el quinteto y quedarse con el trío?
–El quinteto duró tres años, que para mí es mucho tiempo. Muchas giras, discos hermosos y mucha intensidad. Fue muy exitoso. Lógicamente no hablo del suceso de taquilla, sino de un éxito en mi vida personal. Pero tuve la necesidad de cambiar de audio, de mover las piezas y tomar otro lugar.
–En sus discos hay varias versiones de temas de otros músicos. ¿Cabe que se las difunda como covers?
–Prefiero denominarlos “versiones deforme”. Lo más de Los Beatles es que crean escuela, no imitadores. Lo lindo es descubrírselos a una banda como Oasis, o a Luis, inclusive. “Holanda” –canción de Los Socios del Desierto– es bien beatle. Si hacés un tema de ellos, hacelo con bandoneón o sitar, o no lo hagas porque estás enterrado. Yo nunca sería un Danger Four.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.