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Espectáculos|Viernes, 5 de diciembre de 2003
S.W.A.T., UNA REMAKE DEL CLASICO TELEVISIVO DE LOS AÑOS ‘70

Miles de policías, un solo detenido

Presentado en dos partes bien diferenciadas, el film de Clark Johnson se apoya en Samuel L. Jackson para contar la historia del equipo especial, que debe custodiar a un preso demasiado cotizado.

Por Martín Pérez
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Jackson es el veterano Hondo Harrelson, líder del grupo.
¿Qué es lo primero que hace un gangster internacional al ser apresado por casualidad por la policía de Los Angeles? Aprovechar las cámaras de la televisión para ofrecer la cifra de cien millones de dólares a quien lo libere antes de que lo trasladen a una prisión de máxima seguridad. El gangster en cuestión está interpretado nada menos que por Olivier Martínez, el galán francés preferido de Hollywood después de haberle puesto los cuernos a Richard Gere en Infidelidad. Y el equipo policial encargado de custodiarlo será el de S.W.A.T., un grupo especial que Aaron Spelling hizo famoso con su serie de televisión de los años setenta, y que hace su regreso directamente a la pantalla grande en medio de esta fiebre de remakes que ataca al Hollywood contemporáneo.
Al frente de este nuevo S.W.A.T. hay un especialista en remakes como Samuel L. Jackson –protagonista de Shaft– y también está la nueva estrellita masculina del cine de acción estadounidense, Colin Farrell. Su papel es el del héroe rebelde, el ángel caído que se excede en su celo en el prólogo de la película, y deberá redimirse. Pero, eso sí, sin traicionar los principios de su trabajo. Algo que sí hará su terco compañero, futuro ex policía, del que se separará en ese prólogo con gritos y reproches dignos de una parejita de enamorados. Condenado a un trabajo de interior, Jim Street –Juan Calle, digamos– esperará pacientemente su revancha. Que llegará de la mano del regreso al escuadrón de un veterano aún más rebelde que él, pero también integrado: el legendario Hondo Harrelson (Samuel L. Jackson, obviamente).
Dividida en dos partes como un partido de fútbol, S.W.A.T. es una película muy ordenada. Primero es el momento de las presentaciones, y sólo después llegará la verdadera acción. Durante su primera parte, entonces, el film del efectivo Clark Johnson dedicará excesivos entrenamientos a presentar a sus protagonistas. También hará lo propio con su antagonista, que ingresará al país una pequeña navaja y terminará detenido por una luz trasera de un auto rota. Para la segunda parte, en cambio, el gangster francés habrá declamado su oferta, y toda la policía de Los Angeles –con los integrantes de S.W.A.T. al frente– se encargará de mantener encarcelado a su prisionero, mientras todos los maleantes de su ciudad se complotan para liberarlo.
Sin ninguna clase de estilo para rescatar del olvido en bandeja cool, aquella ingenuidad del S.W.A.T. televisivo en su pasaje al cine apenas si es aggiornada al estilo de una película de acción más. Con la suficiente educación como para poner sobre aviso a su público de todo lo que va a suceder –incluso las supuestas sorpresas y/o traiciones–, lo menos que se puede decir del trabajo de Johnson es que es previsible. Pero, viniendo de un verano estadounidense repleto de películas de acción infradotadas, no hay que sorprenderse por el hecho de que esta remake poco ambiciosa se distinga entre sus iguales. Al menos por el simple hecho de que no haya nada en ella que arruine su vertiginoso aunque burocrático transcurrir entre disparos, autos destruidos y traiciones cuidadosamente anunciadas.

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