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Espectáculos|Martes, 17 de febrero de 2004
ENTREVISTA A DENNIS HAYSBERT, EL PRESIDENTE DE “24”

“Mi político es un ejemplo”

En viaje relámpago por Buenos Aires, el actor que encarna a David Palmer cuenta las claves en la tercera temporada de la serie de Fox.

Por Emanuel Respighi
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“Este año se verá una crisis totalmente diferente”, dice Haysbert.
La vida cotidiana del actor Dennis Haysbert es, por suerte para él, muy diferente de su vida profesional. De entrada, el actor estadounidense recibe al cronista con una enorme sonrisa en su rostro, vistiendo zapatillas deportivas, pantalón informal con bolsillos al costado y una sencilla remera en tono crudo. Nada más alejado al gesto siempre adusto y al traje de etiqueta que nunca abandona en la ficción de 24, la serie de Fox en la que el actor interpreta al presidente de Estados Unidos. No es para menos: su vida y su gestión de gobierno se vieron amenazadas en las dos primeras temporadas de la serie de acción y suspenso que emite Fox. Y la tercera, iniciada anoche a las 21, no es la excepción. Pero la nueva amenaza ya no apunta a asesinar al ex candidato presidencial –ahora en funciones– o volar a la ciudad de Los Angeles con una bomba nuclear manejada por terroristas de origen islámico. El peligro actual es mucho más moderno. “Es una crisis totalmente diferente”, adelanta el actor en la entrevista concedida a Página/12. “Se habla de la posibilidad de que un grupo terrorista logre diseminar un letal virus en Los Angeles. La amenaza va a afectar a todos los personajes de manera distinta y a mi gobierno de una forma muy particular, como no lo hicieron las dos amenazas anteriores”, detalla.
Con el envión logrado a partir del premio recibido en la reciente entrega de los Globo de Oro (galardonada como mejor serie dramática), Fox decidió lanzar con bombos y platillos la tercera temporada de 24, trayendo al país al actor que nada más y nada menos tiene la función de interpretar al primer presidente negro de Estados Unidos. En la ficción, claro. Un viaje iniciático y relámpago a estas pampas: sólo estuvo en tierra argentina poco más de 48 horas. “Es –cuenta relajado– mi primer viaje a la Argentina. Es un país muy bonito. Ya probé sus deliciosas carnes y fui a ver bailar su elegante tango. Puedo decir que es una vida mucho más tranquila que la que tengo en 24”. El actor, protagonista de películas como Lejos del paraíso, Conflictos de amor, Poder absoluto y Amor y básquetbol, entre otras, logró a través de su personaje ganar protagonismo en la serie que se narra en tiempo real, posicionándose casi al mismo nivel que Kiefer Sutherland, el actor que en 24 encarna al obstinado y siempre conflictivo agente Jack Bauer.
–¿Cuán difícil es para un actor estadounidense interpretar a un presidente?
–Para mí no es muy difícil. Le voy a explicar por qué: me gusta pensar que David Palmer es un ejemplo de lo que debería ser un político. Entonces me resulta fácil actuar. Me resultaría mucho más incómodo, sentiría mayor presión, si el presidente-personaje no fuera una buena persona, no fuera una persona íntegra, no tuviera la fortaleza y la convicción de –ante todo– pensar en el bien de las personas. Eso me facilitó la tarea.
–¿Se basó en algún presidente estadounidense en particular para abordar al personaje?
–Me inspiré en tres personas en particular. En primer lugar, Jimmy Carter, porque probablemente sea el presidente más sensible que tuvo mi país, aunque a primera vista no pareciera serlo. Creo que la historia se va a encargar de demostrar que fue uno de los mejores presidentes. En segundo lugar, observé mucho a Colin Powell. Aun dentro del gobierno de Bush, al cual yo no apoyo para nada, Powell ha demostrado una importante integridad y fortaleza. Y, por último, tuve como referente a Bill Clinton. Más allá de sus problemas personales, Clinton fue uno de los presidentes más inteligentes que hemos tenido. Hay un dato que corroborra lo que digo: cuando Clinton dejó el gobierno, dejó también un país en superávit. No lo dejó en déficit, como lo hizo Bush, que aumentó la deuda en 500 mil millones. Eso es sorprendente.
–Teniendo en cuenta los últimos acontecimientos que se dieron en la gestión de Bush (atentado a las Torres Gemelas, guerra a Irak), ¿se sintió incómodo a la hora de ponerse en la piel de un presidente estadounidense que en la ficción lidia con el terrorismo y la ambición interna en el poder?
–No, porque como dije me gusta usar al personaje como alguien que muestra cómo se deben hacer las cosas, qué hacer y qué no. Me gusta pensar que nosotros estamos cambiando la forma en que piensa la gente. No sólo dentro de EE.UU. sino también en todo el mundo.
–¿Cree realmente que se puede cambiar el pensamiento político de la gente a través de un programa de ficción?
–Creo que, de alguna manera, lo estamos haciendo. Lo demuestra el éxito que tiene la serie en todo el mundo y el hecho de que me hayan enviado acá a mí (risas). Hablando en serio, al menos seis veces por día me piden que me postule a presidente de Estados Unidos, que conmigo todo sería diferente... No sé si me lo dicen en broma o no, pero el hecho de que me lo pidan es revelador.
–¿Y usted se planteó seriamente comenzar una carrera política a partir de su personaje?
–¡¡¡No!!! Yo quiero ser actor y aspiro a mejorar mi carrera con este papel. Mi objetivo es poder tomar en el futuro papeles más grandes, más influyentes.
–Pero el hecho de que le propongan postularse como candidato a presidente de EE.UU. habla de una falta de representatividad política en la sociedad estadounidense...
–Absolutamente. Todos los partidos políticos de Estados Unidos son culpables de ese vacío: no ponen en primer lugar a las personas. Los partidos políticos y los políticos estadounidenses buscan el poder, la gloria y satisfacer intereses especiales.
–¿Cuál cree que es la clave de 24 en comparación con otras series?
–El concepto en sí de tiempo real. Nunca se había hecho una serie así, con una historia continua. Por eso captó la imaginación de tanta gente. Es, por lejos, la hora más ligera que pasa en la televisión. De hecho, 24 es la serie que más se graba, hay muchísimos famosos y estrellas que piden a la productora el video grabado del último capítulo.
–Desde la óptica de Latinoamérica, 24 revela la lucha que se da por el poder dentro de un gobierno. ¿Cómo se vive la serie dentro de EE.UU.?
–No hay que olvidar que 24 es una serie de entretenimientos, pero la serie muestra internamente qué es lo que puede, o no, ocurrir dentro de un gobierno estadounidense. Eso es lo que hace que la serie sea atractiva para los estadounidenses.
–¿Qué puede adelantar de la tercera temporada?
–No mucho. Vamos a presentar nuevos personajes diferentes y puedo decir que va a haber una presencia latina fuerte. Y lo mejor de todo: la crisis se va a sentir muy real. También se va a introducir en la serie mi hermano, que va a ser el secretario general de la presidencia. Todo muy kennediesco.
–¿Qué va a ser de la vida de David Palmer? ¿Va a seguir pensando en el pueblo o se va a resignar a las presiones del poder?
–Buena pregunta... Lo único que puedo decir es que esta temporada se vuelve muy personal. Va a ser muy interesante. Mi presidencia en 24 muestra la diferencia entre lo que debería ser un gobierno para el pueblo y lo que lamentable sucede en la práctica. No tengo dudas de que los espectadores volverán a sentarse en el borde de la silla, como sucedió en las dos temporadas anteriores. Además, repito, este año va a haber una presencia latina importante en la serie.
–¿Está de acuerdo con la administración de George W. Bush (h.) y su política exterior?
–Le voy a decir algo. La respuesta es que no estoy de acuerdo con su administración, pero para mí –dado el personaje que hago en la serie y mi notoriedad pública– es muy problemático decir respecto de un presidente de mi país si estoy de acuerdo o no, ya que se trata de un año electoral y cualquier opinión puede influir. Pero lo que puedo decir es que espero que Bush no sea reelegido. Creo que con eso está todo dicho.

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