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Espectáculos|Lunes, 25 de marzo de 2002
TELEVISION

Todas las caras de una ceremonia

CNN, E!, Canal 13 y Canal 7 dedicaron su pantalla a los premios. De Marley a Juan Castro, hubo un perfil para cada gusto.

Por Eduardo Fabregat
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Halle Berry en la alfombra roja, el centro de atención de todos.
Para los amantes del Oscar y lo que representa, la TV es el medio ideal para vivir el rito. No sólo por el obvio hecho de acceder así a lo que sucede en la alfombra roja y en el interior de la ceremonia, sino también porque la pantalla chica realimenta hasta el hartazgo esa ilusión del mundo maravilloso made in Hollywood. Y la frase “hasta el hartazgo” es más que una imagen figurada: seguramente, en el programa especial “Argentina en los Oscar” (por Canal 13), Marley superó todo record sobre la pronunciación de la palabra “estrellas” en sólo 60 minutos. Fue, de todos modos, uno de los aportes locales a una transmisión que tuvo varias patas en qué apoyarse y que, según qué canal se sintonizara, hacía su propia pintura.
Como punta de lanza, la señal de cable E! entregó su programa de recuento bien temprano, y un par de horas antes del inicio arrancó su “Countdown” conducido por John Kmetko y Jules Austin. A las 21, el dúo le dio paso al show ácido de Joan Rivers (con el aporte de su hija Melissa) en “Live from the red carpet”: la veterana cronista hizo gala de un ascendiente en el medio que le permitió hablar con todo personaje relevante, de Ridley Scott a Denzel Washington, de Sidney Poitier a Robert Altman y de la dupla Peter Jackson/ Elijah Wood a Julia Roberts, Sissy Spacek y Ron Howard. Y a casi todos los encaró con la misma pregunta inicial (“¿Quién te vistió hoy?”), pero con un dejo irónico que llevó a Julia Roberts a advertirle: “Espero que esta vez no me mates por el vestido”. CNN, en tanto, abandonaba su tono riguroso para mostrar la abigarrada pasarela que llevaba de la carpa de seguridad a la entrada del Kodak Theatre.
El mismo escenario, pero registrado un poco más temprano, mostraba en el 13 a Marley mencionando a las estrellas cada un par de frases y haciendo hincapié en las posibilidades de El hijo de la novia. El recuento incluyó imágenes registradas cuando el film triunfó en Canadá (“¡A Adrián Suar hasta lo reconocen por las calles de Montreal!”, exclamó el animador, en un exceso de complacencia hacia el gran inversor del 13), una declaración del actor Edward James Olmos (“Me encantó, es la mejor película del año”), entrevistas autocelebratorias y una perla: cuando salían del hotel rumbo a la ceremonia, y luego de que Juan José Campanella aludiera específicamente a la seriedad y escasa frivolidad de la entrega de diplomas a las nominadas, Marley giró hacia Norma Aleandro y remató con un “Y vos estás muy linda, Norma”. El resto del especial se despachó con los obligados detalles del glamour de Hollywood, como la cantidad de botellas y canapés para la fiesta posterior, el vaticinio de las modistas sobre los colores y joyas que las estrellas usarían este año y la consabida historia de la chica que dijo “Uy, la estatuilla se parece a mi tío Oscar”. Todo ello matizado con un coro futbolero que arengaba: “Vamos vamos, Argentina, vamos vamos, a ganar...”
El que se llevó la parte más jugosa, claro, fue Canal 7, que se encontró de buenas a primeras con la transmisión del premio más importante de la industria del cine, y gratis. Con el auspicio de Disney Channel –que donó los ingresos por publicidad para un concurso de guionistas–, la transmisión tuvo la sobriedad y buen uso de la información que más de una vez brillan por ausencia. Para ello, la coproducción apeló a la dupla de Juan Castro y Dolores Cahen D’Anvers: con ellos, viejos conocidos de los tiempos de “Zoo”, el programa consiguió evitar los tiempos muertos, baches y desinteligencias entre animador–simpático–animadora–sonriente que suelen caracterizar a los seguimientos del Oscar desde casa. También allí hubo especial acento en El hijo de la novia, llegando incluso a mostrar imágenes de producción ya exhibidas un rato antes en el 13.
Lo demás, claro, corrió por cuenta de la misma producción de los premios, que montó un gigantesco operativo de seguridad en la remanida alfombra roja y aún así dio el metro cuadrado necesario para que los 221periodistas acreditados hicieran su trabajo. Cada cual a su modo, poniendo la atención en el vestuario o en las virtudes cinematográficas (¿a alguien le importa ese detalle entre tanta fastuosidad?) de cada contendiente, la TV ofreció aquello que todos saben, pero al cabo compran: un poco de cartón pintado, tan grande como Hollywood. Y repleto de... estrellas.

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