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Espectáculos|Viernes, 9 de abril de 2004
SE FESTEJO EL DIA INTERNACIONAL DEL TEATRO

Tablas contra la intolerancia

El Teatro Cervantes fue el marco de un espectáculo donde prevalecieron la expresión musical y la danza y en el que se celebró “la fe del arte teatral en su poder conciliador”.

Por Cecilia Hopkins
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Marikena Monti fue una de las figuras de la noche en que se celebró el Día Internacional del Teatro.
Consagrado desde 1961 por el Instituto Internacional del Teatro (ITI) dependiente de la Unesco, el Día Mundial del Teatro –en rigor, el 27 de marzo– se festejó el miércoles en el Teatro Cervantes con un espectáculo en el que prevalecieron la expresión musical y la danza. Hubo, claro está, actores invitados y directores vinculados con la institución convocante, que leyeron palabras alusivas pero no subieron a escena, como en otras oportunidades, ni personajes ni situaciones específicamente teatrales. Conducido por el actor Fernando Heredia, luego de las palabras del presidente de la representación local del ITI, Jorge Rivera López –quien definió al teatro como a un arte que opera “bajo el signo de la inteligencia, única manera de vencer la intolerancia y el egoísmo” y que celebró “la fe del arte teatral en su poder conciliador” en la búsqueda de la paz y la justicia–, el acto reunió a un importante número de espectadores que, si bien no representativo del público juvenil que suele apoyar las expresiones de la experimentalidad en materia teatral, se demostró proclive al aplauso espontáneo y a los comentarios a viva voz.
La primera en aparecer en escena fue China Zorrilla, incansable charlista a la hora de compartir anécdotas vinculadas a la escena, quien supo divertir a la concurrencia con algunos recuerdos de su larga trayectoria como intérprete y espectadora de teatro, retrotrayéndose a sus días de actriz junto a Margarita Xirgu, en una de sus intervenciones más aplaudidas. A pesar de haber sido anunciado en el programa de mano, el actor Enrique Pinti nunca llegó a la cita.
Tradicionalmente, el ITI invita a una personalidad del teatro para emitir su mensaje internacional (entre otros, fueron convocados Arthur Miller, Jean Cocteau, Eugene Ionesco y hasta el director argentino Jorge Lavelli, radicado en París). Este año, la elección recayó en la dramaturga egipcia Fathia El Assal. Sus palabras fueron leídas por la actriz residente en España Analía Gadé. Más referido a la dramaturgia que al teatro como expresión en sí mismo, la comunicación consistió en una virtual preceptiva del arte dramatúrgico, amén de un posicionamiento de la propia tarea, desde una óptica femenina. El mensaje nacional, por su parte, fue redactado por el coreógrafo Oscar Aráiz y leído por el actor Duilio Marzio. Allí se destacó el poder testimonial del teatro en virtud de “reflejar los actos del tiempo y de los hombres” y de la actividad artística en su conjunto, se puso especial énfasis en la tarea de aquellos “artesanos visibles o anónimos que animan el acto teatral”, actividad vital que, como un “microcosmos sinfónico, deja su marca indeleble en pensamientos y sentimientos”.
Durante su breve presentación, Marikena Monti cantó, acompañada por el pianista Oscar Laiguera, los tangos Quedémonos aquí, de Homero Espósito y Horacio Stamponi, y Años de soledad, de Piazzolla y Le Forestier. También leyó unas palabras de la dramaturga Patricia Zangaro (autora de Secreto a cuatro voces, obra que la cantante interpreta bajo la dirección de Diego Kogan), quien rescató, frente a las nuevas tecnologías del espectáculo, la especificidad del teatro, un arte que “puede prescindir de todo, salvo de la sabia presencia del espectador”, aparte de realizar una comparación de sabor borgeano y definir al teatro como a “un Aleph que contiene al universo”. Luego del potpurrí de canciones francesas que interpretó el bajo Alejo Laclau, acompañado por el pianista Pablo D’Anquino, el director y actor Jorge Hacker realizó un breve homenaje a Julio Cortázar, con el objeto de recordar al autor también en su faceta de dramaturgo. Además de referirse a Los reyes, pieza de 1949 que brinda una interpretación muy poco ortodoxa sobre el mito del minotauro, leyó uno de los 38 cuadros en los que se estructura la surrealista Nada a Pehuajó, obra del autor de Rayuela, que en estos días se presenta con éxito en París. Escrita en 1979, la obra fue descrita por Ugne Karvelis, segunda esposa del escritor, como “un relato acerca de la burocracia y su peso opresor dentro de un sistema comunitario”.
Si bien la teatralidad no estuvo ausente en la intervención de todos los cantantes convocados –el acto concluyó con tres temas interpretados por Jairo a quien la concurrencia no cesaba de pedirle bises–, la presentación del grupo Tangokinesis fue el tramo más espectacular de la noche, por su despliegue y contundencia expresiva. Su directora, Ana María Stekelman –quien afirmó en una frase potencialmente polémica que “la danza es teatro”–, presentó las coreografías que estarían a cargo de los nueve integrantes de su compañía: De Gaulle, Stabat Mater y La cumparsita, con música de René Lussier, Antonio Vivaldi y Gerardo Mattos Rodríguez, respectivamente, las tres pertenecientes al espectáculo Tangokinesis, estrenado hace doce años, cuando se formó el grupo homónimo. La última coreografía fue la impactante Nocturna, con música de Julián Plaza, fragmento de Lentejuela, espectáculo aún no estrenado por el grupo. El festejo dio lugar también a la entrega del premio Saulo Benavente al mejor espectáculo teatral extranjero presentado en el país durante la temporada 2003. Así, recibió la distinción (una estatuilla diseñada por el maestro orfebre Juan Carlos Pallarois) el Instituto Goethe, en representación de Martín Wuttke, actor del Berliner Ensemble, único intérprete de Artaud recuerda a Hitler y el Romanische Café, obra de Tom Peuckert dirigida por Paul Plaumper, vista durante el Festival Internacional de Buenos Aires.

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