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Espectáculos|Jueves, 15 de julio de 2004

EL CHAVO FUCKS, UN PERIODISTA DEPORTIVO MUTANTE

Diego “Chavo” Fucks proviene del periodismo deportivo, pero como panelista de Indomables logró instalarse en un lugar de “progre amargo” que padece los chismes de su propio programa.

Por Emanuel Respighi
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Fucks dice que el año pasado trabajaba solamente para parar la olla.
“Este año hay más calidad humana en el panel”, señala, sin hacer nombres.
Después de casi 20 años desempeñándose en el periodismo deportivo, Diego “Chavo” Fucks decidió patear el tablero, despojarse de los prejuicios de la profesión y animarse a reírse de todo y, fundamentalmente, de él mismo. Poco le importó que colegas y amigos le hayan dicho que del papel de “progre amargo” que interpreta diariamente en Indomables (lunes a viernes a las 21, por América) es muy difícil volver. “El ruso Verea, a quien respeto, me dijo que mi personaje en Indomables le va a joder mucho a mi carrera como periodista deportivo, que no había retorno”, cuenta Fucks, en la entrevista con Página/12. “Pero yo no estoy tan seguro de eso. En este país se vuelve de todos lados. Si hasta Menem, después de todo lo que hizo, ganó una elección... Incluso, Gonzalo Bonadeo se tiró durante años con Tinelli por el tiragoma y hoy es uno de los periodistas más respetados del país”, detalla el hombre de vozarrón grave y ojos achinados que, aunque se esfuerce, no logra dejar de sonreír.
Aun convencido de que su paso por Indomables no es más que una “tarea divertida”, el Chavo admite que no llegó al programa que encabeza Roberto Pettinato por una decisión meditada, sino fundamentalmente por una cuestión de necesidad y urgencia. “Acepté porque en el momento que Diego Gvirtz me ofreció la propuesta estaba sin laburo. Había terminado un ciclo que hacía con María Belén Aramburu en el 7 y necesitaba laburar para darles de comer a mis hijos.” Tal vez fue por esa necesidad económica que durante los primeros meses de trabajo el Chavo no se sentía cómodo como panelista, desencajado en un espacio que desconocía. “Es que la joda con el personaje –explica– se dio con el tiempo, a comienzos de este año. El año pasado yo aún estaba cargado con la mochila de periodista serio y no me llevaba bien con el panel que había. El panel actual tiene mejor calidad humana que el del año pasado y eso es fundamental en un programa como Indomables: sin el feeling que tenemos ahora no podríamos hacernos las jodas que nos hacemos a diario.”
–¿Cuántas veces se preguntó qué hacía en un ciclo como Indomables?
–Muchas. Yo debo tener el record de renuncias en Indomables. Sobre todo el año pasado, donde no me sentía cómodo. Después de cada opinión, me tapaba la cara con las manos y me decía: “Mi carrera se acabó”. Durante el último año, por primera vez sentí que sólo trabajaba para darles de comer a mis hijos. No disfrutaba del programa, no sentía placer alguno. Y no hay nada más feo para un periodista, que es un laburo vocacional, que no sentir placer por lo que estás haciendo. Yo pensé que mi carrera estaba acabada. Ahora el ciclo está más relajado, tiene un humor más fino.
–Es llamativo, a Sebastián Wainraich también le costó acoplarse al programa y hoy, ambos, cumplen un rol fundamental dentro de la estructura del ciclo...
–Lo que ocurre es que es un ciclo que si no pisás firme estás tambaleando: no es nada fácil seguirle el ritmo a un tipo como Pettinato. A mí me llamó Gvirtz y me ofreció trabajar en el programa con el argumento de que íbamos a hablar un poco más de política y salir de lo mediáticamente farandulero, si no no hubiera agarrado. Porque si bien la gente se acuerda sólo de la joda de Indomables, en el ciclo hablamos también del acto de la ESMA; yo tuve absoluta libertad para decir lo que pensaba del caso Blumberg, aun cuando mi pensamiento sobre ese caso iba contra la corriente. Lo pude decir en Indomables con total tranquilidad. Creo que en Indomables hay más libertad que la que tiene cualquier persona en un periodístico serio.
–Pero en Indomables el que habla es un personaje, no el Chavo Fucks...
–Es un personaje que está muy exagerado, absolutamente caricaturizado y ridiculizado por mí mismo. Cuando Mirtha Legrand le dice al novio de Graciela Alfano que se parece al Che Guevara y yo me pongo una boina, es una forma de ridiculizar los dichos de La Señora. No hay otra forma de analizar semejante barbaridad. Pero más allá de estar interpretando un personaje, yo no digo nada que no piense. Cuando hablo en serio, hablo en serio. La verdad es que la farándula no me interesa. Me parece patético el periodismo que se hace de la farándula: detesto la intromisión en la vida privada de la gente. No puedo creer que alguien viva pendiente de si uno se encama o no con alguien. Claro que detrás de ese periodismo, hay un gran negocio, es un periodismo extorsivo.
–¿Cree que su mensaje ideológico le llega a la gente a través de un ciclo como Indomables?
–Yo tengo una esencia: soy periodista. Y hoy Indomables es el espacio que tengo para comunicar cosas. No tengo otro. Siempre es bueno decir lo que se piensa. En el aniversario de Perón, por ejemplo, yo dije que la marcha del 17 de octubre en respaldo de su líder hoy hubiera sido titulada por los noticieros como “Caos de tránsito”, descuidando el fenómeno popular. ¿Está mal?
–Sus asociaciones delirantes entre espectáculo y política son un efectivo recurso humorístico...
–Lo que yo hago es exagerar mis cosas: es una exageración mi devoción por el salamín y el queso, es una exageración mi ánimo solteril, mi lunfardo antiguo. Todo en Indomables es exagerado. Es un juego para divertirnos. Me sorprende que haya gente que se tome en serio las peleas entre nosotros. Ahí es cuando me doy cuenta de que mucha gente compra todo lo que sale en la tele. La TV produce un grado de alienación incomprensible, mete la cabeza de la gente en una compactadora.
–¿Encontró en la TV un lugar mucho más relajado que la radio?
–Yo tengo buen humor siempre, pero todo depende del contexto. Y ningún contexto es mejor para divertirse que Indomables. Yo ya había hecho “humor” en TV hace años, en Cha Cha Cha, en una parodia de un ciclo deportivo en el que Capusotto, en la piel de un jugador, y Casero, en la de un árbitro, debatían cuestiones futbolísticas. Y, sin embargo, en esa misma época era columnista de Telefé Noticias. Yo no me tomo la TV seriamente. Los mejores medios para hacer un periodismo más artesanal son la radio y los diarios. En la TV actual casi todos los noticieros tienen la misma línea. El caso de los piqueteros es muy claro: todos hablan del caos de tránsito y dicen lo que la clase media-alta quiere escuchar. Nadie habla del nivel de pobreza que hay en el país, que es su causa real.
—¿Indomables es el programa antigénero de la TV actual?
–No tiene una definición clara. Es un ciclo que permite cualquier cosa. Es un periodístico-humorístico, pero en realidad es un delirio absoluto: casi que no nos importa nada. Tiene mucho de chachachesco, de Kids in the hall, de Austin Powers... El programa se nutre de todo eso. Lo que ocurre es que en la TV hay tanta mierda que hay ciclos que no se valoran. Creo que en el futuro Indomables se va a transformar en un programa de culto, como ocurrió con Cha Cha Cha y Todo por dos pesos.

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