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Espectáculos|Miércoles, 3 de noviembre de 2004
II FESTIVAL DE CINE JUDIO

Una cultura en miles de imágenes

Desde mañana, se verán en Hoyts Abasto más de treinta films con temática judía.

Por Mariano Blejman
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Me queda la palabra (Argentina), de Bernardo Kononovich.
No deja de ser sintomático que un festival de cine judío recupere el uso del idish, un lenguaje que fue hablado por unos 10 millones de personas y actualmente se encuentra en extinción y sin país, desde que Israel adoptó el hebreo como lengua nacional en los ’40. Casi un 30 por ciento de las películas del festival incluyen fragmentos en idish. Son más de treinta films de distintas nacionalidades, referidos a la temática judía, que se verán desde mañana y hasta el miércoles 10 de noviembre en el II Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina (FICJA), que como el año pasado se llevará a cabo en las salas Hoyts del Abasto de Buenos Aires. Esta segunda edición del festival –que en otras ciudades del mundo se realiza desde hace más de una década– se efectuará bajo la advocación del 110º aniversario de existencia de la AMIA, la mutual judía en la Argentina.
En su mayoría, los films aglutinados en el FICJA han sido galardonadas en otros festivales del mundo, tanto en los judíos (Nueva York, París, Girona, etc.) como en los festivales generales, como Biarritz, Jerusalem, San Pablo y Sarajevo, entre otros. La programación fue realizada por Luis Gutmann, fundador y director del FICJA. El festival tiene un Consejo de Notables conformado por Jorge Telerman, vicejefe de Gobierno de Buenos Aires; David Blaustein, director del Museo del Cine y realizador; Carlos Ferraro, presidente de Signis (Oficina Católica Internacional para Medios Audiovisuales); Guillermo Russo, sacerdote, y Manuel Tenenbaum, presidente del Congreso Judío Latinoamericano. También integran el Consejo de Notables Juan José Jusid, cineasta; Diego Melamed, escritor; Marcos Aguinis, psicoanalista y escritor, y Henny Trayles, actriz.
Habrá algunas visitas internacionales. Entre ellos, los cineastas Dan Wolman con su film La vida de Ben (Israel, 2003), Jorge Yohanan Weller y Sandi Simcha Dubowski (israelíes), y estará presente el argentino Bernardo Kononovich, entre otros. Se puede rescatar un film del ciclo “Broken Silence”, presentado por Steven Spielberg (director de La lista de Schindler) a través de su Shoah Foundation: Los ojos del Holocausto (Hungría, 2000), dirigido por Janos Szasz, está hablado en magiar e inglés, con subtítulos en español. Hijo de sobrevivientes del Holocausto, Szasz estudió teatro y cine en Budapest y ha dirigido varios films y documentales, entre ellos Woyzeck, ganador del premio Félix del cine europeo. En Argentina, el proyecto de “Broken Silence”, que cuenta historias de sobrevivientes a la Shoah, fue encarado por Luis Puenzo, director de La historia oficial.
Será una novedad el estreno absoluto en el continente americano de Idish Aroma, de León Horovits, hablada en ruso, idish, rumano y hebreo, film que explora la cultura idish actual. Se da junto a Todo lo que tengo (Israel, 2003), de Margalit. Del lado argentino se podrá ver Me queda la palabra (Argentina, 2004), de Bernardo Kononovich, que elabora una conexión entre el Holocausto y la masacre de los años ’70 durante la última dictadura militar. Kononovich, psicoanalista, indaga sobre los sobrevivientes de ambos campos de concentración y su relación con la vida cotidiana. Se exhibirá junto a Jai, film mexicano de Ariel Zylbersztejn.
También se verá El último sefardí (España, 2003), de Miguel Angel Nieto, en español y en judeo español, donde un joven rabino emprende la diáspora en recorrido inverso desde Israel hasta la España de los reyes católicos. Fe y tolerancia (Después del Holocausto) (2004), por Menachem Daum y Oren Rudavsky, hablada en inglés, idish y polaco, es de EE.UU. Menachem Daum es padre de dos hijos ortodoxos que viven en Israel. Preocupado por la posibilidad de que el aislamiento religioso los conduzca hacia conductas intolerantes, les propone un viaje a Polonia, a buscar a una familia católica que protegió a sus abuelos y los salvó del Holocausto. Adiós kerida, de Ruth Behar, habla de los judíos emigrados por América latina y se detiene en Cuba, donde la comunidad sefaradí se mantiene hasta hoy.

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