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Espectáculos|Sábado, 27 de abril de 2002
La señal HBO ESTRENA ESTA NOCHE “SIX FEET UNDER”

Los Fisher juegan con la muerte

La serie creada por el guionista de “Belleza americana” retrata la anormal existencia de una familia que vive de regentear una funeraria. Ese argumento le bastó para ganar dos Globos de Oro y superar en rating nada menos que a “Los Soprano”.

Por Esteban Pintos
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Nate y David Fisher, los hermanos herederos de la empresa familiar.
La pareja viene de tener sexo rápido en una dependencia de mantenimiento del aeropuerto de Los Angeles. Se conocieron en vuelo y al arribar el avión, el acto se hizo inevitable. Ya en el viaje hacia la casa de él (Nathan), ella (Brenda) inicia un diálogo coloquial sobre el karma de volver a casa de los viejos, reseña brevemente su historia familiar y pregunta “¿Y vos?”. Nathan (Nate, de aquí en más) resopla y responde. “¿Nosotros? Nosotros somos una familia normal”. Bingo: si algo está claro en “Six feet under”, la serie de trece capítulos que la señal premium HBO estrenará este sábado a las 23.15, es que la de los Fisher, protagonistas de la historia, no es un familia normal. Claro que eso se sabrá con el correr de la historia. Esta serie que mereció dos premios Golden Globe por su temporada 2001 –la primera, la que se estrena ahora en Latinoamérica– y que superó en niveles de audiencia de cable a la notable “Los Soprano”, pone sus ojos en la disfuncionalidad de la familia tipo americana, según la mirada irónica de su creador, de quien ya se tuvieron noticias al respecto en el cine.
“Six feet under” (“Seis pies bajo tierra”, un poco menos de dos metros en una traducción métrica aproximada) está escrita y producida por Alan Ball, el guionista de Belleza americana. La saga de la familia dueña de una casa de servicios fúnebres que se verá desde este sábado, en más de un sentido, se parece bastante al matrimonio de Kevin Spacey y Annette Benning, su hija y vecinos. Aquella era una historia de hipocresía y pequeños estallidos de violencia en un bucólico suburbio de una ciudad de los Estados Unidos, centrada en la figura de un hombre que se da cuenta del absurdo de su vida –supuestamente– modelo. Y de todo lo que sucede a su alrededor. “Six feet”... apunta directamente al corazón del núcleo de los Fisher, con el morbo agregado por la actividad que les reporta ganancias y sobre la cuál gira la historia. La muerte es dueña y señora: sobrevuela cada situación, incluso hasta en los ficticios comerciales que delimitan las escenas del primer capítulo, y se vuelve una presencia más, tangible aunque casi nunca vista desde la solemnidad. Velorios y cementerios son las escenografías habituales, tanto como el “arte” familiar de maquillar un cadáver. En este contexto no extraña que este primer episodio, el piloto que oficia de presentación de la serie, arranque... con una muerte. Prominente por cierto: es Nathaniel Fisher, patriarca y dueño de la empresa familiar. En el día en que estrena su nuevo “móvil”, una ambulancia de traslado de cadáveres con todos los adelantos tecnológicos, termina estrellado contra un largo ómnibus de pasajeros. Y final para su historia, aunque luego se verá que no es tan así.
Según Ball, los Fisher son “gente”. “Sólo son gente común, como cualquiera de nosotros y para ellos, la funeraria, es un trabajo. Siempre me fascinó la noción de gente que convive con la muerte de manera normal, cotidiana, aunque claro que eso luego termina afectando sus vidas. Que dejan de ser comunes”, razona. Sobre las similitudes temático-conceptuales con Belleza americana, el escritor opina que sí, que la serie y la película “tienen el mismo tono”. “Es un programa de televisión que calza perfecto con mi particular visión de las cosas, un poco oscura, cínica y con un particular sentido del absurdo. Pero al mismo tiempo, esperanzadoramente compasiva. Es difícil para mí categorizar “Six feet”... como una comedia, para mí es drama.”
Con semejante noticia se desayunan los protagonistas. Nate, el hijo díscolo que se fue a Seattle en buscar de aire, es el recién llegado que hace el amor en el aeropuerto y se entera de la muerte de su padre camino a casa. David, el hijo sobrio que esconde su relación con un policía negro y que secunda a papá en la funeraria, está conversando en la cocina con Ruth, su madre. Claire, la consentida que recién sale de la adolescencia y no sabe lo que quiere, está drogándose con su novio cuando le avisan. Estados alterados, de todos y por distintos motivos. En el transcurso delrelato, irán aflorando esas cosas que los hacen tan particulares. Por caso en los tres hermanos: Nate enfrenta la posibilidad de verse obligado a volver adonde nunca quiso; David a hacerse cargo del negocio familiar cuando lo suyo –está claro– es el bajísimo perfil, y Claire... La confusión de las circunstancias se potencia con el crack consumido, así que poco puede hacer, salvo romper cosas en uno de esos supermercados abiertos las 24 horas. Ruth, flamante viuda, estalla en crisis y confiesa una infidelidad que mantuvo en secreto durante años. El cuadro se completa con un gracioso personaje latino, Federico (a todos les cuesta llamarlo así, por cierto), el “artista” de la funeraria, encargado de trabajar sobre los cadáveres y hacerlos ver bien parecidos.
“Six feet under” es un producto televisivo impecablemente realizado, que no esquiva el morbo ni supera los niveles de buen gusto con su humor negrísimo y su necrofilia, tampoco al nuevo tipo de realismo mágico made in USA que su autor ya exploró en Belleza americana. No hay aquí pétalos ni bolsa de polietileno dejándose llevar por el viento. Pero sí un muerto que se aparece en su propio funeral. Antes y después, cada uno de los protagonistas siente vívidas situaciones que nunca se concretan (a la “Ally McBeal”). Alguien se ve gritando, pero mantiene la calma. Otro se imagina atropellado por un colectivo, pero se detiene frente a la señal “Don’t walk”. Nada es como parece en este mundo disfuncional de los Fisher, ni siquiera la muerte y mucho menos la normalidad de la que se jacta uno de sus integrantes cuando todo comienza.

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