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Espectáculos|Martes, 28 de diciembre de 2004
CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DE PETER PAN, DE J.M. BARRIE

Todo un siglo y sin arrugas

En 1904 se estrenó la versión teatral de Peter Pan, que más tarde se editaría como novela. Un clásico siempre joven.

Por Silvina Friera
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Foto subastada en Sotheby’s: el primer Peter Pan.
Cuando hace 100 años cayó el telón del teatro Duke of York en Londres, el público brindó un largo aplauso a los actores que representaron por primera vez las aventuras de ese niño que no quería ser adulto. “No quiero ir al colegio y aprender cosas importantes. No, señora, nadie va a atraparme para convertirme en un hombre. Yo quiero ser un niño para siempre y pasarlo bien.” Los espectadores estaban fascinados con las peripecias de Peter Pan, Wendy, el Capitán Garfio y el hada Campanilla. En el centenario de esta puesta en escena aún ronda la pregunta sobre los mecanismos esenciales que operan en esta historia que ha sido capaz de tocar un nervio crucial para cautivar la imaginación de todas las generaciones. ¿Por qué Peter Pan forma parte de las obras inmortales de la literatura? Este personaje es un mito que posee la cualidad de inventarse a sí mismo. Barrie no sólo consiguió entretener sino que logró traspasar la conciencia colectiva del público. La resistencia de este héroe infantil ofrece una fantasiosa huida hacia un sueño humano imposible.
Barrie aceptó que la obra se estrenara el 27 de diciembre de 1904 a regañadientes porque temía que fuera un rotundo fracaso. El escritor vaticinó, semanas antes de la representación, que las peripecias de su “niño soñador” tenían escasas posibilidades de éxito comercial. Quizá creía que la idea de un chico que se niega a crecer no iba a tener buena acogida entre los niños. Más bien los niños querían ser mayores. Pero se equivocó. “El entretenimiento ideal para Navidad ha llegado”, proclamó el diario The Scotsman, en una reseña sobre la función de estreno. El cuento que narra las vicisitudes de Peter Pan, junto a Wendy, sus hermanos y Campanilla, en el “País de Nunca Jamás”, fue un gran éxito, que inspiró en 1953 la famosa versión de dibujos animados de Disney. Un siglo después de su estreno teatral, el niño que no quería crecer sigue siendo tan popular y lucrativo como siempre, como demuestra la película Finding Neverland, protagonizada por Johnny Deep y Kate Winslet. El film, candidato a varios Globos de Oro y posible aspirante a los Oscar de Hollywood, bucea en la vida de Barrie y en sus motivaciones para inventar a Peter Pan. En Buenos Aires se estrenó este año el musical Peter Pan... todos podemos volar, protagonizado por Diego Reinhold y Favio Posca.
El personaje de la mitología infantil nació de las largas caminatas que Barrie realizaba en los jardines de Kensington en 1897. Acompañado por su perro San Bernardo, Porthos, Barrie les contaba a los hermanos George y Jack Llewelyn Davies, los hijos de unos amigos, los viejos cuentos de hadas. La amistad y simpatía por los niños no era una novedad de la época; antes, Lewis Carroll se había inspirado en los relatos que le contaba a la niña Alice Liddell para escribir otro gigante de los clásicos infantiles: Alicia en el país de las maravillas. Pero a diferencia del tímido Charles Lutwidge Dodgson, el verdadero nombre de Carroll, el célebre escritor escocés era un hombre pequeño, capaz de mover sus orejas cuando tosía y de levantar sus cejas en forma mágica. Barrie parecía uno de esos chicos. Entre otras cosas, les decía que todos los niños habían sido pájaros con anterioridad y que por esa razón necesitaban barras en las guarderías, porque durante sus primeros meses de vida bien podrían olvidar que ya no poseían alas. Sin embargo, Peter Pan (Peter era el nombre del hermano menor de los Llewelyn Davies; Pan por el dios griego que simboliza la naturaleza, el paganismo y el mundo amoral) podía volar porque no había sido pesado al nacer y había hecho uso de sus poderes voladores para escaparse de la guardería y vivir una existencia salvaje entre los pájaros y las hadas de los jardines de Kensington. Esta materia prima, la narración oral –igual que en Alicia...– encontraría cabida en las novelas de Barrie El pajarito blanco y, más tarde, en Peter Pan en los jardines de Kensington.Un capítulo aparte merecen las peripecias de la publicación de las historias de Peter Pan. La primera aparición de los relatos fue en 1902, cuando se publicó El pajarito blanco como novela para lectores adultos. Pero su editor, Hodder & Stoughton, aprovechando el éxito teatral, decidió publicar en 1906 algunos relatos extraídos de esa novela, con pequeñas alteraciones para los niños, bajo el título Peter Pan en los jardines de Kensington. Cuando Barrie escribió Peter y Wendy, que se publicó en 1911, hizo una transferencia desde las fantasías sobre los pájaros y las hadas en las guarderías, al mundo de las medicinas y las horas de acostarse (en el caso de las niñas) y de piratas, pieles rojas y sangre (para los niños). Con un tono de comedia, el escritor se instalaba en un territorio en el que la literatura infantil de aquel entonces normalmente no se adentraba.
Con motivo del centenario de Peter Pan, numerosos actos conmemorativos se han celebrado en Londres: una puesta en escena de la función en el Duke of York y una exposición en el Museo del Teatro. Además, el hospital Great Ormond Street de Londres, al que el dramaturgo escocés cedió los derechos de Peter Pan antes de morir, tiene previsto anunciar en el 2005 el nombre del autor que escribirá la segunda parte de la historia del niño que no quería ser adulto. En algunos portales de Internet un nombre se lleva las preferencias: el de la conocida escritora británica J. K. Rowling, creadora de las aventuras del mago Harry Potter.

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