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Espectáculos|Sábado, 19 de febrero de 2005
HOY SE CONOCERAN LOS PREMIOS EN LA BERLINALE

Tiempo de definiciones en Berlín

Ayer fue el último día de la competencia. Y no parece que los films Kong Que y Anklaget vayan a incidir en el palmarés.

Por Luciano Monteagudo
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Kong Que, ópera prima del chino Changwei Gu, ex director de fotografía de Zhang Yimou.
La suerte está echada. Ayer fue el último día de la competencia oficial y hoy se darán a conocer los premios de una Berlinale cuya edición número 55 parece más esquiva que nunca a los vaticinios, particularmente con un jurado tan heterogéneo como el que preside el director alemán Roland Emmerich, radicado en Hollywood, donde factura películas que los festivales –empezando por el de Berlín– no suelen programar en concurso, como Godzilla y El día después de mañana. Si hubiera algo parecido a la justicia en el palmarés, ciertas películas no deberían quedar afuera de los premios principales: La nube errante, del taiwanés Tsai Ming-liang; El sol, del ruso Aleksandr Sokurov; Thumbsucker, del indie norteamericano Mike Mills; La espada oculta, del veterano japonés Yoji Yamada. Otras apuntan como favoritas a la palestina Paradise Now, de Hany Abu-Assad, y a la húngara Sin destino, de Lajos Koltai, con guión del Premio Nobel Imre Kerstéz, sobre su propio caso de supervivencia en un campo de concentración. Y como mejor actor y actriz, respectivamente, vienen sonando los nombres de Michel Bouquet, por su composición del ex presidente francés François Mitterrand en Le promeneur du Champ du Mars, de Robert Guédiguian, y de la alemana Julia Jentz, por su protagónico en Sophie Scholl: los últimos días, sobre el caso de estudiante universitaria de Munich que en 1943 fue arrestada y ejecutada por integrar un grupo de resistencia al régimen nazi.
El cierre del concurso estuvo ayer a cargo de dos directores debutantes, que llegaron a concretar su primera película después de haberse formado con algunos de los cineastas más importantes de sus respectivos países, aunque no demostraron necesariamente estar a la altura o en el camino, al menos, de sus mentores. La película china Kong Que (Pavo real), ópera prima de Changwei Gu (que supo ser el director de fotografía de los dos realizadores más famosos de su tierra, Zhang Yimou y Chen Kaige), se ocupa de los sueños y decepciones de tres hermanos en un pequeño pueblo de provincia, allá por los años ’70, cuando la Revolución Cultural de Mao había quedado atrás pero se hacía sentir el rigor de la llamada “Banda de los cuatro” y el futuro era un horizonte demasiado triste y cercano. La película, más que adoptar una forma de relato clásica, se diría que es lisa y llanamente académica, un poco también lo que sucede, a su manera, con Anklaget (Acusado), un drama sobre la desintegración de una familia tipo, firmado por Jacob Thuesen, que fue el montajista de varios films de Lars Von Trier y Susanne Bier.
Por afuera de la competencia, el Forum del Cine Joven ofreció un resarcimiento, empezando por la película argentina Cómo pasan las horas, segundo largometraje de Inés de Oliveira Cézar, que tuvo una buena recepción aquí en la Berlinale, con salas a pleno y programadores de otros festivales muy atentos. Escrita en colaboración con el dramaturgo Daniel Veronese, la nueva película de Oliveira Cézar (que en el 2001 había hecho La entrega) describe unas pocas horas en la vida de una familia, cerca de la playa de Monte Hermoso, en pleno otoño. Juan (Guillermo Arengo) se lleva a pasear a su pequeño hijo de cuatro años a la orilla del mar, mientras que René (Roxana Berco) decide en cambio ir a buscar a su madre a la clínica donde lucha contra el cáncer (personaje a cargo de Susana Campos, quien fallecería apenas unos días después de concluido el rodaje). Ambas líneas siguen caminos paralelos, hasta que un acontecimiento inesperado viene a re-significar todo el film y a otorgarle otra dimensión al tiempo que comparten los personajes, haciendo de cada instante un momento único, irrepetible, trascendente. Dos grandes aliados tiene Oliveira Cézar en su película: el montaje de Ana Poliak (la directora de Parapalos), que le da al film un tempo grave, una respiración muyparticular; y la fotografía de Gerardo Silvatici, rica, compleja, profunda, aunque a veces demasiado signada por la influencia de las imágenes anamórficas del cine de Aleksandr Sokurov.
En este sentido, Cómo pasan las horas no desentona, en todo caso, con el espíritu del Forum, donde prevalecen films como Krisana (La caída), del alemán Fred Kelemen, junto con Christian Petzold, uno de los mejores cineastas de su país. Conocido en la Argentina a partir de una retrospectiva que le consagró el Bafici en el 2003, Kelemen tiene una obra escasa pero significativa, con films de una gran exigencia, como Fate (1994), Frost (1998) y Abendland (1999), que lo ubican en esa categoría de cineastas visionarios, un poco a la manera del húngaro Béla Tarr, con quien trabajó como director de fotografía. Cuando estuvo en Buenos Aires, dos temporadas atrás, Kelemen expresó su temor a tener que abandonar el cine, por falta de productores que quisieran involucrarse en proyectos de riesgo como los suyos. Y aunque no los encontró en Alemania pudo recibir apoyo de la Academia de Cultura de Latvia para filmar este pequeño cuento moral que es Krisana, la historia de la obsesión de un hombre por una mujer desconocida, que se habría suicidado sin que él hiciera nada por evitarlo. Filmada en un contrastadísimo blanco y negro digital, en las laberínticas calles nocturnas de Riga, Krisana es un feliz anacronismo: un film existencialista.

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