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Espectáculos|Jueves, 17 de marzo de 2005
PROYECTOS DE LA FUNDACION CIUDAD DE ARENA

Un espacio para el más allá

En un encuentro con escritores –Laiseca, Shua y Rudy, entre otros–, Gabriel Guralnik dio a conocer las actividades de la entidad para este año: publicaciones, certámenes y seminarios.

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Guralnik promueve la difusión de los géneros fantástico y de ciencia ficción.
“Este año queremos doblar la apuesta”, les dijo Gabriel Guralnik a los invitados que anteayer a la nochecita coparon la sede de la Fundación Ciudad de Arena para asistir a la “Inauguración del ciclo 2005”, consigna que sirvió para ratificar este espacio como punto de encuentro para escritores, especialmente los que incursionan en el fantástico y la ciencia ficción: ahí estaban, entre otros, Ana María Shua, Alberto Laiseca, Rudy, Liliana Díaz Mindurry, Patricia Suárez, María Rosa Lojo, Rafael Pinedo, Alejandro Alonso, Elsa Drucaroff y Carlos Gardini. Enseguida el anfitrión –que armó esta entidad hace un par de años– adelantó el plan de actividades pensadas hasta fin de año, un periplo que prevé para el mes que viene la participación en la Feria del Libro: allí Laiseca dará un par de conferencias, habrá una exposición de “obras raras e históricas” de estos géneros, se proyectarán cortos nacionales de ciencia ficción, Pablo de Santis y Pinedo dictarán un taller de estímulo al lector y se interactuará, siguiendo la guía de lo que Guralnik llamó “un personaje mítico”, a través de un recorrido por “El laberinto fantástico de la Feria”.
En Ciudad de Arena confluyeron algunos escritores de trayectoria y vasta obra publicada, otros que habían publicado casi exclusivamente en el exterior y otros que recién empiezan: eso ya es muy raro en el medio, fantástico, casi de ciencia ficción. Guralnik parece tener todo que ver con eso: así lo señalan los escritores, así se observa al verlo moverse. Cada tanto dice “éxito”, “líder”, “los beneficios de acercarse”, palabras asociables con el marketing, pero eso convive con toques cercanos a lo franciscano: la calidad de las placas de los premios, la sencillez de las oficinas en el barrio de Once, los vasos y las sillas de plástico. Bromea, él, sobre eso, cuando le dice “aula magna” a un ambiente de cuatro por cuatro. El asunto es que el hombre organiza. Y convoca: el año pasado metió a cien escritores y periodistas en un tren y los llevó de viaje por la Patagonia. Y editó, a través de Página/12, diez libros, y entre los autores estaban Angélica Gorodischer, Carlos Gamerro y Marcelo Cohen.
Guralnik planteó la apertura de cuatro concursos: dos de cuento fantástico (uno abierto, otro para docentes de Buenos Aires), otro de corto cinematográfico y el último de ensayo monográfico. También describió los talleres que darán varios escritores a lo largo del año, anunció una fiesta para mayo por los ciento cincuenta números de la Revista Axxón (especializada en ciencia ficción) y la donación de un millar de libros a escuelas, y fechó para septiembre el Tercer Encuentro de Creadores, tres días de conferencias, debates y mesas redondas de escritores, cineastas y especialistas en los géneros, a los que se sumarán inventores contemporáneos. Entre las publicaciones para este año hay una antología de relatos fantásticos y Armar un cuento, de Laura Massolo y Liliana Díaz Mindurry.
“Acá se da todo lo contrario a una cofradía –explicó Alejandro Alonso, autor de La ruta a trascendencia–. Generalmente el fantástico no se relaciona con la parte académica, y los que hacen cine tampoco se encuentran mucho con los que hacen literatura, y entonces se produce una comunicación cruzada entre varias instancias que exceden a cada grupito en particular. La energía que se genera es muy importante, mucho más que la suma de las partes”. “Creo que este es un espacio único, de momento, en la Argentina –señaló la escritora Patricia Suárez–. Y me parece que abre muchas posibilidades para escritores específicos del género fantástico, que tiene tanta tradición entre nosotros. Este es un oficio muy solitario, y muchas veces muy ególatra; si se combinan mal la soledad y la frustración ante las críticas ajenas, los escritores suelen quedar muy aislados. Si a eso se le suma el resentimiento y el rencor que uno puede tener con las editoriales... Por eso digo que éste es un espacio único de reunión”. “Este género fue visto como menor, o ‘de evasión’, por una elite, y por eso es tan importante este espacio”, explicó Díaz Mindurry.

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