El comediante Hugh Laurie se luce en la serie como un médico ácido y antipático.
Por Roque Casciero
De transferencia con los pacientes, nada de nada.
El tipo tiene el peor carácter que se le haya visto al protagonista de una serie dramática en toda la historia de la televisión. Es arrogante, insufrible, desconfiado y cabezadura. Pero es el médico más brillante de la clínica en la que trabaja, especialista en diagnosticar enfermedades extrañas que ponen en jaque al grupo de colegas que trabajan para él. Su nombre es Gregory House y desde el primer capítulo de Doctor House, que emite Universal Channel los jueves a las 22, se ha visto su fobia a tener contacto con los pacientes (no quiere escuchar sus historias porque, dice, “todos mienten”), su brutal honestidad y su extraordinario instinto para atacar la enfermedad. El encargado de encarnarlo es el comediante inglés Hugh Laurie, quien se destaca en un papel que es la contracara de los que le tocaron hasta ahora (en películas como Stuart Little, por ejemplo).
“Con la historia que tiene la televisión norteamericana, ciertamente fue muy valiente que los que hacen el programa hayan elegido un protagonista aparentemente tan antipático”, explicó Laurie en una teleconferencia de la que participó Página/12. “Por lo general, esos personajes están al margen de la acción y en el medio están los médicos amables y considerados. Pero, al mismo tiempo, pienso que los estadounidenses se han dado cuenta muy rápidamente de que House no sólo hace el bien, sino que además se regocija con su libertad. El no tiene esa ansiedad por quedar bien que está en los demás; de hecho, le importa un bledo. Creo que deberíamos ser un poco más así, más libres.”
El doctor House usa bastón y toma Vicodin como si fueran caramelos a causa de una dolencia mal tratada en una pierna. Justo le pasó a él, el experto en diagnósticos... La serie ya va por su segunda temporada en Estados Unidos, donde la ven 15 millones de televidentes cada semana. Algunas de las escenas de Doctor House parecen “inspiradas” en la exitosa serie C.S.I. (que emite Sony), porque utiliza la misma clase de efectos especiales para hacer una especie de viaje al interior del cuerpo humano. En el capítulo inicial de la tira, una joven maestra sufría un ataque en plena clase y, aunque se suponía que tiene un tumor cerebral, los resultados de los estudios eran contradictorios. Entonces un médico del hospital, mintiendo que la enferma era su prima, le pidió a House que se interesara en el caso. Que fue más extraño de lo esperado por el doctor y por sus tres asistentes, lo que le otorgó el suspenso necesario a la trama: la maestra tenía una extraña variedad de ¡lombriz solitaria! Además, House debió atender pacientes por imposición de la dueña del hospital, lo que para el profesional constituye un verdadero horror.
Para Laurie, caminar por los pasillos de una clínica no es nada raro: su padre era médico y él fantaseó con la posibilidad de seguir esa carrera. “Cuando tenía 15 o 16 años, que es el momento en que te preguntás qué carrera vas a elegir, fui a una entrevista en el London Hospital”, recordó. “No me acuerdo por qué no lo hice, supongo que fue porque soy demasiado vago. Los médicos que conozco, incluido mi padre, se caracterizan por su contracción al trabajo. Es gente que presta atención en la escuela, que desde muy chica es aplicada. Yo siempre fui demasiado vago y disperso como para ser médico. Supongo que no estaba hecho de esa madera.”
El actor no duda un instante cuando se le pregunta si iría a ver a un médico tan malhumorado como el que le toca protagonizar: “Si mi vida estuviera pendiendo de un hilo, como la de los pacientes de House, iría antes al buen médico antes que al médico amable. Definitivamente. Y estoy seguro de que mi familia haría lo mismo. Por supuesto que la amabilidad es algo hermoso, pero si está en juego tu vida, querés al mejor. Obviamente, en un mundo ideal uno quisiera un médico excelente y amable. Pero, la verdad, si viviéramos en un mundo ideal no nos molestaríamos en hacer programas de televisión”.
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