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Espectáculos|Sábado, 23 de abril de 2005
HOY SE ANUNCIAN LOS PREMIOS OFICIALES

Un final que no estuvo a la altura de toda la competencia

Decepcionaron la danesa Aftermath y la china Mongolian Ping Pong.

Por Horacio Bernades
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Mongolian Ping Pong denuncia rápidamente sus demagógicas intenciones de agradar.
Con un denso melodrama de duelo familiar y una suerte de comedia etnográfica-infantil se cierra la competencia internacional de la 7ª edición del Bafici. Para un festival cuyo principal objetivo es darle lugar al cine menos convencional, ambas resultan elecciones bastante discutibles. Sólidamente narrada, la danesa Aftermath no trasciende los límites de la previsibilidad, mientras que a la china Mongolian Ping Pong se le nota a la legua que fue pensada para agradar a todo el planeta. Se le nota tanto, que puede terminar despertando la reacción contraria. Parece claro que ni una ni otra están a la altura de lo mejor que mostró, a lo largo de nueve días, la competencia internacional de esta nueva edición del Bafici, que concluye mañana.
Opera prima de la muy conocida actriz danesa Paprika Steen (que actuó en casi todas las películas del Dogma, desde La celebración hasta Corazones abiertos, pasando por Los idiotas), Aftermath trata –como la segunda de las nombradas– sobre las consecuencias de un grave accidente. En este caso, uno que se cobró la vida de una adolescente. Centrada sobre todo en los padres de la chica, pero abriéndose también a otros personajes (un matrimonio amigo de los deudos, la mujer que atropelló a la muchacha, una madre soltera que se resiste a asumir su condición), la película de Steen incursiona en temáticas frecuentísimas en el cine actual, como el duelo, la muerte del hijo, la paternidad en crisis. De allí se expande en una suerte de espiral continua, que abarca desde la soledad urbana hasta las crisis de identidad, recorriendo las distintas caras del malestar contemporáneo.
Más allá de que bien puede ser vista como una ardorosa defensa del instinto materno (y tal vez paterno) y de su consecuente condena a quienes se resisten a asumir esa determinante, la mayor objeción que despierta Aftermath es su previsibilidad dramática. Describiendo un arco que lleva –con la inexorabilidad de una línea de puntos– de la negación del duelo a su aceptación, la nada dogmática película de Steen (tiene muy poco que ver con el Dogma) adquiere mayor interés cuando lleva a sus personajes a las reacciones más desajustadas. La protagonista –que trabaja como asistenta social– está al borde de secuestrar al hijo de la chica a la que debería supervisar, mientras que su marido intentará asesinar a la mujer que involuntariamente los sumió en la desgracia. Tan espléndidamente actuada como todo film danés, lamentablemente Aftermath termina haciendo votos por la salud, con lo cual no hace más que confirmar que lo que en terapia es deseable, en términos dramáticos suele no serlo.
En los antípodas de este drama tan grave se halla Mongolian Ping Pong, opera prima del realizador Ning Hao, que como su título lo indica transcurre íntegramente en esa desolada zona del norte de China. Como si se tratara de Urga –aquel film de Nikita Mijalkov– en plan de comedia-familiar-para-todo-público, Mongolian Ping Pong desarrolla una serie de viñetas, en las que el enfoque etnográfico convive con el apunte simpático. El pater familiae enlaza caballos o curte pieles de oveja, la abuela teje a la manera tradicional y los niños de la zona descubren, como parte de sus juegos, cierto objeto extrañísimo flotando en la laguna. Es blanco y redondo, por lo cual los pequeños lo bautizan “perla brillante” e intentan descular su funcionalidad. Se trata, claro, de una pelotita de ping pong, deporte nacional chino, que vaya a saber cómo fue a parar a esas des-habitadas llanuras.
Como toda película protagonizada por niños que pecan de simpaticoides, Mongolian Ping Pong denuncia demasiado rápidamente sus intenciones de agradar, como si la hubiera filmado un Truffaut achinado y reblandecido. Desentona más aún en una competencia que hasta ahora había mantenido férreamente el perfil que le es propio al festival porteño, presentando gemas absolutas como la española El cielo gira, la francesa L’esquive, la coreana Spying Cam y las tres argentinas (Cándido López, Samoa y Monobloc), para nombrar sólo algunas de las mejores. Hoy a las 20, cuando el 7º Bafici anuncie oficialmente su premiación, habrá ocasión de comprobar si los distintos jurados piensan igual.

Aftermath se verá hoy a las 16 en el Hoyts 6 y mañana a las 15.30 en el cine América. Mongolian Ping Pong, hoy a las 11.15 en el Hoyts 10 y mañana a las 13.15 en el América.

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