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Espectáculos|Viernes, 13 de mayo de 2005
OCTAVIO BUSTOS PRESENTA POPOVOSKI EN ESPACIO ECLECTICO

El rebusque como derecho

Por Sebastian Ackerman

En la Argentina posdevaluación, los abogados tuvieron más trabajo que de costumbre, sobre todo aquellos que demandaron, en nombre de sus representados, a los bancos “pesificadores”. Pero otros no se internaron en los tribunales sino que abrieron los ojos a este nuevo cambio de la realidad nacional, en la que muchas personas, sin ahorros bancarios, debían rebuscársela como podían. Octavio Bustos, abogado desde 1991 y clown, creó a Popovoski, un personaje que hace del rebusque su estilo de vida. “La profesión del Derecho tiene que ver con problemas concretos y cosas actuales, y a mí eso me da un elemento interesante para llevar al teatro. La del Derecho es una mirada más institucional de las cosas”, asegura Bustos, que presenta Popovoski, su nuevo espectáculo, en Espacio Ecléctico.
Esa mirada institucional aparece reflejada en sus espectáculos, pero sin ser explícita sino como un guiño al espectador. “Popovoski lleva una changa al ridículo de que se arma con eso un laburo y una profesión –explica Bustos–, y habla de elementos que tienen que ver con un trabajo organizado, agremiado, reglamentado; seguramente si no hubiera estudiado Derecho no tendría esa visión ni ese conocimiento sobre determinadas cosas”; lo que lleva al personaje, por ejemplo, “a hablar de la Gorra Mínima, Vital y Móvil. Y funciona”, analiza.
Popovoski es uno más de la mitad argentina empobrecida que “se cayó del mapa”. Camiseta, pantalones y una soga en lugar de cinturón, con la clásica nariz de payaso, representa al personaje urbano porteño, ese estereotipo que se creó sobre los habitantes de la Capital Federal: el agrandado que tal vez no entiende nada. “Popovoski –dice Bustos– es un personaje de Buenos Aires, y tiene cierto agrande, posicionado desde un lugar de ‘aquí estoy yo’, que para mí es muy de acá. Siempre está, no dando clase, pero como que el tipo conoce desde dónde está hablando, aunque puede estar haciéndolo desde la nada, desde la ruina”, y que “lo que le causa gracia al público es la inconciencia, el desenfado que él puede tener para decir o mostrar las cosas”.
Hacer comedias con esta temática, sin embargo, no es un trabajo sencillo. ¿Cómo hablar de pobreza y hacer reír sin burlarse del otro? Bustos arriesga una respuesta: poniéndose en el lugar del otro, reflexionar desde allí sobre el tema: “Trato de ponerlo a Popovoski en el centro de la situación; el personaje no habla de otros, habla desde donde está él, en este caso desde un lugar de pobreza. Desde ahí trata de rescatar situaciones de dignidad y, sobre todo, legitimarlo desde ahí, desde la dignidad de quien trabaja y con eso se busca el sustento”. Este cordobés que llegó a la Capital a mediados de los ’90, y que venía a estudiar Comercio Exterior, ya hacía teatro en Córdoba y buscó desde el principio darle continuidad a su pasión. Aunque la mantenía en secreto: “Cuando estrené El chow en el Centro Cultural de la Cooperación (en el 2003) yo iba de saco y corbata a mi trabajo y en la misma cuadra de la oficina estaba en un afiche. Era la primera vez que aparecía en un afiche en la calle Corrientes disfrazado de clown. Era medio surrealista, porque como yo no había comentado que hacía teatro, era muy loco que alguien de la oficina pasara y viera eso. Siendo Buenos Aires tan grande, que a la cuadra se diera esta dicotomía era muy raro. Igual creo que hay muchos artistas en este país que estamos, por necesidad, diversificados”, opina Bustos.

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