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Espectáculos|Miércoles, 25 de mayo de 2005
TERCERA SEMANA DE EDITORES EXTRANJEROS EN BUENOS AIRES,
UNA INICIATIVA PARA DIFUNDIR LAS LETRAS ARGENTINAS

Editores detectivescos para descubrir nuevos autores

Representantes de editoriales suizas, alemanas, inglesas, francesas y turcas desembarcaron en Buenos Aires para celebrar, por tercera vez consecutiva, una semana en la que les serán presentados textos de autores argentinos: buscan el tesoro entre las plumas del Cono Sur.

Por Silvina Friera
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La norteamericana Esther Allen, el turco Halil Beytas y la francesa Anne Marie Metailié.
Con ánimo de traducir y hacer viajar la literatura argentina por el mundo. Así empezó la semana de editores extranjeros en Buenos Aires el lunes pasado –que se realiza por tercera vez consecutiva hasta el próximo sábado–, organizada por la traductora y editora Gabriela Adamo. Suizos, alemanes, ingleses, franceses y turcos coinciden en señalar que no quieren a los escritores argentinos consagrados –y ya traducidos–; ellos buscan descubrir qué hay de nuevo por estas tierras, a las que se refieren, con frecuencia, como el “Cono Sur”. Todos son como detectives que escuchan el nombre de un autor y van detrás de las pistas que los conduzcan a los libros. La editora francesa Anne Marie Metailié le dice a Página/12 que ella publica lo que se corresponde con su gusto de lectora. “A mí me interesa la literatura narrativa, y me parece que los latinoamericanos han conservado un gusto por contar y narrar con recursos literarios de una gran inventiva”, explica la fundadora de ediciones Metailié, editorial que cuenta con un catálogo de más de 600 títulos publicados –la mitad son traducciones del español–, en 25 años. “Lo que me impresiona de los autores argentinos es que no escriben para el mercado”, agrega el editor turco Halil Beytas, de Dogan Kitap, y traductor de Osvaldo Soriano.


La narración gana la partida

De “las literaturas del sur”, precisa Metailié, especialmente de Argentina, ella ya publicó a Silvia Iparraguirre, a Mempo Giardinelli, a Pablo de Santis y a Maitena. “No hay una idea previa cuando empiezas a construir un catálogo, en realidad se va haciendo con lo que encuentras en el camino –comenta con entusiasmo–. Y en las paradas de ese camino hay un gran porcentaje de casualidad; los encuentros con los libros son siempre azarosos, como los encuentros con las personas.” Y el editor turco lo confirma cuando pregunta: ¿dónde se puede comprar camisetas de San Lorenzo? Beytas se hizo hincha del Ciclón, después de leer a Soriano, de quien tradujo al turco Una sombra ya pronto serás y A sus plantas rendido un león. El inefable azar, una vez más, barajó las cartas y permitió que este licenciado en Filología hispánica de la Universidad de Estambul se encontrara con el gordo Soriano. “Un amigo que tenía una editorial me mandó esos dos libros de Soriano y yo empecé a leerlos para realizar un informe –recuerda Beytas–. Me enganché tanto que sentí que encontraba a un amigo.” El editor turco confiesa que muchas veces se preguntó para qué sirve la literatura, respuesta que encontró mientras traducía los libros del escritor argentino, a quien no llegó a conocer personalmente. “La relación que tengo con la obra de Soriano supera la que se puede entablar entre un traductor y el autor –aclara–. Yo me siento su amigo, y cuando leí los artículos publicados en Página/12, después de su muerte, lloré porque había perdido a mi amigo.”
Para Metailié –que estudió literatura española y portuguesa–, en América Latina se conserva el arte de narrar porque hay una tradición muy fuerte. “A todos los latinoamericanos les gusta contar una historia, hasta cuando hacen chistes. En Francia no es así, y en la literatura, en particular, se cuida más la forma, se hacen objetos bien hechos, pero que van hacia la nada. Los escritores latinoamericanos que publico cuentan buenas historias que están ancladas en la realidad, hasta cuando son fantásticas.” La editora francesa subraya que este tipo de encuentros le acerca una información “preciosa” sobre el presente de la literatura argentina, que ella sola, desde París, nunca obtendría. El lunes pasado un puñado de críticos y especialistas, entre otros Elsa Drucaroff y Carlos Gamerro, trazó las coordenadas del presente literario ante los editores invitados: además de Metailié y Beytas, estuvieron la traductora norteamericana Esther Allen (ver aparte), la alemana Katrin Fieber, los brasileros Alberto Martins y Luciana Villas Boas, los ingleses Jean Mc Neil y Richard Gwyn, y la suiza Christine Stemmermann. “Hay una serie de autores, que por lo que escriben y el lugar que ocupan en la literatura argentina estoy muy interesada en que puedan integrar el catálogo de mi editorial –anticipa Metailié–. Voy a leer a Hebe Uhart, a Angela Pradelli, a Matilde Sánchez, a Alejandro López, a Washington Cucurto, y a Martín Kohan.”
–¿Estos escritores ya tienen garantizado un lugar en su editorial?
–No sé... depende del resultado de las lecturas. Los cocineros franceses te dicen “no hago una cocina del mercado”, esto quiere decir que yo voy al mercado y lo que aparece me permite establecer mi menú (risas). Quiero que los franceses lean libros que sean muy argentinos, pero que puedan tocarlos y hacerlos soñar con otra cosa. A mí me interesa la literatura que te lleva fuera de ti. Francia es un país donde la gente está muy deprimida, encerrada, y no puede ver que la vida que ellos llevan no es tan terrible. Yo persigo al público que quiere descubrir cosas nuevas, lo desconocido. A medida que pasan los años, me interesan más los jóvenes.


La lengua de la resistencia

Beytas, hincha del Galatasaray en Turquía, cuenta que él tiene una formación de militancia política: a principios de los ochenta, fue miembro del grupo socialista El camino revolucionario. “A los turcos, América latina nos dio la lengua de la lucha y la resistencia”, dice el editor y traductor, que ha publicado en su país a Chico Buarque, Soriano, el mexicano Ignacio Padilla y el colombiano Santiago Gamboa, entre otros. “Yo no había estado nunca acá, en mi cabeza tenía una Argentina y me parece que no me equivoqué –sostiene–. Encontré el país que tenía en mi imaginación.”
–¿Cómo es esa Argentina que imaginó?
–Mi formación es bastante europeizante, pero los turcos espiritualmente no somos europeos, estamos en el límite, entre las fronteras de dos culturas, y por eso la cultura europea es para mí algo a lo que hay que enfrentarse. Y de ese cuestionamiento saco algunas conclusiones que se asemejan a lo que ocurre en Argentina. Aquí adoptaron la cara positiva de la cultura europea, pero por estar tan lejos de ese centro la cultura argentina se está alejando un poco de la cara negativa de esa cultura, la está enfrentando.
“Como editor, tengo que enfrentarme con una dificultad: los turcos tienen un gusto formado por el boom de la literatura latinoamericana, pero hoy lo que se escribe acá no tiene nada que ver con eso”, advierte Beytas. “No se puede decir que los franceses no se interesan por la literatura latinoamericana. Eso se acabó en los años ’80; ahora los lectores franceses se enamoran de un autor y lo siguen, sin importarles la nacionalidad”, asegura Metailié. Los editores extranjeros, que regresarán a sus respectivos países este fin de semana, no paran de reunirse con editores argentinos, agentes literarios, traductores y críticos. Ninguno quiere irse con las manos vacías porque saben que los tesoros literarios argentinos están a la vuelta de la esquina, esperando ser descubiertos.

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