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Espectáculos|Miércoles, 12 de junio de 2002
LAS NUEVAS TEMPORADAS DE “LOS SIMPSON” Y “FUTURAMA”

El mundo según Matt Groening

Los primeros capítulos reafirman la vocación del autor por criticar la cultura contemporánea estadounidense y sus variantes de renovación.

Por Julián Gorodischer
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“Los Simpson” satirizan productos como “Harry Potter”, entre otros.
La torpeza, para Matt Groening, es una forma de la virtud. Sólo los héroes torpes, cree el creador de “Los Simpson” y “Futurama”, enriquecen una trama, posibilitan giros imprevistos en la historia y dan a los dibujos una función crítica que sobrepasa la narración. Ser torpe para Fry, en el primer capítulo de la nueva temporada de Futurama (domingos a las 20, por Fox), implica meter aluminio en un microondas y convertir el error doméstico (radiación mediante) en un viaje al pasado, giro excepcional a la trama futurista. Ser torpe para Homero, en el primer capítulo de “Los Simpson” (domingos a las 20.30), que incluyó tres episodios de Día de Brujas, consiste en irritar a una gitana y ganarse una maldición familiar que convierte a Marge en mujer barbuda y a Bart en chico de hule. Homero y Fry, héroes torpes, exaltan su cualidad y la convierten en un disparador de la lógica Groening: alterar la normalidad y poner a funcionar a la historia como una crítica al entertainment norteamericano.
A los detractores de “Futurama”, que acusaron pintorequismo futurista y trama desdibujada, Groening responde con un primer capítulo fuera de lo habitual que modifica la referencia. Esta vez, es el año 1947, y Fry y sus amigos están en el pasado, puestos a buscar un microondas que vuelva a abrir un agujero en el espacio y permita el retorno. Con cita obligada a Volver a futuro, los personajes repiten sentencias del manual de estilo del cine de viajes temporales: no modifiques nada; no alteres la historia. Al facilitar la muerte de su abuelo, poniéndolo a resguardo en un campo de pruebas nucleares, Fry reafirma su torpeza como una forma de la parodia al canon, y Groening insiste con aquello de que el brillo de los espejitos de colores futuristas es lo que menos importa, en una trama más preocupada por comentar y citar su cultura contemporánea que por creerse a sí misma. Cuando a Fry advierten sobre no modificar nada, él tiene sexo con su abuela. ¿Se puede ir más lejos?
“Los Simpson” llega todavía más lejos. Los iconos sobrevalorados de la cultura norteamericana se incorporan a Springfield como estrellas invitadas. Crítico de su tiempo, observador atento de la industria cultural y sus mutaciones, el dibujo de Groening no podría quedarse al margen del sino de la era y, entonces, muta a tono con el fetiche fantástico que caracteriza el boom norteamericano del 2001-2002: desde la saga Harry Potter al Señor de los Anillos, y sin llegar a tiempo para incluir al Hombre Araña pero anticipándolo. El resultado es un Springfield sobrenatural en el cual Los Simpson salen en busca de un duende del bosque para revertir el maleficio de la gitana (en el episodio “Terror en la ciudad”), son atacados por una computadora con voz de Pierce Brosnan enamorada de Marge (en “La casa de Simpson”) y son parte de una escuela de hechiceros al mejor estilo Potter (en “Pequeños magos”).
El gran baúl de la cultura norteamericana toma forma en Springfield o en Futurama. Convertidos en guías por el Infierno de Groening, Homero, Bart y familia, y Fry, se hacen cargo del mundo exterior, lo incorporan a sus vidas, pero nunca como consumidores. Ellos no se reconocerían como lectores de Potter, espectadores de Volver al futuro o de El señor de los anillos. Ellos son Harry Potter, El señor de los anillos y Volver al futuro, así como cada rasgo, rostro o título que modifique el modo americano de vivir de cada temporada. Pero lo son a su manera: intercalando una puñalada o un chiste, cuestionando las reglas de la historia, haciéndolo a su modo. ¿En qué se convierte Harry Potter, presente en Pequeños magos al lado de los hechiceros Bart y Lisa? Los hermanos se disputan el primer lugar en la escuela de magos, y Potter permanece callado en el pupitre. Aquí no es el personaje más exitoso de la literatura juvenil norteamericana, sino otra cosa, una sombra de Bart y Lisa, verdaderos y únicos protagonistas en el mundo Groening, donde todolo que no es plantel estable del dibujo es, apenas, una figura de segunda línea.

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