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Espectáculos|Miércoles, 12 de junio de 2002
LA ACTRIZ HAYDEE PADILLA PROTAGONIZA “VENECIA”

“A mi me hartó el cinismo”

La exitosa obra del jujeño Jorge Accame, que fue traducidaa seis idiomas, se verá hoy en una función especial para lectores de Página/12.

Por Hilda Cabrera
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La nueva protagonista posa junto a la directora, Helena Tritek.
Después de transcurridos diez años, la actriz Haydée Padilla regresa a la escena con una obra que dice amar desde el momento en que la vio representada en el Teatro Payró. Se trata de la celebrada Venecia, de Jorge Accame (el mismo de Chingoil Company, de 1992), que después de su estreno en junio del ‘98 en el Teatro del Pueblo (con María Rosa Fugazot) y su reposición en el Payró (con Fugazot y luego Adriana Aizenberg) se presenta en el Teatro Broadway, de Corrientes 1551, con Padilla en el papel central de la vieja madama de un prostíbulo jujeño. Esta pieza, dirigida por Helena Tritek, premiada y llevada en gira por ciudades latinoamericanas y europeas, traducida a seis idiomas y representada por diversos elencos en Perú, México, Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, se ofrece hoy con entrada gratuita a los lectores de Página/12 que hayan retirado sus entradas en la recepción del diario.
La madama que compone Padilla –cuyo anterior trabajo fue en La noche de la basura (1977), de Beto Gianola (1922-1981), grotesco de humor ácido que se vio en 1992 en la sala Cátulo Castillo, coprotagonizado por el actor Carlos Carella– es pobre y ciega, pero cumple su sueño de viajar a Venecia a través del relato de sus pupilas, quienes, de modo peculiar, le describen las ilustraciones de un libro de geografía olvidado por un cliente. La intención es armarle un itinerario creíble, capaz de propiciar un imaginario pero no por eso menos intenso reencuentro con un admirador italiano que conoció en su juventud. Esta vez la puesta tiene mayor despliegue técnico, pero conserva ese humor sencillo y entrañable que regocijó a la directora y docente Tritek cuando leyó la obra en 1998 y además la produjo. Por entonces “la mayor inversión consistió en un maravilloso par de zapatos bicolor, de cuero blanco y negro”, que según confesó costaron dos mil pesos.
Desde aquel año Venecia recorrió un largo camino, inusual y casi milagroso para una obra argentina de un autor que vive en Jujuy. Fueron cuatro años ininterrumpidos, numerosas mudanzas, públicos diversos y muchos premios”, apunta a Página/12 Tritek, presente en parte de la entrevista a Padilla, que transcurre en la confitería del hotel contiguo al Broadway, construido en un sector del edificio que conforma una unidad con el teatro y que hasta hace dos años fue panadería y casa de departamentos. Con cambios en sólo dos papeles (respecto del reestreno en el Payró), el actual elenco está conformado por Elvira Massa, Gonzalo Morales, Marina Vázquez, Laura Espíndola y Alejandro Viola. En esta nueva producción, a cargo de Alejandro Romay, se han previsto jueves populares a 7 pesos la entrada, y los demás días a 15 pesos, con descuento del 50 por ciento para jubilados y estudiantes.
Padilla integró en sus inicios el elenco de Los Independientes (agrupación que en los años 50 lideró Onofre Lovero), debutando en la obra 14 de Julio, de Romain Rolland. Trabajó en radio y se destacó en el cine, en versiones de El reñidero y El acompañamiento, y entre otras películas en Tiempo de revancha, El arreglo y Comisario Ferro. También actuó en TV, donde participó en ciclos prestigiosos y de índole testimonial, como Nosotros y los miedos, Situación límite y Compromiso, y creó los unipersonales de La Chona, arquetipo de una señora de barrio que hablaba comiéndose las eses y obviando la letra “c”, popularizado en Tropicana Club, programa que se emitía por el viejo Canal 9, de Romay. Una fama que no afectó su desempeño en el teatro, donde actuó en obras como El gran deschave (1975), escrita por Sergio De Cecco en colaboración con el humorista Armando Chulak, que permaneció tres años en cartel y fue llevada en gira por España, México y Brasil.
Como aquella pieza, La noche de la basura (de 1977), enfrentaba a una pareja, problemática que –dice hoy la actriz– le produjo desde siempreun gran dolor. “Me rebelaba internamente frente a esas situaciones sórdidas. Actuaba, pero al mismo tiempo sentía una profunda rebeldía. Esas historias me hieren, me producen un rechazo parecido al que siento frente a la indiferencia de nuestros gobernantes. Me costaba soportar aquella basura de la obra, como ahora esta situación de vernos sin trabajo y a mucha gente comiendo sobras.” En este punto, la actriz asocia la basura como una de las consecuencias de la mentira de gobernantes y poderosos, a quienes “tenemos que demostrarles que no aceptamos más mentiras”. Dice: “Ellos se han apropiado de nuestros sueños y nos están destruyendo el alma.” Después de haber atravesado épocas difíciles (según cuenta por la pérdida de seres queridos, y debido a problemas económicos y de salud), Padilla cree haber logrado un cierto equilibrio emocional a través de la práctica del yoga y de un concienzudo trabajo sobre su universo imaginario. “No como una forma de escape –puntualiza–, sino para descubrir poesía en la realidad.”
Padilla considera Venecia, una obra realista y poética: “Las chicas y chicos de este prostíbulo jujeño son generosos. Ellos se unen para que se cumpla un sueño. No tienen doble discurso ni son irónicos. No mienten, y esto se agradece.” Opina que el público necesita de este tipo de expresiones reparadoras: “Acá no hay personajes cínicos. A mí me hartó el cinismo y la piolada. Hoy debería dar vergüenza ser un avivado. No sé si todas estas miserias y humillaciones que nos están atravesando van a dejarnos una enseñanza, pero en este momento eso que era tan común entre nosotros, como el ‘yo no estaba, no lo vi’, o aquello de ‘quedáte piola, no te metás’ nos destruye definitivamente”.

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