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Espectáculos|Martes, 16 de julio de 2002

Un documental alucinante sobre el más alucinante de los rodajes

El canal Europa Europa emite dos veces hoy “El peso de los sueños”, el film de Les Blank sobre el rodaje de “Fitzcarraldo”, de Werner Herzog.

Por Luciano Monteagudo
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“Fitzcarraldo” es el film más ambicioso y desproporcionado de Herzog.
El rodaje, en el Amazonas, duró casi tres años, llenos de problemas.
“Mis films son lo que yo soy”, declaró alguna vez Werner Herzog y esa afirmación quizás nunca fue más cierta que en Fitzcarraldo (1979-1981), su proyecto más ambicioso y desproporcionado, la historia de un visionario europeo del siglo XIX perdido en medio de la selva amazónica, que es también la historia del propio Herzog. Ninguna otra película, ni siquiera Apocalypse Now!, de Francis Coppola, que fue asimismo una suma de luchas y catástrofes, alcanzó el grado de dificultad de este rodaje, que se extendió durante casi tres años en medio de las condiciones más adversas, a cientos de kilómetros de la ciudad más cercana. Sabiendo que allí había un film por lo menos tan apasionante como la historia del irlandés Brian Sweeney Fitzgerald, alias Fitzcarraldo, también conocido como el Rey del Caucho, el documentalista estadounidense Les Blank se internó con su cámara en el corazón de las tinieblas y extrajo de allí el documental Burden of Dreams, que durante este mes está exhibiendo la señal de cable Europa, Europa bajo el título El peso de los sueños *, como parte de la retrospectiva dedicada al extraordinario cineasta alemán.
Hacia 1979, Les Blank –quizás el documentalista más excéntrico del cine estadounidense– se había hecho amigo de Herzog cuando éste accedió a que lo filmara comiéndose un... zapato. Por entonces, ya Herzog estaba pensando en la que sería la imagen central de Fitzcarraldo: la de un barco atravesando la ladera de una montaña en plena selva del Amazonas. Había escuchado ecos de esa proeza de un tal Fitzcarraldo durante su primer viaje al Perú, para el rodaje de Aguirre, la ira de Dios (1972). Y si alguien había sido capaz de hacerlo, él también podría, con los mismos medios: unos cuantos cientos de hombres, unas maderas y unas cuerdas.
Otro tanto se propuso Les Blank. No se separó de Herzog y su equipo y pudo dar cuenta de cómo el proceso de producción de un film es capaz de convertirse en una prueba mística, que Herzog asume con la misma determinación con que, en la saga de Los Nibelungos, Sigfrido venga la muerte de Krimilda. “Sabíamos que habría dificultades, pero no pudimos imaginar que serían tan serias”, dice Herzog, con mirada alucinada, en un pasaje de El peso de los sueños. “Tratamos de pensar lo impensable, pero nuestras imaginaciones no fueron lo suficientemente fértiles. Hemos caminado en el borde entre dos abismos y no hemos caído, pero el camino se hace cada vez más estrecho. Hay gente que ha muerto... Pero no tengo alternativa, tengo que hacer este trabajo. Viviré mi vida, o la terminaré en este proyecto”.
Los primeros percances surgieron cuando, después de seis semanas de rodaje, Herzog tuvo que empezar de nuevo. El protagonista original, el estadounidense Jason Robards, cayó víctima de una feroz disentería y tuvo que volar a Los Angeles, de dónde su doctor le prohibió regresar. Unas imágenes del documental de Blank muestran a Robards en un par de escenas junto a Mick Jagger, que interpretaba a una suerte de bufón de Fitzcarraldo. Pero Jagger también se volvió a la civilización. ¿Quién podía reemplazar a Robards y Jagger juntos? Solamente Klaus Kinski, el fiel enemigo íntimo de Herzog, el único capaz de estar a la altura de su locura.
Después de Aguirre, de Nosferatu, de Woyzeck, Kinski volvió a ser en Fitzcarraldo el mejor aliado de Herzog, que atraviesa los enfrentamientos entre tribus rivales del Amazonas, las presiones políticas, el acoso de una prensa hostil, pero sobre todo el desafío de la naturaleza, que parece empeñada en derrotarlo sin que él condescienda a rendirse. “No sólo son mis sueños”, dice Herzog. “También son los de ustedes. La única diferencia es que yo puedo articularlos. Yo hago cine porque no aprendí a hacer otra cosa. Hasta cierto punto, es todo lo que sé hacer. Y es mi obligación, porque ésta es quizás la crónica interna de quienes somos. Ysomos nosotros quienes debemos articularla. Si no, seríamos como vacas en el campo...”

* Hoy martes a las 11.35 y 17.30 y el viernes 26 a las 0.30, 14.20 y 20.20.

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