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Espectáculos|Viernes, 29 de julio de 2005

LA FICHA

En lo sonoro, Los Shakers se encuentran seguramente entre los grupos más notables de la década del sesenta en el Río de la Plata. Deslumbrados por A hard’s day night, surgieron mediando 1964 y al año editaron un simple que arrasó: Break it all, más conocido como Rompan todo. A nadie le importó que lo cantaran en inglés. El tema, “bancado” por EMI, provocó una shakermanía y posibilitó al grupo grabar un disco sin desperdicios: Los Shakers. Una docena de canciones de merseybeat del –muy– bueno, 90 por ciento de composiciones propias –para destacar, Don’t ask me love y Give me–, una gira explosiva por Sudamérica y la edición de Break it all en Estados Unidos a través del sello Audio Fidelity de Nueva York marcan la trascendencia del grupo. En 1966, Hugo, Osvaldo, Pelín y Caio profundizaron su amor por Los Beatles con fieles versiones de Michelle y Yellow Submarine y ese mismo año publicaron Shakers for you, con Do not disturb y el sambeado Waiting como altos temas. El tercer disco llegó en 1968: enrolados en la corriente Sargent Pepper –hasta se dejaron los bigotitos–, Los Shakers pusieron el arte delante del billete y se despacharon con un disco medular para la historia del rock rioplatense: La conferencia secreta del Toto’s Bar. Mi tía Clementina, Una forma de arco iris o Acostumbro a ver TV los martes 36 son simplemente maravillosos. Se separaron a fines de 1968, para luego reaparecer en fracciones: los hermanos Fattoruso presagiaron su futuro al año con La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo, mientras Pelín y Caio editaron el poco difundido The Studio Again en 1971. El último brillo –hasta hoy, claro– fue el disco Otros Shakers (1981), también de Hugo y Osvaldo, que Litto Nebbia quiere recuperar y reeditar.

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