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Espectáculos|Domingo, 2 de junio de 2002
OPINION

Negra, debe ser el alma

Por Esteban Pintos
Imaginen una película sobre la vida de Diego Maradona dirigida por... un uruguayo. Tendría el mismo amor por el juego y la pelota de un argentino, sería irreprochable en su mirada temporal, acertaría con la música (el río no es problema, se sabe) y, en principio, no debería dejar lugar para cuestinomiento alguno. Pero... no tendría alma, eso que un argentino más o menos sensiblemente futbolero debería sentir cuando se trata del personaje en cuestión, que por supuesto representa bastante más que “un personaje”. Ojo: que tampoco sería infalible la cuestión “nacional”, pero sí ese ingrediente. Ok, traslademos el razonamiento a los Estados Unidos de la división racial siempre latente (viva en muchos estados de la Unión, hoy 2002). Alí, la película sobre el más grande boxeador de todos los tiempos –salvo eventuales discrepancias tecnicistas– que supo salirse del ring para convertirse en uno de los líderes afroamericanos más importantes del siglo XX, está dirigida por un blanco, Michael Mann. Entonces... La misma historia. El film demuestra amor por el boxeo y los boxeadores, recrea con acierto un tiempo y un lugar (Estados Unidos, años ‘60, luchas civiles raciales), acierta con la música –hay bellas escenas en que se rinde homenaje a Sam Cooke y The Supremes, por ejemplo– y no deja lugar para grandes cuestionamientos, ni siquiera ideológicos. Tiene su papel importante, tal como en la historia real, el ministro Malcom X. Que, a propósito, tuvo una notable biografía cinematográfica dirigida por Spike Lee, director... negro, lo sabemos. ¿Entonces? Alí-la película tiene brillantes secuencias de combate, tal vez las más impresionantes que el cine haya concebido sobre boxeo. Los golpes se sienten: en un momento, Joe Frazier, Smoking Joe (resoplaba por la nariz y ¡le salía vapor!), te pega de verdad en el plexo. Will Smith impresiona como Alí: tan majestuoso, tan engreído, tan bocón. Pero justamente, tratándose de una historia del planeta negro, no tiene alma. Soul, en el idioma que ellos aprendieron cuando esclavos.

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