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Los pasajeros del vuelo 191 de la aerolínea Jetblue, entre Nueva York y Las Vegas, descubrieron que de pronto el capitán del avión corría por los pasillos gritando “Nos van a derribar, nos van a derribar, recen al Señor”. Enseguida lo vieron golpear repetidamente la puerta de la cabina, cerrada por dentro por el copiloto, al que exigía “Dejame entrar, necesito el código”. Los pasajeros no soportaron más y, tras un pedido de una azafata, lo redujeron entre cuatro. Después del aterrizaje forzado en Amarillo, Texas, el piloto terminó internado en una clínica local.
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