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Psicología|Jueves, 24 de julio de 2008
Modos actuales de la paternidad

Los “padres maternizados”

Por José Milmaniene *

¿En qué sentido se puede hablar de un “nuevo padre”? Respondemos: si bien los nuevos modos de la paternidad muestran los signos de la época –actitud dialógica, tendencia al consenso más que a la imposición, actividades compartidas con los hijos, mayor intimismo, abolición de todo autoritarismo, intereses y gustos comunes–, la estructura de la función paterna debe mantenerse intocada en lo esencial, a saber: capacidad de pronunciar las justas palabras y las sanciones en acto que marquen la ley simbólica y delimiten claramente, por ende, el campo del goce del territorio del principio del placer. Si el padre cede su lugar, sea por su propia impostura narcisista, sea por su debilidad fálica a favor de fuertes corrientes pasivas, los hijos naufragan en el goce pulsional, y no logran inscribirse creativamente en el orden sociocultural. Intentarán por ende restituir su figura a través de actuaciones transgresivas que recuperan el límite, sea bajo la forma masoquista de la punición, sea a través de restituciones místico-delirantes de carácter político y/o religioso, que operan como si fueran la Ley, al otorgar un marco marginal organizado de pertenencia institucional (sectas fanáticas, pandillas de delincuentes juveniles, barras bravas deportivas, bandas terroristas-fundamentalistas).

Además, si el Padre renuncia a los goces que siempre procuran los mandatos punitivos superyoicos y las políticas asentadas en la represión de la sexualidad –en función de hacer sufrir a los hijos lo que ellos mismos padecieron pasivamente en su infancia– y asume con dignidad su don y soporta con valentía ética su responsabilidad, puede generar hijos que se integren equilibrada y placenteramente en el orden simbólico. No olvidemos que el sadismo superyoico que opera en toda estructura psicopatológica suele resultar en la interiorización no lograda de la Ley, a favor de un Padre que, infiltrado de goce, la impuso sin amor, y sin humanizar las normas universales de la cultura.

Los padres maternizados, o situados en posición fraterna o meramente amistosa, sin contundencia para transmitir la palabra de la Ley y sin capacidad para sostener la dignidad de su jerarquía, pueden generar quizás el amor ¿enfermizo? en sus hijos, pero jamás el respeto, el que resulta, depurado de sus inflexiones narcisistas y masoquistas, la categoría central del reconocimiento intersubjetivo.

El nuevo padre debe encarnar al Padre simbólico, que, al sostener su autoridad y sustraer su goce, permite el placer del hijo. La disolución de su figura genera –tal como se evidencia actualmente con los líderes de los movimientos políticos totalitarios y de las sectas New Age– su temible restitución bajo el modo del Padre primordial, figura superyoica, que resulta finalmente mucho más represiva que la autoridad simbólica tradicional, a la que se debe depurar obviamente de sus suplementos obscenos patológicos.

* Secretario científico de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Miembro pleno de la Asociación Psicoanalítica Internacional. El texto es un fragmento de un trabajo publicado en la revista Imago Agenda.

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