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Psicología|Jueves, 3 de febrero de 2011
Confusiones y malentendidos en las parejas sexuales

“Si ella me acariciara allí abajo...”

Por J. C. K.

María y Gustavo, ambos aproximadamente de 50 años, consultan juntos en el ámbito del hospital. Les pregunto en qué los puedo ayudar y Gustavo me contesta: “Soy impotente”.

–¿...?

–Impotencia sexual. No se me para bien.

–Ah, consulta por un problema de erección.

La esposa permanece atenta pero callada. Les pido algunos detalles sobre sus relaciones sexuales: quién toma la iniciativa, dónde se realizan, cómo comienzan y cómo siguen, y todas las acciones que puedan aclarar el diagnóstico del problema.

Gustavo responde:

–Bueno... Hasta hace uno o dos años me acercaba a ella y ya estaba dispuesto a penetrar... Fue declinando progresivamente la erección, y hoy ya no se produce.

Me dirijo entonces a María:

–Cuénteme un poquito, ¿usted se acerca, lo abraza?

María me interrumpe y dice:

–¡Yo no masturbo a nadie!

–Discúlpeme, no dije masturbar, dije acercarse, acariciar, abrazar –le contesto sorprendido.

–Usted no me ha entendido. ¡Yo no masturbo a nadie! –vuelve a decir.

Luego de repetir la aclaración y encontrar la misma respuesta enfática, me dirijo a Gustavo:

–Si su señora lo tocara, lo acariciara, lo abrazara fuertemente...

El paciente me interrumpe:

–Ah... Si me tocara, si me acariciara “allí abajo”, yo no tendría problemas: ¡se me para inmediatamente!

Sergio y Marisa concurren a la consulta. “Venimos porque Marisa no puede llegar al orgasmo. Se excita, pero no llega nunca”, se quejan.

–Veamos. ¿Con qué frecuencia tienen relaciones sexuales? –les pregunto.

–Casi siempre, entre dos y tres veces por semana.

–Y el problema ¿se presenta siempre o algunas veces?

–Diríamos que casi siempre...

Trato de especificar un poco más:

–Cuando dicen que no llega al orgasmo, ¿se refieren a “no llegar” de ninguna manera o a que llegan con otras modalidades?

–Ah, eso sí. Llega al orgasmo, pero por toques o caricias... eso no es normal, ¿no?

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En el ámbito del hospital, dos pacientes mujeres llegan a la consulta. Tienen alrededor de 25 años. Dicen que es la primera vez que tienen relaciones sexuales y que están constituidas como pareja y que conviven. Relatan que ninguna de las dos tienen orgasmos. Ambas se excitan mucho, con caricias, sexo oral mutuo o alternativo, pero cuando llega un momento determinado, en el que alcanzan cierta altura de excitación sexual, ésta cae bruscamente. Siempre, sin excepción, sucede lo mismo. Y ahora, debido a lo que ocurre, la frecuencia de relaciones sexuales ha disminuido sensiblemente. Les digo que me parece que en realidad sí tienen orgasmos. Sólo que están esperando ansiosamente tenerlos como dicen las revistas “del corazón”: en forma intensa, espectacular. Les indico que ambas, por separado, durante no más de diez minutos por día, se concentren, se relajen y sientan sensaciones similares de progresiva excitación sexual, vasodilatación, y que imaginen que tienen orgasmo, no espectacular, sino en la medida de la desaparición de la excitación. Cuando vuelven al consultorio, dos semanas más tarde, me cuentan que la respuesta fue muy positiva. Tuvieron relaciones sexuales de la manera habitual y alcanzaron el orgasmo. Una de ellas resultó ser multiorgásmica.

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Damián padece una insuficiencia coronaria con hipertensión arterial. El equipo cardiológico que lo atiende, luego de los estudios pertinentes, le receta, entre otros medicamentos, un antihipertensivo beta-bloqueante. La hipertensión se normaliza en una semana, pero, a partir de ese momento, la erección no se produce. Le pregunto si el cardiólogo que lo atiende sabe de este síntoma sexual. El paciente refiere que no. Le pregunto por qué no se lo comentó al cardiólogo, ya que podría cambiarse el medicamento: dice que no se le ocurrió porque, como era otra especialidad...

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