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Psicología|Jueves, 19 de septiembre de 2013
El mito tradicional y la cultura de hoy

Jaque al Edipo

Por Ricardo Rodulfo *

Hoy, cuando tantos padres buscan una relación con sus hijos no basada en jerarquías verticales, cuando tantos hombres desean acercarse a su bebé para que sea efectivamente su bebé y no un curioso objeto de la madre, cuando la sexualidad en la casa paterna está autorizada no sólo para la pareja adulta; hoy, en fin, cuando todo un sistema de polaridades declina y se desvanece para dar lugar a una nueva relación con la diferencia, hoy el motivo edípico se desacomoda, en un suelo que ya no le es propicio. Privilegiar lo incestuoso del modo en que lo hizo Freud tiene como requisito un hijo con mucho miedo al padre; uno de los grandes desafíos actuales es cómo refundar una disciplina y una autoridad allí donde el chico no les tiene más miedo a los grandes.

El motivo edípico queda jaqueado también por basarse en un ideal normativo donde lo normal y lo deseable es la heterosexualidad, cuando la oposición hetero/homosexual ha caído, proliferan las parejas del mismo sexo y –algo esencial– con el deseo de tener hijos. Esta segunda reivindicación, apenas lograda la primera, desanuda la implicación fuerte entre deseo de hijo y heterosexualidad, en la que creía el psicoanálisis (en rigor, creía fundamentarla mejor de lo que se la había fundamentado antes). Ya no es posible despachar el asunto refiriéndose a los “perversos” de acuerdo con el dogma de las tres estructuras canonizado por Lacan.

Y queda jaqueado de nuevo por la frecuencia de configuraciones familiares irregulares para el paradigma burgués convencional, ensambles donde queda corto el léxico tradicional y abunda una serie de relaciones sin nombre, como la del hijo o la hija con la mujer de su papá y con los hijos que esta mujer a su turno aporta. Que no haya un vocablo específico para ese vínculo –la mujer del padre no es significada como sustituto materno, estando la madre a disposición– no le resta peso a lo importante que puede llegar a ser. Vemos con frecuencia cómo un niño o una niña manejan con maestría diferencial estas relaciones: a aquella mujer a veces se le cuentan cosas o se comparten experiencias, con su madre otras, y determinados silencios en cada caso. No habrá confusión, siempre y cuando padre y madre estén vigentes.

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