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Psicología|Jueves, 25 de noviembre de 2004

“Mi marido me dejó y tengo miedo”

Por Rudy

El Dokter Víntziquer la vio venir, porque siempre las ve venir, pero jamás piensa que detrás de toda mujer puede haber una gran paciente. ¿Pacientes en Tsúremberg? ¡Los pacientes se consiguen en Viena, en París, en Varsovia! En Tsúremberg lo más que se puede conseguir es algún problema.
Ella era una mujer de unos treinta años largos, o cuarenta cortos. Se la veía angustiada, se la oía ansiosa, se la olfateaba con miedo, y no se la tocaba, porque las leyes eran muy estrictas al respecto. No era linda, pero tampoco era bonita. Y habló.
–Mi marido me dejó y tengo miedo.
–La entiendo –respondió el Dokter. El caso parecía simple. Mujer abandonada, desprotegida, histeria, temor social–. Por las noches le falta la seguridad, la compañía, el calor de hogar...
–¿De qué me habla, Dokter? ¿Mi marido, calor, seguridad, compañía? Las noches que pasaba en casa, o estaba cansadísimo o estaba enojado, o se sentaba a leer en un rincón, o me hablaba de sus problemas.
–Claro, que ahora los tiene usted: le falta el hombre que mantenía la casa...
–Dokter, ¿usted dónde vive? Como todas las mujeres de este pueblo, yo lavo, limpio, cocino, alimento, cosecho las papas, me aseguro de que haya algo caliente en la mesa, para él y mis hijos.
–¡Sus hijos! Ahora lo entiendo, ése es su miedo, que no tengan una buena imagen del padre, que los sostenga...
–¿Los chicos? Mire Dokter, los chicos preguntan y preguntan, todo el tiempo quieren saber cosas cuya respuesta yo, una sencilla mujer de hogar no tengo ni puedo darles, pero él, con todos sus proyectos, ambiciones y conocimientos, tampoco. ¿Imagen de padre? Un hombre que siempre está buscando que los demás hagan el trabajo, ¿le parece que les da una buena imagen de padre a sus hijos?
–Ah, la mala imagen, es eso, no quiere usted que la sociedad los discrimine, eso es lo que le da miedo...
–¿Usted lo cree, dokter? ¿Cree que alguna vecina va a dejar de saludarme porque mi marido dejó de pedirle plata prestada al suyo? ¿O que las papas van a crecer menos en mi terrenito? ¿O que algún pogrom va a dejar de atacarme porque mi marido está o se fue?
–Floime, hay algo que no entiendo. Si tu marido era un hombre de mal carácter, que no te daba bolilla, que no aportaba a la casa, que no sostenía a los hijos, que no estrechaba los vínculos con los vecinos ni con la comunidad, y se fue: ¿de qué tenés miedo?
–De que vuelva, dokter. Tengo miedo de que vuelva.
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