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Psicología|Jueves, 22 de noviembre de 2012

El amor de la puta

En “Sobre un caso particular de elección de objeto en el hombre”, Freud detecta los celos como componente: para los hombres descriptos por Freud, la mujer elegida debe pertenecer a algún otro hombre, necesita ser rebajada y comprometida, pero es idealizada y a partir de entonces debe ser salvada. De esta manera se vuelve interesante y deseable. Ahora bien, los celos tienen su lugar electivo en ese cóctel. Surgen en el momento en que se evoca la segunda condición, crudamente designada como “el amor de la puta”: “La actividad de los celos para el amante de este tipo parece ser una necesidad. Sólo cuando pueden sentirse celosos alcanzan la cúspide de la pasión, la mujer adquiere su pleno valor y nunca dejan pasar una ocasión que les permita la vivencia de las más fuertes de esas sensaciones”, escribe Freud. Dicho de otra manera, los celos no son, como en los casos comunes, aquello que acompaña la elección de objeto, sino lo que la condiciona imperativamente. Será seleccionada la mujer que tenga la capacidad de despertar celos, es decir, la que se halle ubicada entre dos hombres. Este curioso enamorado –muy difundido– es aficionado a las mujeres solicitadas; en esos casos, los celos proporcionan las “sensaciones fuertes” que funcionan como condimento. Es más que un “picante”: la mujer se vuelve irresistible en tanto pueda alimentar los celos.

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