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Psicología|Jueves, 25 de junio de 2015

El vibrador y la vibradora

Por Slavoj Zizek

Hay muchos objetos o artilugios que prometen proporcionar un tremendo placer, pero que en realidad sólo reproducen su ausencia. La última moda es la Unidad de Entrenamiento Stamina, la contrapartida del vibrador: un dispositivo masturbatorio que se parece a una linterna a pilas (para que no nos avergoncemos si lo llevamos por ahí). Colocas tu pene erecto en la abertura que hay en la parte de arriba, aprietas el botón y el objeto vibra hasta satisfacerte. El producto se puede comprar en diferentes colores, tamaños y formas (con vello o sin, etcétera), que imitan las tres aberturas principales de penetración sexual (boca, vagina, ano). Lo que uno compra es tan sólo el objeto parcial (la zona erógena), privado de toda la embarazosa carga adicional de la persona completa. ¿Cómo vamos a enfrentarnos con este nuevo mundo que socava las premisas básicas de nuestra vida íntima? La solución definitiva sería, naturalmente, colocar un vibrador dentro de la Unidad de Entrenamiento Stamina, conectarlos a los dos y dejar que sea esa pareja ideal quien se lo pase bien, mientras nosotros, la pareja humana, nos sentamos a una mesa cercana, tomamos un té y disfrutamos con tranquilidad del hecho de que, sin gran esfuerzo, hemos cumplido con nuestro deber de disfrutar. Y tal vez así, si nuestras manos se encuentran mientras servimos el té, acabemos en la cama como parte de un romance auténtico, disfrutándolo sin someternos a la presión del superyó para que gocemos.

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