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Sociedad|Lunes, 17 de marzo de 2008
Toma de rehenes en la cárcel cordobesa donde hace tres años hubo un baño de sangre

Convocando a los fantasmas

El penal de San Martín, en la ciudad de Córdoba, fue escenario en febrero de 2005 de un motín con 25 rehenes. Entonces, cinco presos, dos guardias y un policía terminaron acribillados. Ayer, los presos tenían dos rehenes y negociaban con un fiscal.

Por Horacio Cecchi
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Los familiares de los internos se enfrentaron con la guardia de infantería que rodeó al penal.

El verano en la vetusta cárcel de San Martín, en la ciudad de Córdoba, suele ser caliente. Como ocurrió el 10 de febrero de 2005, cuando casi la totalidad del penal se amotinó y tomó a unos 25 rehenes, ayer, la misma unidad, tres años más vetusta, fue sobresaltada por otra toma con rehenes. En comparación con aquélla, la de ayer parecía una apostilla en la agenda: según versiones un centenar de presos, según otras, apenas cinco, habían tomado a dos guardias y los mantenían bajo su propia custodia. Pero en el penal de San Martín, desde hace tres años, motín y rehenes son sinónimo de baño de sangre: en aquel momento, murieron cinco internos, dos guardias y un policía. Ahora, todo se mantenía bajo una tensa espera. Ayer, las autoridades utilizaron la sempiterna versión del intento de fuga repelido que desató un amotinamiento, sin que necesariamente ésta sea falsa. Mientras se negociaba una salida al conflicto, familiares de los internos tuvieron enfrentamientos con la policía.

La primera versión mencionaba a seis presos, que intentaron fugar y que fueron rechazados por la guardia. Según la versión oficial –que usualmente es la única de primera mano–, uno de los internos, G. N. de 48 años, intentó saltar el muro. Al parecer, G.N. fue dichoso por unos segundos, mientras saltaba el muro y llegaba a la calle. Pero un guardia le disparó y lo hirió en una pierna.

“Habían planificado una fuga y como se frustró comenzaron el amotinamiento”, dijo Ricardo Lencina, director del penal. Lencina agregó que la huida tuvo apoyo externo desde un auto, que cuando la guardia disparó contra G. N. decidió escapar. El vehículo terminó chocado y los supuestos cómplices debieron escapar a pie.

He ahí el origen del motín según la versión oficial. Dos guardias fueron tomados como rehenes como protesta, aunque desde los familiares se sostuvo que después de un intento de fuga la respuesta de la guardia suele tomar la forma de un castigo violento. Y la toma de rehenes, desde ese punto de vista, haría una especie de escudo contra el castigo. Motín porque no los dejaron fugar, desde la voz oficial; rehenes para evitar un castigo, desde los familiares.

A todo esto, y sin preguntarse demasiado por el origen de lo que fuere, los dos custodios custodiados aguardaban por su suerte. Eran retenidos en el pabellón 18, al fondo del penal, donde se desarrollaban los incidentes. Por otro lado, el cocinero del penal, Marcos Velásquez, resultó herido en la cabeza cuando fue atacado por los internos, pero logró escapar. No se preguntó si la comida cotidiana tenía alguna relación con la golpiza.

Al promediar la tarde, el fiscal a cargo del caso, Marcelo Hidalgo, había iniciado las negociaciones con los internos e intentaba la liberación de los rehenes.

A la misma hora, Lencina, director del penal, aseguraba al periodismo que salvo el “pequeño grupo” de internos, el resto de la unidad se encontraba “en calma, con las visitas y las actividades de costumbre”.

Fuera de los muros, el penal se encontraba totalmente rodeado por la Guardia de Infantería de la policía cordobesa. Y en pequeños grupos, rodeando a la guardia, los familiares intentaban obtener alguna noticia con la inocultable desconfianza que guardaban de las versiones oficiales.

Durante la tarde, el nerviosismo, la falta de información cierta, la tensión y la costumbre, de-sataron algunos enfrentamientos entre la policía y los familiares, que arrojaron piedras contra los guardias. Se pudo ver a algunas madres que incluso cargaban con sus cuerpos contra los escudos de la Guardia de Infantería.

En febrero de 2005, un motín al que también informaron como iniciado por un intento de fuga, derivó en un fusilamiento luego de que la mayor parte de los 1700 presos de una cárcel con 700 plazas tomaron 25 rehenes. Luego, sí, se produjo un intento de fuga, en un colectivo, con rehenes. El vehículo fue acribillado. Además de los cinco presos muertos, fueron ba-leados dos guardias y un policía.

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