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Sociedad|Martes, 29 de abril de 2008
Roxana Morduchowicz habla de su libro sobre la relación de los adolescentes con Internet, la TV y los celulares

Mirada sobre la generación multimedia

Consultora de la Unesco, Morduchowicz advierte que “la llegada de Internet alteró la dinámica familiar”. Sugiere a los padres “acordar reglas con los hijos” para que no se expongan a sitios no deseados. “Las nuevas tecnologías generan nuevas formas de sociabilidad”, dice.

Por Mariana Carbajal
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Roxana Morduchowicz abordó el tema de los adolescentes y la tecnología en su libro La generación multimedia.

Crecieron en la era de Internet y el reinado del teléfono celular. Son capaces de enviar un mensaje de texto sin mirar el teclado del aparato y al mismo tiempo ver televisión, escuchar música y chatear en una computadora. Tienen entre 11 y 17 años y son parte de la “generación multimedia”. Sobre ellos, los usos que hacen de las nuevas tecnologías y su impacto en las relaciones familiares reflexiona en su último libro la investigadora Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación y consultora en medios y educación para la Unesco y la OEA. En un reportaje con Página/12, Morduchowicz desgrana sus conclusiones, analiza la brecha digital entre los chicos de sectores medios y altos y los de barrios populares, advierte sobre las consecuencias de la presencia –cada vez más extendida en hogares más acomodados– de una pantalla, sea de tele o de PC, en el dormitorio juvenil, y ofrece algunos consejos para padres preocupados por los riesgos a los que pueden estar expuestos sus hijos en la web. “No hay ningún estudio que confirme que Internet aísle a los adolescentes: las nuevas tecnologías generan nuevas formas de sociabilidad. No anulan la vida social, la complementan”, destaca durante la charla. Y sobre quienes se lamentan de lo poco que leen los jóvenes, Morduchowicz replica que hay que pensar qué opciones les brindan los adultos para elegir: “En algunas casas hay más pantallas que libros”.

Morduchowicz dirige el Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación. Desde ese ámbito se realizó en 2006 una amplia encuesta de alcance nacional entre 3300 adolescentes jóvenes de 11 a 17 años de todas las capitales de provincia y la ciudad de Buenos Aires sobre el significado y los usos que hacen de las tecnologías como la radio, la tele, la computadora e internet –entre otras opciones–, para conocer qué consumen culturalmente los adolescentes. Con ese insumo como punto de partida, Morduchowicz acaba de publicar el libro La generación multimedia (Editorial Paidós), que se presenta el miércoles 7 en la Feria del Libro.

–¿Cuál es la presencia de Internet en los hogares con adolescentes?

–Hay que tener en cuenta que los hogares donde hay adolescentes son los que tienen más conectividad a Internet en cualquier país del mundo. Por un lado porque hay más demanda explícita de nuevas tecnologías de parte de los jóvenes y por otro por la expectativa educativa de los padres en relación con Internet. Entre los hogares con chicos de 11 a 17 años, el 15 por ciento tiene conectividad en el país; si miramos todos los hogares, la media es del 12 por ciento. No quiere decir que sólo el 15 por ciento de los adolescentes use Internet. El uso supera el acceso: el 92 por ciento de los adolescentes de la franja estudiada usa Internet, pero la mayoría en el cíber. En los sectores populares, el 90 por ciento de los chicos va al cíber. La diferencia se observa en cuanto a los usos que le dan a Internet: en el cíber, sólo se chatea y se juega. Los sectores medios y altos, que tienen conexión en su casa, además la usan para buscar información y hacer la tarea escolar.

–¿Cuántos adolescentes de sectores medios y altos tienen conexión en sus casas?

–El 40 por ciento de los hogares con chicos de 11 a 17 años, pero si se tienen en cuenta sólo aquellos que viven en el área metropolitana, llega al 60 por ciento.

–¿Qué cambios produjo la presencia de Internet en las dinámicas familiares?

–La aparición de la televisión marcó en las familias nuevas relaciones. Esto no es nuevo: la negociación por la cantidad de horas y el contenido que pueden ver los adolescentes generó –y genera– negociaciones y conflictos entre padres e hijos. Controlar la TV es un signo de buen padre para un adulto; para el chico, desafiar el control es un signo de autonomía. Pero la llegada de Internet alteró la dinámica familiar: los padres por primera vez tienen menos conocimiento en cuanto al manejo y al instrumental que sus hijos. Sólo el 15 por ciento de los padres sabe más que los chicos, dicen ellos. Los padres empiezan ahora a consultarles a los chicos: hay una inversión de papeles. La computadora, por otro lado, representa el uso más solitario de todas las nuevas tecnologías. El 40 por ciento de los adolescentes dice que ve la tele acompañado, mientras que sólo el 20 por ciento está frente a la PC en compañía de alguien. Es un uso solitario pero en función social. Los padres tienen una percepción positiva de Internet, por esa razón están más ausentes y conocen menos de los sitios que navegan y los usos que hacen sus hijos de la computadora.

–Hay una tendencia creciente en los sectores medios a que los adolescentes tengan TV y computadora en sus dormitorios. ¿Qué ocurre en países europeos?

–El 40 por ciento de los adolescentes de sectores de mayores recursos tienen tele en su cuarto. Hay un desplazamiento de la TV del comedor a la habitación. Los medios dejaron de ser “de la familia” para pasar a ser “del hijo mayor”, “del hijo menor”, “de la hija”, “de la madre” o “del padre”. Más varones que mujeres tienen computadora en su cuarto: 17 por ciento contra 10 por ciento, entre los hogares más acomodados. Los adolescentes pasan mucho tiempo en su habitación. Casi cuatro de cada diez chicos permanecen “más de la mitad del tiempo” en su cuarto. En Europa se da otro fenómeno. Los ingresos económicos no predicen la inclusión de medios audiovisuales en el cuarto de los jóvenes. Existen casas ricas en medios de comunicación, con habitaciones pobres en medios audiovisuales. Eso se debe a decisiones culturales antes que económicas: las familias de mayor capital cultural privilegian un uso compartido de las pantallas y no quieren promover en sus hijos un uso televisivo en soledad.

–¿Qué opina de la presencia de TV y PC en los dormitorios juveniles?

–Personalmente no soy partidaria porque está demostrado que significan más horas de uso, en mayor soledad, con la imposibilidad para los adolescentes de poner en palabras, de dialogar, lo que les puede preocupar, movilizar, atemorizar de lo que ven. Las grandes corrientes en investigación en medios aconsejan que tanto TV como PC estén en salas compartidas, como la cocina, el living, el comedor o un escritorio.

–¿Tiene otras recomendaciones para los padres?

–Es importante acordar reglas con los hijos, a través del diálogo y el consenso. Uno de los mayores riesgos a los que están expuestos son los sitios no deseados, principalmente los relacionados con pedofilia, pornografía y racismo. A los chicos se les debe decir que no den nunca datos personales, ni siquiera en la suscripción a una revista: uno nunca sabe quién está detrás de la pantalla. Deben evitar entrar a foros privados de chat, no moderados y a aquellos que no sean especialmente destinados a chicos y adolescentes. Tampoco deben encontrarse con amigos virtuales personalmente sin la compañía de un adulto conocido, ni hacer compras de ningún tipo por Internet, se sabe que se pueden clonar tarjetas de crédito; ni contestar spam ni email de desconocidos sin consensuarlo con los adultos. Y otra regla básica es que conversen con los adultos sobre todo aquello que los angustie o moleste que sin querer se hayan encontrado en la web.

–¿Cuál es el principal uso de Internet que hacen los adolescentes?

–El más extendido es el chateo. Es un uso individual pero con una función colectiva. No hay ningún estudio que confirme que Internet anule la sociabilidad, las nuevas tecnologías generan nuevas formas de sociabilidad. Entre los chicos que tienen Internet en sus hogares el 55 por ciento va a los locutorios a chatear o a jugar en red con otros amigos. Cuando le preguntamos a los que chatean, cómo es un día divertido para ellos, contestaron: salir con amigos. No anula la vida social, la complementa. Hay que pensar que es la primera generación que dispone de diferentes medios y soportes para comunicarse con sus amigos: el teléfono de línea –el único que teníamos nosotros–, el celular, para hablar y para enviar mensajes de texto, y el chat. Saben perfectamente bien cómo y para qué función usar cada uno. Esta es una generación multimedia: pueden usar las distintas tecnologías al mismo tiempo, hacer la tarea mientras ven tele, envían un mensaje de texto, y navegan por internet, por ejemplo.

–¿Y usan los blog y fotolog?

–Muy pocos, apenas el 3 por ciento.

–¿Por qué es tan popular el chat?

–Porque no hay dimensión corporal, en una edad que el desarrollo del cuerpo suele causarles conflicto, además no necesitan mostrarse, ni exhibir su voz. La pantalla funciona como una mediadora que les permite ser más auténticos. Para ellos es un alivio, está probado en todo el mundo.

–¿Cuál ha sido el impacto del celular en esta generación?

–El celular es el medio que más creció en los últimos años en el país. Cuando les preguntamos qué medio lamentarían perder más si no lo tuvieran mañana, la TV arrasa, y en sectores medios y altos, se ubica al mismo nivel Internet, pero en segundo puesto mencionan el celular. Actualmente a nivel nacional, el 65 por ciento de los hogares del país tiene teléfono de línea. El celular está presente ya en 55 por ciento de las casas. Pareciera que la cobertura telefónica total se va a dar por celular. Los adolescentes lo usan fundamentalmente para enviar mensaje de texto, en segundo lugar para hacer llamadas y en tercero, para sacar fotos y escuchar música.

–¿Hay competencia entre libros y nuevas tecnologías?

–No. Los chicos que usan la computadora con usos más diversificados, es decir, que no la usan sólo para chatear y jugar, son aquellos que más leen. De todas maneras el nivel de lectura en la Argentina es muy bajo. El 70 por ciento lee de uno a tres libros por año que no sean para la escuela. Es un número muy bajo. Pero hay que tener en cuenta que cuando les preguntamos a los chicos si en sus casas hay más libros que no sean para la escuela, el 65 por ciento dijo que sí. Pero hay todavía cuatro de cada 10 que no tienen más de seis libros en sus hogares. Lo que muestra que en algunas casas hay más pantallas que libros.

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