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Sociedad|Lunes, 21 de enero de 2002

No es un ternero cualquiera

Su nacimiento está previsto para los primeros días de febrero. Si la experiencia es exitosa, podría ser el primer paso para producir medicamentos a partir de leche de vacas transgénicas.

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La vaca 277 está a punto de convertirse en la más famosa de su especie, en la Argentina.
El nacimiento del primer ternero clonado en la Argentina, previsto para los primeros días de febrero, podría ser la llave para producir en el país medicamentos, anticuerpos y vacunas a partir de vacas transgénicas. La experiencia desarrollada por los científicos argentinos apunta a la elaboración a gran escala de una proteína que se utiliza para el tratamiento del infarto, a partir de la leche producida por animales transgénicos clonados.
Un grupo de investigadores y veterinarios argentinos logró por primera vez en la Argentina la preñez de vacas con un embrión clonado, creado a partir de la inserción de células de la oreja de un toro en un óvulo bovino. De las doce preñeces logradas sólo una sobrevivió, la cual entró ya en el noveno mes.
La investigación, de la que participaron el ingeniero Carlos Werning, los veterinarios Daniel Salamone –profesor de la Facultad de Agronomía de la UBA–, Jorge Artuso y Carlos Munar, además de el biólogo Claudio Santos y el químico Lino Barañao, fue llevada adelante por la empresa Bio Sidus y tiene como objetivo último el desarrollo a gran escala de la tPA, una proteína que, inyectada dentro de los primeros 30 minutos posteriores a un infarto, reduce hasta en un 14 por ciento la mortalidad, en relación con otros tratamientos convencionales.
Según explicó el químico Carlos Melo, quien también participa del proyecto, la forma habitual de obtención de la tPA es mediante la extracción, a partir de una célula humana, del gen encargado de producirla, el cual es introducido en una célula de ovario de un hámster. “De ese modo, si el gen humano está preparado para que la célula lo acepte, lo haga funcionar y produzca la proteína, se va a formar la tPA humana”, explicó el especialista.
El problema de ese método es el costo. “Las células crecen despacio, producen poco y son muy delicadas. Por eso la producción de tPA es tan costosa. Actualmente, una sola ampolla de 15 miligramos del producto cuesta alrededor de 2 mil dólares”, aseguró el investigador.
Lo que se propusieron los científicos fue, en vez de utilizar células de cultivo para producir la tPA, introducir los genes de la proteína en un embrión vacuno de manera tal que salga a través de la leche, con lo cual se tiene la posibilidad de obtener una cantidad mucho mayor de tPA.
Esto puede conseguirse mediante procedimientos denominados de microinyección. La dificultad era que los genes que se ponían dentro del embrión se integraban al cromosoma del animal al azar y eso hacía que una vaca produjese más que otra y en calidades diferentes.
En cambio, si se consigue poner un gen en una célula que después puede clonarse, todos los animales que se obtengan van a producir la misma cantidad de proteína y de la misma calidad, lo cual es fundamental para una empresa farmacéutica.
Según explicó Melo, “el proceso de clonación consiste en la fusión de una célula de animal adulto con un óvulo. Para ello, se acercan físicamente el óvulo, al cual se le ha extraído el núcleo, y una célula de piel, por ejemplo. En la célula de piel se tiene los 23 pares de cromosomas para hacer un individuo completo. A esta célula de piel se la cultiva in vitro en un laboratorio y se le introduce el gen productor de tPA; si luego de ser seleccionadas se las fusiona con un óvulo, pasan a ser una única célula”.
El punto clave en este proceso es que la célula de piel está programada para ser sólo eso. En cambio, el óvulo está lleno de factores proteicos, su cantidad y volumen es mucho mayor que en la célula de piel, por lo que el óvulo termina desplazándola. Entonces, el núcleo que estaba preparado para ser piel se desprograma y vuelve a programarse como embrión.
Los científicos argentinos dividieron la experiencia en dos etapas: primero decidieron probar si eran capaces de clonar una vaca sinmodificaciones genéticas, algo que no se había hecho hasta el momento. Como resultado, se produjeron unas 12 preñeces, de las cuales sobrevivió sólo una. Si todo sale bien, el primer clon macho de vaca nacerá en un mes y será el primero en América latina. Tras el nacimiento, habrá que hacer pruebas científicas que corroboren que el animal es genéticamente idéntico al toro del cual se extrajo la célula de piel.
Los especialistas ya trabajan, además, en la segunda etapa, la obtención de clones transgénicos para producir hormonas de crecimiento: hay en marcha una preñez de un mes de vida, lo cual, aclaran, no significa que llegue a término.
Previamente, el equipo de investigadores se propuso hacer clones a partir de las células de fibroblastos de vacas lecheras y se obtuvieron tres preñeces de animales no transgénicos, las cuales están en curso. Se eligieron vacas lecheras porque, en una etapa posterior, cuando se tengan animales transgénicos productores de tPA, la proteína se extraerá de la leche. Con 5 litros de leche que se ordeñe de una vaca clonada se podrá obtener el equivalente a mil ampollas del medicamento. La cantidad es importantísima si se tiene en cuenta que una vaca produce 25 litros de leche diarios, durante doscientos días al año.
El objetivo es lograr al menos cinco bovinos transgénicos trabajando en forma simultánea, de modo tal que el costo final del fármaco no supere los doscientos o trescientos dólares. “Lo que tiene que quedar en claro es que los procesos son largos, ya que desde que la vaca nace hasta que produce leche tienen que pasar unos cuatro años”, explicó Melo. De todas formas, el especialista aclaró que se pueden adelantar pruebas: “Se puede inducir hormonalmente la lactación para saber como es el producto, purificarlo, corroborar que es idéntico al humano y probarlo en animales”.

Producción: Carolina Stegman AUNO/Ciencia.

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