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Sociedad|Domingo, 11 de mayo de 2008
INUSITADO Y ACTIVO RECHAZO AL PARROCO QUE DIRIGE EL COLEGIO SANTA MARIA

Rebelión en la parroquia de Cañuelas

El cura Mario Slongo disparó una revuelta con marchas y cacerolazos al despedir a una docente. Quieren que se vaya sus propios fieles, cansados de actitudes autoritarias, discriminaciones y cierres de grupos.

Por Carlos Rodríguez
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Los padres de alumnos que quieren que se vaya el cura Slongo, que “discrimina a discapacitados”.

“Este es un lugar tranquilo y todos aspiramos a que lo siga siendo, pero si las instituciones no funcionan como deben, eso es algo que va contra la calidad de vida y no podemos quedarnos sentados en nuestra casa.” Ocho de los nietos que tiene Alfredo Gustavo Martínez estudian en el Colegio Parroquial Santa María, que depende de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Cañuelas. El colegio, la curia y la ciudad de 50 mil habitantes están convulsionadas desde la Semana Santa. “Todo empezó con el despido de la profesora Marianela Raggi. Un despido arbitrario, ilegal, porque ella pidió dos días de licencia, algo que avala el Estatuto Docente, para visitar a una hermana que vive en la Patagonia. Por eso la echaron y por eso comenzaron las movilizaciones”, relata Julio Martín Herrera, otro de los vecinos movilizados. Lo curioso de las protestas en Cañuelas es que la promueven y protagonizan los feligreses de la parroquia para pedir que sea removido el cura a cargo de la iglesia, Mario Slongo, que fue además el responsable del despido arbitrario de la profesora Raggi. Aunque esa medida fue dejada sin efecto y Raggi volvió a su puesto, la protesta sigue ahora con Slongo como objetivo. La consigna central dice: “Queremos un cura”. El actual párroco no es avalado por su feligresía.

Página/12 estuvo en Cañuelas y trató de entrevistar a Slongo para conocer su opinión. “No voy a hacer declaraciones. Ni siquiera conozco las denuncias”, le dijo Slongo a este diario, durante una breve comunicación telefónica (ver aparte). Tampoco respondieron a los interrogantes en el Obispado de Gregorio de Laferrere, a cargo de monseñor Juan Horacio Suárez, con quien también están muy enojados los vecinos por el silencio que guarda respecto del conflicto. “El estuvo en Cañuelas, nosotros éramos amigos de él. No puede ser que no nos reciba, que no tenga una palabra para nosotros”, se queja Julio Herrera, mientras muestra una foto en la cual aparece junto a monseñor Suárez cuando éste asumió como obispo.

“Las marchas comenzaron con el despido injusto de una profesora, pero luego siguieron a pesar de que Slongo, como representante legal del colegio parroquial, había sido obligado por sus superiores a dar marcha atrás con la medida”, recuerda Alfredo Martínez, que recibió a este diario acompañado por Herrera, y por los hermanos Carlos y Rosa Brignani. “Las movilizaciones continúan porque el despido nos hizo despertar. Desde hace mucho tiempo venimos acumulando motivos para cuestionar al párroco, por su autoritarismo, tanto en la misa como en el manejo del colegio parroquial, y por eso hoy seguimos diciendo que queremos un cura.”

La única medida que se tomó contra Slongo, por parte de las autoridades eclesiásticas, fue recortar sus facultades en el colegio parroquial, donde –en lo formal al menos– dejó de ser representante legal. Antes había renunciado su colaboradora, Telma Garavaglia, que se fue luego de estar 40 años en el colegio, al que concurren 1600 alumnos en tres niveles: jardín de infantes, primaria y secundaria. “Ella lo acompañaba en su gestión, de manera que es tan responsable como él”, aseguraron los vecinos que conversaron con este diario.

Slongo fue puesto al frente de la parroquia de Cañuelas en abril de 2001. Desde su llegada –como él mismo reconoce–, fue cuestionado por sus “actitudes autoritarias y muchas veces discriminatorias”, según dicen los vecinos. “En la parroquia, durante un bautismo, hizo sacar de la primera fila a una nena discapacitada. Le pidió a la familia que la llevaran ‘más atrás’. En otra ocasión impidió que cantaran, durante la misa, un coro de niños discapacitados”, explican los vecinos, que presentan algunos hechos anecdóticos como muestra de la personalidad del párroco.

En el colegio parroquial también impuso políticas cuestionadas por los padres de los chicos que estudian allí. “Desde que llegó, se encargó de desactivar a los grupos que funcionaban allí y que había costado organizar, desde los scouts hasta la Unión de Padres de Familia, que funcionaba como cooperadora. Por otro lado, puso a la recaudación como un objetivo central y tiene gestos discriminatorios contra los que no están al día con las cuotas. Hace poco hizo bajar de un micro, en el que iban a una excursión programada por el colegio, a algunos chicos que no tenían paga la cuota del mes de marzo. Eso es una barbaridad en cualquier lado y mucho más en un pueblo como el nuestro”.

Los cálculos estimativos dicen que en el colegio parroquial ingresan entre 180 y 200 mil pesos mensuales por el pago de cuotas de los alumnos. Los egresos por sueldos del personal (140 docentes) son mínimos, porque se trata de una escuela que es subsidiada por el Estado en un ciento por ciento. El costo de la cuota mensual incluye “el pago de un ítem por el funcionamiento de la Unión de Padres. Eso se sigue cobrando, aunque ya no existe la Unión de Padres”. Se estima que por ese ítem se recaudan unos 50 mil pesos anuales que deberían ser administrados por los padres. Eso no ocurre desde hace varios años. El último presidente de la Unión de Padres, Bernardo Ponce, renunció en 2005.

“Desde que llegó Slongo se terminaron las becas y las medias becas para los alumnos de familias de escasos recursos. Ahora, después del revuelo por el despido de la profesora, algunas becas están volviendo, pero todo el manejo de fondos no es todo lo transparente que debería ser”, afirman los vecinos movilizados. Ayer se hizo la quinta marcha bajo la consigna “por un cura”. Hubo cacerolazo y pintadas hechas por los estudiantes del colegio parroquial: “XFA-1 cura”, por favor un cura, pedía una de ellas. Otra reclamaba: “Queremos un pastor, no un recaudador”. La respuesta depende ahora de las autoridades del Obispado de Laferrere.

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