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Sociedad|Martes, 22 de enero de 2002
OLA DE PARTIDAS DE PERUANOS, CHILENOS Y BOLIVIANOS POR LA DEVALUACION

El duro camino de vuelta a casa

Llegaron atraídos por el 1 a 1 que les permitía ahorrar en dólares y enviar dinero a sus casas. Pero ya no es posible. Además, el corralito dejó a muchos sin trabajo. En estos días los micros hacia Perú y Bolivia salen llenos y vuelven vacíos.

Por Mariana Carbajal
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Caras largas antes de partir: la crisis arruinó los planes de muchos inmigrantes.
Miguel Angel lleva un año y medio en el país, pero la semana próxima emprenderá la vuelta hacia Lima. “Me pagan 80 pesos semanales y ahora son 40 dólares. Ya no me resulta. Me alcanza sólo para pagar la habitación y comer, y no voy a poder ahorrar nada”, dice mientras averigua precios de boletos de micro en la terminal de Retiro. Miguel Angel es parte de la ola de inmigrantes limítrofes que por estos días está abandonando el país. Según estimaciones extraoficiales, los peruanos encabezan el éxodo, seguidos por chilenos y bolivianos y, en menor medida, paraguayos. Llegaron en busca de trabajo en la década del ‘90 atraídos por el 1 a 1 de la convertibilidad y ahora la combinación de devaluación y desempleo los está empujando al regreso.
Karen, de 20, ya compró el pasaje: sale el próximo viernes a las 5 de la tarde por El Rápido Internacional. “Lamentablemente todo me salió mal. Mi idea era trabajar unos años acá para juntar dinero, pero por lo que me pagan ahora no me conviene. Como el dólar está subiendo, ¿de qué me vale ganar 350 pesos si son poco más de 150 dólares? Como están las cosas, voy a ganar lo mismo en soles en Perú”, cuenta, junto al mostrador de recepción de correspondencia del courier Argenper, en una galería de Corrientes al 2400. Argenper es una de las agencias que elegían peruanos y bolivianos para enviar dinero a sus países. “Ya no se puede mandar nada”, dice María. Tiene 53 años, es del centro de Perú y dejó allá diez hijos cuando dos años atrás decidió probar suerte por estas latitudes. “Estoy pensando en volver a Perú, pero me falta dinero para el pasaje”, se lamenta. La anterior paridad cambiaria les permitía ahorrar en dólares o girarlos a familiares que dejaban en sus países. Como Mirta, de 33 años, que cuando se tomó el micro hacia Buenos Aires con su marido dejó en Lima a cuatro hijos de 7, 10, 12 y 14 años, que están al cuidado de su hermana y a los que les enviaba unos 200 pesos que antes de la devaluación equivalían a unos 700 soles. “Con el esfuerzo de dos años de trabajo conseguimos juntar 4 mil pesos: ahora valen 2 mil. Teníamos la idea de traer a los chicos para acá, pero cambiamos de planes. En marzo nos volvemos”, contó a este diario, desconsolada por la depreciación de sus ahorros, mientras averiguaba si tenía carta de sus hijos.
En la compañía de micros El Ormeño que viaja de Retiro a Lima aumentaron la venta de pasajes un 50 por ciento en las últimas semanas. “Los ómnibus van llenos, pero vienen desde allá casi vacíos cuando para esta misma época, el año pasado, estaban ocupados un 75 a 80 por ciento de los asientos”, describió un vendedor de boletos de la empresa. Un cartel pegado junto al mostrador, en el sector internacional de la terminal, aclara que no llevan “televisores, bicicletas, equipos de música ni cajas”.
Dónde sí se subieron variedad de bártulos en los últimos días fue a los micros de La Encarnacena, que cubre el trayecto entre Buenos Aires y Asunción, pasando por Posadas y Encarnación. “Desde el miércoles 9 hasta el domingo 13 viajó mucha gente con sus enseres como en una mudanza: heladera, cocina, mezcladora y otras máquinas para trabajar en albañilería”, contó a Página/12 Jorge Bergottini, gerente de la empresa de transporte de pasajeros. Según observó, hubo paraguayos que estaban hace varios años en la Argentina que decidieron irse momentáneamente, hasta que la situación acá aclare. Hasta antes de la devaluación por cada 100 pesos compraban hasta 480 mil guaraníes. Ahora no consiguen más de 200 mil.
En realidad, es difícil calcular por estos días la magnitud del éxodo paraguayo. Como otros inmigrantes de países limítrofes, para las fiestas de fin de año suelen volver por algunas semanas a su tierra de vacaciones. “Los que se fueron para las fiestas están esperando que se tranquilice para volver. Aunque la devaluación los perjudica, en Paraguay hay menos trabajo que acá”, explicó Andrés Herebia, vicepresidente de la Casa Paraguaya en la Argentina. No sólo la devaluación y el desempleo obligó a muchos a regresar. La imposibilidad de regularizar su situación migratoria les obstaculiza el acceso al DNI para cobrar en blanco a través de una caja de ahorro. Muchas mujeres de Perú y Paraguay llegaron al país para trabajar en el servicio doméstico con la modalidad de cama adentro y conseguían sueldos de entre 400 y 700 pesos. Pero, mayormente, en negro. Sin posibilidad de bancarizarse, y con sus patrones alcanzados por el corralito, han quedado en la calle.
Chilenos y bolivianos también están haciendo valijas. El presidente del Centro de Residentes Chilenos Gabriela Mistral, Miguel Angel Molina, aseguró que unos 3 mil ciudadanos de ese país que vivían en Mendoza cruzaron la cordillera para no volver en los últimos quince días. “Y en las próximas semanas habrá muchos más”, anticipó.
Miriam es boliviana, tiene 25 años y hace tres que está en el país trabajando como empleada doméstica. “A fin de mes me vuelvo”, comenta, con su hijo menor de cuatro meses en brazos en la puerta de la agencia de courier internacional Argenper. Según información de la frontera a la que tuvo acceso Victoria Rocha Sánchez, directora del periódico Vocero Boliviano, “por día están retornando unas 300 familias desde distintos lugares de la Argentina”. Los puntos de retorno –contó a Página/12– son Buenos Aires, Salta, Jujuy, Mendoza, Córdoba y Tucumán. “La mayoría en el interior del país estaba trabajando en la agricultura y en Buenos Aires en talleres de costura. Se han quedado sin trabajo o no han podido cobrar”, precisó. Además de los factores económicos, a los bolivianos –dice Rocha Sánchez– hay otro factor que los expulsa y es la inseguridad y los saqueos: “Desde el primer cacerolazo no cesan los asaltos. Como se sabe que los bolivianos son gente de trabajo, les están entrando a las viviendas y les sacan todo. Por esta situación, muchos están vendiendo sus propiedades o abandonándolas, y volviéndose a Bolivia ya”. Según sus cálculos, el envío de dinero de bolivianos a su país se redujo en las últimas semanas en un 70 por ciento. “Ya no les quedan fondos”, destacó. La oleada de bolivianos comenzó a principios de los ‘90 y en gran parte se emplearon en la construcción. “Ahora la situación es muy exasperante. La construcción está parada y el problema de la regularización de los documentos para conseguir trabajo todavía no está solucionado”, señaló Wilbur Espada, titular de la Federación de Comunidades Bolivianas en la Argentina.
El movimiento de emigración se observa claramente en los mostradores del sector internacional de Retiro. La ebullición se centra en las compañías peruanas, donde no cesan las consultas por precios y horarios. El fenómeno de regreso es tan importante que por estos días están en Buenos Aires periodistas limeños para constatar la noticia.

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