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Sociedad|Sábado, 2 de agosto de 2008
Primer trasplante de dos extremidades de un donante cadavérico

Un hombre de brazos nuevos

Un equipo de especialistas alemanes trasplantó dos brazos enteros a un granjero de 54 años que había perdido los suyos en un accidente. Los médicos son optimistas, pero habrá que esperar dos años para ver si puede adquirir movilidad en las manos.

Por Pedro Lipcovich
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La intervención duró quince horas y fue dirigida por uno de los especialistas más respetados del mundo.

Ahora vendrán noches de mirar, brotando de los propios hombros, brazos que fueron de otro hombre. El insomne será el hombre de 54 años a quien, en Alemania, le fueron trasplantados dos brazos para reemplazar los que había perdido en un accidente hacía varios años. Es la primera vez que se hace esta operación con dos extremidades completas. El trasplante de mano se practica desde hace diez años, pero se han hecho pocas intervenciones, no tanto por dificultades técnicas como por razones éticas: todo trasplante implica administrar al paciente, de por vida, drogas que debilitan su sistema inmunitario; esto se justifica en órganos vitales como el corazón o el riñón, pero no siempre en personas que, habiendo perdido un brazo, pueden sobrevivir y utilizar prótesis. Pero el paciente operado en Munich había perdido los dos brazos, no se adaptaba a las prótesis y “estaba realmente en crisis”, según la psicóloga que autorizó la cirugía. La intervención fue efectuada por un equipo de 40 profesionales dirigido por uno de los especialistas más respetados del mundo. Los resultados son en principio satisfactorios, pero deberán pasar dos años para establecer si el paciente puede o no utilizar sus nuevas manos.

La operación, que duró 15 horas, empezó a las diez de la noche del 25 de julio; la llevó a cabo, en la clínica de la Universidad Técnica de Munich, un equipo dirigido por Edgar Biemer y Christoph Höhnke. El paciente es un agricultor alemán de 54 años que perdió los dos brazos en un accidente de trabajo, hace seis años; su nombre no se dio a conocer.

Los cirujanos se manifestaron “muy satisfechos” con la evolución posoperatoria del paciente y están atentos a la posibilidad de fenómenos de rechazo. “Tratándose de extremidades, las fuerzas de rechazo son más fuertes que en los otros trasplantes –observó Biemer, de 65 años–: la piel es la barrera inmunitaria más importante para el cuerpo, que tiende a rechazar piel que no reconozca”, por lo cual los resultados a largo plazo no pueden preverse.

Para que las manos trasplantadas se tornen funcionales, el sistema nervioso del paciente deberá llegar hasta ellas; si todo va bien, los nervios crecerán a razón de un milímetro por día por el interior de los brazos: se requerirán dos años, seguidos de un prolongado período de rehabilitación, para que el paciente pueda tomar el comando de sus manos.

Luego del accidente que le costó los brazos, el agricultor tuvo oportunidad de probar las más avanzadas prótesis, pero no pudo adaptarse. La psicóloga a cargo de su caso en la clínica de Munich, Sibylle Storkebaum, testimonió, después de meses de dialogar con el paciente, que la operación de algún modo vendría a salvarle la vida, ya que estaba desesperado, “realmente en crisis”. Se estima que durante años este hombre, cuyas huellas digitales son ahora las de otro, requerirá ayuda psicológica: “Es más que una cirugía: al paciente se le ha injertado una nueva identidad”, comentó otro terapeuta de la Universidad Técnica de Munich.

El primer trasplante de mano en el mundo se efectuó en Francia en 1998. Desde entonces se efectuaron unos 40, de mano y brazo, incluso uno de ambos antebrazos, en 2003, en Austria. Enrique Pener –ex jefe de cirugía de mano, miembro superior y microcirugía reconstructiva del Hospital Fernández– comentó que “hay que distinguir el trasplante del reimplante, en el que, inmediatamente después del accidente, a la persona se le vuelve a implantar su propio miembro; esta operación se hace habitualmente, hay miles de casos. El trasplante, proveniente de un donante cadavérico, es quizá más fácil como técnica quirúrgica, ya que la intervención es planificada, pero plantea cuestiones éticas. Todo trasplante, por más que se atienda a la compatibilidad del donante, implica los riesgos de la inmunosupresión: cuando se trata de un corazón o un riñón, esto se asume porque está en juego la vida del paciente, pero una persona puede vivir sin un brazo”.

Distinto es vivir sin los dos brazos, como el desesperado agricultor alemán; además, “si la amputación es, como en este caso, cerca del hombro, no hay muchas posibilidades de prótesis”, observó Pener, y destacó que Biemer “fue presidente de la Sociedad Mundial de Microcirugía y es muy respetado en el mundo”.

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