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Sociedad|Sábado, 6 de diciembre de 2008
Robo en una joyería de París por valor de 85 millones de euros

Ladrones con tendencia VIP

Allí compró Onassis el diamante regalado a Jackie Kennedy. Una banda ingresó cuando había empleados y clientes y en cuestión de minutos concretó el mayor atraco de la historia de Francia.

Por Antonio Jiménez Barca *
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La casa Harry Winston, ayer cerrada, en la calle Montaigne, a metros de los Campos Elíseos.

Desde París

Los ladrones eran al menos cuatro. Entraron a las 17.30 del jueves, cuando en el interior de la muy selecta joyería Harry Winston, en París, había unas quince personas, entre clientes y empleados. Dos iban disfrazados de mujer, con pelucas. Intimidaron a la clientela y a los dependientes enarbolando sus pistolas. Golpearon a algunos de los clientes con un hierro. Arrinconaron a todos en una esquina de la tienda. Después empezaron a meter a toda velocidad en bolsas de deporte las impresionantes joyas que encontraban en los expositores. A los pocos minutos se largaron. Acababan de cometer el robo más importante de la historia de Francia, por valor de 85 millones de euros, en el corazón del París más lujoso, a un paso de los Campos Elíseos.

No es la primera vez que la sucursal francesa de Harry Winston, creada hace más de cien años en Nueva York, sufre un atraco: hace poco más de un año, otro grupo de ladrones se llevó joyas por valor de diez millones de euros. El establecimiento ocupa un coqueto edificio de tres plantas en la rue de Montaigne, en uno de los vértices de la zona denominada Triángulo de Oro, compuesto por establecimientos, tiendas y hoteles de lujo. Alguno de los testigos aseguró que los ladrones sabían bien lo que hacían: hasta se dirigían a los empleados de la joyería llamándolos por su nombre propio. Hablaban entre ellos en francés pero también en una lengua “extranjera” que la policía no ha querido precisar todavía. Otra prueba de que conocían bien el terreno que pisaban es que no dudaron nada a la hora de dirigirse a las cajas ocultas donde el establecimiento guardaba joyas aún más selectas que las de los expositores.

Ayer, Harry Winston aparecía cerrada, rodeada de curiosos parisienses que acudían a ver qué aspecto tenía la tienda objeto del robo más grande de la historia de su país. En uno de los escaparates había un collar y dos relojes de lujo que los ladrones no se llevaron durante el atraco y que daban a la escena un aire a la vez irónico y siniestro. Cerca, un hotel de lujo desplegaba todas las luces de Navidad en la entrada. La policía francesa encargada de la investigación, en concreto un cuerpo especializado en el crimen organizado, sostiene que el grupo está compuesto “por profesionales”. Algunos testigos del golpe aseguran que, además de los cuatro atracadores que se encargaron de robar los anillos, los collares y las pulseras de diamantes, había un quinto ladrón apostado en la puerta de entrada vigilando.

Los agentes franceses consideran que el botín será desguazado a fin de que las joyas no puedan ser reconocidas y revendido en alguna parte de Europa del Este, zona que se ha convertido “en una especie de El Dorado” para los traficantes.

Harry Winston no es una tienda cualquiera. Surtió de joyas exclusivas a clientes también exclusivos: de ahí procedía, por ejemplo, el diamante en forma de pera de 61 quilates que Richard Burton le regaló a Liz Taylor como regalo de boda; o el que Aristóteles Onassis le ofreció a Jackie Kennedy.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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