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Sociedad|Sábado, 13 de diciembre de 2008
Un programa forma médicos no especialistas para que sepan reconocer los signos del cáncer entre niños

Capacitar para la prevención precoz

El cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad entre niños de 5 a 15 años. Según el tipo, el diagnóstico temprano logra la cura, pero los médicos no especialistas suelen confundir los síntomas con los de otras enfermedades.

Por Sonia Santoro
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Se estima que en Argentina mueren de cáncer alrededor de 450 chicos menores de 15 por año.

Detectar a tiempo un cáncer infantil puede aumentar las posibilidades de sobrevida del paciente, evitar complicaciones en el tratamiento y mejorar su calidad de vida. El problema suele ser que tanto profesionales de la medicina como enfermería no están preparados para detectarlo precozmente. Algunas fundaciones se concentraron en la capacitación de profesionales del sistema de salud que pueden estar en contacto con niños y niñas con cáncer para poder hacer un diagnóstico sin demoras y lograron un intercambio con el Estado nacional para la formación profesional.

El cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad entre niños de 5 a 15 años, precedida sólo por los accidentes. En Argentina se estiman 450 muertes de menores de 15 por año. Sin embargo, explica Florencia Moreno, directora del Registro Oncopediátrico Hospitalario Argentino, Roha-Fundación Kaleidos, es una patología muy poco frecuente y además diversa. “Hay varios tipos de tumores que afectan a los niños y la sobrevida depende del tumor. Lo más frecuente son las leucemias, que se curan en un 70 por ciento. En segundo lugar están los tumores cerebrales, hay algunos que se curan y otros que no. Y en tercer lugar están los linfomas, que se curan en un 70 por ciento”, dice Moreno (ver recuadro).

Lo que suele pasar es que los médicos no especialistas tardan en detectarlo. Frente a la primera consulta de los padres, los médicos atribuyen síntomas como fiebre, ganglios linfáticos inflamados, anemia o moretones a otras enfermedades y no abren la posibilidad de una patología oncológica y pierden de esa manera un tiempo valioso. “En leucemia hay detección rápida, no es así en los tumores cerebrales, linfomas, tumores óseos, donde poder diagnosticar precozmente le puede cambiar el pronóstico no sólo en sobrevida sino en calidad, porque un linfoma detectado a tiempo tal vez no tiene que recibir radiación, o en los tumores óseos si hay demora pueden tener metástasis pulmonar y eso cambia el pronóstico absolutamente”, dice Moreno.

Desde octubre, Roha-Kaleidos coordina un programa que busca formar y dar herramientas a los médicos para la detección precoz. El programa de diagnóstico temprano del niño con cáncer funciona en el Hospital Niño Jesús, de Tucumán. En 2005, la Fundación Natalí Flexer financió el mejoramiento de la infraestructura del hospital tucumano y a fin de ese año la Fundación Garrahan y los Estados nacional y provincial comenzaron un programa de formación de profesionales allí, para poder hacer el seguimiento de los pacientes que venían a tratarse al Garrahan y volvían a su provincia a continuar el tratamiento, para evitar la necesidad de volver a trasladarse a la ciudad de Buenos Aires.

La campaña consiste en la capacitación a través de un manual donde se describen cuáles son las situaciones en las que se debe pensar que el paciente tiene cáncer y, ante la sospecha, a qué centros derivarlo para que se haga un buen diagnóstico. “A veces los médicos pierden tiempo haciendo estudios o cirugías innecesarias”, agrega Moreno. Además del manual, se entrega un CD armado para la autogestión, de manera que los profesionales puedan verlo y pasarlo entre colegas y replicarlo en su lugar de trabajo.

“Esta campaña permite darles iguales oportunidades a los chicos de todo el país”, opina Adriana Monachesi, de la Fundación Garrahan. Según Edith Grynszpancholc, presidenta de la Fundación Flexer, “las mismas desigualdades que se observan entre los países desarrollados y en desarrollo, respecto del acceso al tratamiento, se repiten entre los países pertenecientes a una misma región y, dentro de cada país, en las distintas ciudades. Argentina no escapa a esa problemática. En estudios de mortalidad infantil, Buenos Aires muestra los mismos índices que los países desarrollados. No ocurre lo mismo en el resto del país. La cantidad y complejidad de los centros es insuficiente. Como consecuencia, el diagnóstico y el acceso al tratamiento se ven dificultados”.

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