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Sociedad|Lunes, 23 de marzo de 2009
Derivaciones del caso de un preso que quería hablar y no pudo

Silencio en la sala nicoleña

El caso de Genta fue revelado por Página/12 a principios de marzo. Quiso denunciar a sus carceleros y un juez ordenó que lo hiciera delante de ellos. Terminó internado con daño cerebral. Las incógnitas obvias de un intento de suicidio con ayuda.

Por Horacio Cecchi
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Como dejó entrever el caso, Genta no logró suicidarse pero igual está mudo.

El interno Juan Carlos Genta no habla. Con graves daños cerebrales producto de una ingesta desproporcionada de tranquilizantes, está incapacitado neurológicamente para hablar. Pero su caso dice mucho más de lo que él mismo podría decir. Internado en el hospital de San Nicolás por presunto intento de suicidio. Sin embargo, todos los datos recibidos por los médicos del hospital dejan en evidencia que el intento fue ajeno. El caso fue revelado por Página/12. El 11 de febrero, Genta intentó denunciar a oficiales de la Unidad 3 de San Nicolás por exigirle coimas. Pero cuando se presentó ante el juez nicoleño, José Luciano, éste curiosamente ordenó que denunciara delante de su guardia penitenciario. O sea, ordenó silencio en la sala. Al día siguiente, Genta insistió. Terminó internado en el hospital, sin habla ni control de esfínteres por sobredosis de tranquilizantes. Los datos vertidos por los médicos que lo recibieron en el hospital dan vuelta la versión penitenciaria y abren la boca sobre usos y costumbres en los habituales suicidios con ayuda de las cárceles bonaerenses.

Como informó este diario, el 11 de febrero, Genta se había dispuesto a denunciar a oficiales que le exigían 200 pesos para no trasladarlo de pabellón. Se presentó ante Luciano, quien ordenó al guardia que permaneciera en el despacho. Genta se negó a hablar y Luciano cerró la audiencia. Pero más tarde se decidió a hablar. Tres días después, el preso fue trasladado al sector de sanidad del penal. Allí, el médico del penal de apellido Landolfo registró su ingreso sin lesiones de ningún tipo. Pero al día siguiente llegó al hospital con contusiones e inconsciente. Eran las 10.30 de la mañana cuando hizo su ingreso en ambulancia.

En la historia clínica, los médicos del hospital nicoleño asentaron que estaba en esas condiciones porque había ingerido haloperidol, la droga habitualmente usada en cárceles y psiquiátricos para “planchar” a los presos/pacientes que traen problemas. Además consignaron que había ingerido la droga a las dos de la mañana. Detalle: ningún familiar de Genta lo acompañó. Y Genta estaba sin habla. Adivinanza: ¿Cómo sabían que la droga era haloperidol si ni sus familiares ni él mismo lo dijeron? ¿Cómo estaban enterados de la hora supuesta de ingestión? ¿Por qué recién pidieron ambulancia en el penal a las nueve de la mañana? Los médicos también indicaron que de haberle realizado un lavado de estómago a las dos de la mañana, el estado de Genta sería otro. ¿Por qué en sanidad del penal no fue atendido durante más de siete horas?

¿De dónde sacaron los datos los médicos nicoleños? Al preso lo acompañaba el médico del penal, Luis Ferrieri.

El viernes pasado, por orden del juez que ordenó silencio en la sala, Genta fue trasladado al penal psiquiátrico U34 de Melchor Romero, sin permitir que se realizara un peritaje médico para determinar el estado de salud del preso. En el psiquiátrico no podrán controlar sus esfínteres pero al menos está mudo.

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