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Sociedad|Martes, 31 de marzo de 2009
En Buenos Aires, más de mil personas renunciaron a la religión católica

Un acto de apostasía colectiva

Un grupo de manifestantes entregó ayer en el Arzobispado porteño una nómina de 1085 personas que quieren desvincularse para siempre de los registros de bautismo. Rechazan la política “social y sexual de la Iglesia Católica”.

Por Mariana Carbajal
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Ayer finalizó la primera etapa de la campaña en Buenos Aires, con la entrega de 1085 firmas.

Más de un millar de personas expresó ayer su renuncia a la religión católica. A través de una carta entregada en la mesa de entradas del Arzobispado de Buenos Aires, exigieron que se borren sus nombres de los registros eclesiásticos y se los deje de considerar como católicos. Fue el primer acto de apostasía colectiva realizado en la Argentina en desacuerdo con la “política social, sexual y económica” de la Iglesia. En forma simultánea, hubo movilizaciones en Córdoba, frente al Arzobispado local, y hoy se hará una presentación en el Tribunal Eclesiástico de Instrucción de Mendoza. La iniciativa es impulsada por integrantes de organizaciones de mujeres, de la diversidad sexual, ateos y ateas, feministas, movimientos sociales, agrupaciones de derechos humanos y gente sin militancia. El artista plástico León Ferrari adhirió a la movida, convocada con el lema: “No en mi nombre”.

“Nos parece importante remarcar la distancia que tomamos como ciudadanos y ciudadanas, bautizados sin nuestro consentimiento, de la Iglesia Católica como institución y del catolicismo como religión. Queremos dejar en claro que no nos representa, ni queremos que reciba del Presupuesto del Estado subsidios ni privilegios en nuestro nombre”, explicó a Página/12 Paula Torricella, feminista independiente, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Torricella participó en la entrega de la carta con los nombres de las 1085 personas que no quieren pertenecer más a la Iglesia Católica en el país.

El ejercicio de la apostasía –o desafiliación del catolicismo– está creciendo con fuerza en España, donde ya se han hecho varias entregas masivas de solicitudes y también hay presentaciones en la Justicia porque la jerarquía católica se resiste a borrar a los apóstatas de sus registros de bautismo. En la Argentina es un proceso muy nuevo. Según datos suministrados en el Arzobispado de Buenos Aires, en 2008 renunciaron una decena de personas en ese ámbito y en lo que va del 2009, ya lo hicieron otras seis. El trámite es personal, y debe realizarse en el obispado o parroquia donde se recibió el bautismo. Ese sacramento es la puerta de entrada al catolicismo. Así que para que se concreten las renuncias de las personas incluidas en la lista que se entregó ayer, cada una debe presentar su solicitud de desvinculación donde está asentado su bautismo. En algunas iglesias, sin embargo, rechazan el pedido. Por esa razón, en la carta al cardenal Jorge Bergoglio se pidió expresamente que no se obstruyan los trámites de apostasía. Ayer, Federico Wals, de la oficina de prensa del Arzobispado, adelantó a este diario que se está estudiando la creación de un registro de apóstatas, para sistematizar la información. En la práctica, la renuncia queda asentada al margen de cada registro de bautismo.

La abogada Mariana Hellin, ex presidenta del Instituto de la Mujer de la provincia de Mendoza, fue con su solicitud a la parroquia San Miguel Arcángel, de la localidad de Las Heras. “No me la quisieron recibir”, contó a este diario. Hoy Hellin encabezará la entrega de pedidos de apostasía en el Tribunal Eclesiástico local. “No comparto los preceptos de la Iglesia Católica en relación a la sexualidad, ni a la educación ni a la política”, argumentó.

Entre las organizaciones que adhirieron figuran Vox Asociación Civil, una ONG que trabaja en la provincia de Santa Fe por los derechos civiles de gays, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales; el grupo ecuménico cristiano Misión Sacerdotal Tercermundista, el Movimiento de Mujeres de Córdoba, el Colectivo de Lesbianas Feministas Josefa Camejo, el Area Jóvenes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la Asociación Humanista-Etica Argentina Deodoro Roca y Argatea. Además, mujeres y varones que se sumaron en forma individual. “Coincidimos en el rechazo a las imposiciones de la Iglesia Católica argentina en la vida pública y privada de toda la ciudadanía, sobre católicos y no católicos por igual. Apostatar es una de las muchas formas que tenemos los bautizados para manifestar el desacuerdo y el repudio público a esta institución y dejar en claro que no nos representan ni hablan en nuestro nombre”, dice el manifiesto.

La campaña se funda en la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales. En su artículo 16o la normativa establece que “toda persona tiene derecho a que sean rectificados, actualizados y, cuando corresponda, suprimidos o sometidos a confidencialidad los datos personales de los que sea titular, que estén incluidos en un banco de datos”.

La Iglesia Católica, sin embargo, no quiere borrar los nombres. Por ahora, anota al lado de cada acta de bautismo la renuncia. “No podemos arrancar la hoja porque es un registro notarial y en una misma página pueden estar anotados varios bautismos”, dijo Wals, de la oficina de prensa del Arzobispado.

–¿Le preocupa o le sorprende este acto de apostasía colectiva? –le preguntó este diario al secretario de la Vicaría de la Pastoral del Arzobispado, padre Alejandro Russo.

–Ni me preocupa ni me sorprende. Es algo lógico que una o varias personas que no profesan la fe de la Iglesia lo quieran manifestar –respondió el religioso.

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