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Sociedad|Jueves, 4 de junio de 2009
De la mujer violada por su padre a las víctimas de abuso

“Hay que animarse a denunciar”

Por primera vez desde que el caso estalló en los medios de todo el país, C., la mendocina de 35 años que durante más de veinte fue violada por su padre, y que como consecuencia de esa violencia se convirtió en madre de siete chicos, se dirigió formalmente a la prensa. “Tengo que empezar de vuelta”, declaró en una radio de Mendoza ayer por la mañana, cuando en los kioscos de la provincia un diario local (el Uno) anunciaba en la tapa una entrevista con ella. C. explicó que se había decidido a hablar porque, finalmente, “me han dado una nueva vivienda” y “un poco de alimentos” para ella y sus hijos, elementos que sirvieron para paliar la precaria situación en la que había quedado tras denunciar penalmente a su padre. Ahora, mudada y protegida por el anonimato que brinda estar en un barrio distinto, C. declaró sentirse más segura y haber perdonado a su padre; también recomendó, a todas las personas que puedan estar atravesando situaciones de abuso, “que se animen a hablar, a denunciar”. Su caso, dijo, demuestra que hacerlo tiene sentido: “Es que me siento libre”.

Hasta el lunes por la mañana, C. compartía con sus siete hijos, su madre N. O. y su abuela el dúplex de 50 metros cuadrados en el que la había alojado uno de sus hermanos, luego de que la casa de la familia L., en la Cuarta Sección de la ciudad de Mendoza, fuera asediada por la prensa y atacada, eventualmente, por vecinos ofuscados con Armando L. o con su mujer. “Todo ha sido muy traumático. Se enteraron de todo por la televisión y tuvimos que irnos corriendo”, contó C., ya instalada en una vivienda con sus hijos porque, dadas esas circunstancias, “no podíamos volver a esa casa y los niños tampoco a la escuela, porque sus compañeritos están al tanto y podrían discriminarlos, lo que les haría sentir vergüenza”. Según informó, N. O., la madre que se de-sempeña como oficial de Justicia, no comparte el lugar con ellos, aunque no especificó cuál es la situación de su abuela.

“He pasado cosas duras, pero tengo esperanzas, porque no creo que haya algo peor de lo que ya he vivido”, contó C., al tiempo que recordó que, en los tiempos previos a la denuncia, la presión que Armando L. ejercía sobre ella había empeorado. “En el último tiempo –dijo– me tenía atormentada. No me dejaba hacer nada.” Ahora, mientras la causa avanza y los planes inmediatos procuran la reinserción escolar de sus hijos (que todavía, por otra parte, están sin ayuda psicológica, igual que la propia C., que la reclamó porque “es importante y nos hace falta”), la mujer que dejó el lugar de víctima para convertirse en denunciante de su padre violador quiere conseguir un empleo. Como el mayor de sus hijos, el varón de 19 años, C. está en busca de un trabajo, pero desarrollar nuevas rutinas, según explicó, no le resulta sencillo: “A veces voy caminando a hacer una compra, y miro para todos lados todo el tiempo. Y después me digo ‘pero si ya está, ya pasó’”. También contó que no conocía a la hija de un matrimonio previo de Armando L. que, luego de que se hizo pública su denuncia por violación reiterada agravada por el vínculo, declaró haber sufrido intentos de violación de su padre.

Desde el viernes 8 de mayo, en que radicó la denuncia penal, no volvió a ver a su padre. Tampoco lo desea. Sin embargo, los periodistas que hablaron con ella le recordaron que Armando L. –aunque se abstuvo de declarar ante el fiscal– pidió perdón por lo que había hecho. Preguntada al respecto, C. respondió: “Sí, lo perdono”.

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